El fistol del diablo – diario de lectura (parte 5)

Imagen destacada de reseña y resumen de el fistol del diablo

Esta es la quinta entrada de una serie de resúmenes y comentarios sobre El fistol del Diablo de Manuel Payno, puedes encontrar el resumen general del libro en la entrada: Resumen y comentarios finales de El fistol del diablo

En la entrada anterior encontramos que Teresa y Manuel iban a casarse, por algún motivo el capitán desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra, todos estaban desesperados por encontrarlo, la tristeza de la novia se volvió tan intensa que la casta y amante mujer no tuvo más fuerzas para sujetarse a la vida y murió, en esta entrada hablaremos del destino de Manuel y sus trabajos después de lo sucedido.

Las cuitas de Manuel (capítulos XIX y XX) [Spoilers]

Cuando el capitán salía a todo galope de la hacienda de Teresa acompañado de José (un empleado de confianza), fue emboscado por unos bandidos que revelaron ser esbirros del administrador de la hacienda (la forma de hacerlo estuvo interesante, literal los ‘lazaron’ en pleno galope como a las vaquitas en los eventos de charrería 😮 ).

Les cubrieron los ojos con una venda y fuertemente maniatados los llevaron por senderos lejos del camino principal.

El cautiverio

Habían avanzado algún trecho y Manuel ya no sabía dónde estaba, hicieron un alto y dominado por la ira empezó a amenazar a sus captores, pidiendo que si se le iba a asesinar se hiciese de inmediato, un ranchero se acercó y le dijo algunas cosas con tono de burla, Manuél alcanzó a darle un golpe en el pecho y los rancheros retrocedieron ante su resolución, el hombre que se burlaba continuó aparentando su buen humor y aún cerca de Manuel le susurró “Mi capitán, mucho cuidado porque lo quieren matar, pero aquí estoy yo, y soy agradecido”.

Pasaron varias jornadas, hasta que por fin se encontraron con el administrador, que entre mofas le recordó su amenaza de matarlo por su falta de respeto para con Teresa.

Ahora con las tornas en contra, Manuel concluyó que seguramente lo iban a matar en un lugar muy apartado y por eso la expedición que ya llevaba varios días. Se resolvió a mostrar todo el temple que le permitían sus fuerzas y esperar la oportunidad de escapar a su destino.

Cuando Martín, el criado de Manuel supo de la desaparición de su amo, sin decir nada a nadie ensilló el caballo más veloz y fuerte, cargó con doble bala sus pistolas y llenó de parque sus cartucheras y como si fuese a emprender la dilatada campaña de Texas se prometió no volver a presentarse ante la niña Teresa sin el capitán ya fuera vivo o muerto.

Con sobresalientes aptitudes detectivescas llegó a la conclusión de que su amo y José fueron lazados y secuestrados sin recibir daño alguno, luego siguió los rastros de la comitiva con tan buen instinto que a la media noche descubrió ‘la lumbrada’ que habían hecho para pasar la noche.

Un aliado inesperado

Al día siguiente y reanudado el viaje, Ojo-de-pájaro, el hombre que se había burlado antes, fué a verlo y le dijo : “Creo que mi capitán me conoce. Perfectamente: tu eres Blas Contreras, aquél soldado tan valiente del batallón de Toluca”.

Entonces Blas le enteró de la situación, de sus viajes y cómo se volvió mozo de cuadras de una señora muy bella llamada Da. Florinda (ya sabemos de ella). Y que a pesar de su buen trato decidió huir robándole un cofrecito lleno de joyas entre las que destacaba un fistol de proporciones nunca vistas (:o).

El administrador, llamado D. Jacinto se acercó y golpeó a Manuel para ‘bajarle los jumos’ después que éste le recriminara su cobarde proceder.

Al fin de cuentas, lo que deseaba era recuperar el control de la hacienda y para ello ofreció al capitán respetar su vida a cambio de que firmase un documento en el que se la cediera (como esposo de Teresa).

Manuel sabía que sin importar si firmaba o no D. Jacinto lo terminaría asesinando así que se negó rotundamente, el administrador le dió un día para que reconsiderara su decisión.

Batalla en el monte

Al anochecer, Blas se comprometió a ayudar al capitán, fraguaron un plan para huir, que ejecutarían cuando todos estuvieran dormidos, matarían a cuantos pudiesen y huirían al monte con los caballos.

Blas desató a Manuel y le dió un sable y dos pistolas, el conservó su tercerola y una maza improvisada de un tronco que había encontrado por una feliz casualidad.

Se acercaron sigilosamente y Blas, con su maza derribó al centinela y sin descansar un segundo empezó a repartir golpes a todos los hombres dormidos a su alcance. Un carbón brincó a la canana de un ranchero haciéndolo explotar (lol) y llenando el campamento de confusión, los salteadores empezaron a repartir tiros y puñaladas a todos lados sin saber realmente qué sucedía.

Manuel se acercó a D. Jacinto pero recibió de él un disparo a quemarropa.

En esto, una voz fuerte y como de trueno se escuchó:

¡Adelante, muchachos! ¡aquí está el tercero de caballería! ¡aquí está Martín! ¡por acá, mi capitán, por acá está el regimiento!.

Martín

Al escuchar esto los rancheros huyeron, unos en sus caballos, otros a pie. Y se dispersaron por las montañas y las barrancas.

Tercerola o carabina corta del siglo XVII, como parte del resumen de el fistol del diablo
Tercerola o carabina corta del siglo XVII

Las aventuras de Arturo (capítulos XXI y XXVIII) [Spoilers]

La escena se mueve a la capital, estaban unos jóvenes en un famoso café frecuentado por lo más granado de la ciudad recordando las aventuras del elegante Arturo, el valiente Manuel y las bellas mujeres dueñas de sus afectos.

La conversación tomó un tono oscuro al recordar la ruina de Arturo y su aprisionamiento en el pronunciamiento sin descontar la pérdida de sus padres.

Los jóvenes dejaron de hablar cuando vieron entrar a un elegante y curtido hombre que daba con el tipo de Arturo pero que tenían duda de que en verdad se tratara de él, resulta que sí, le rogaron que les contara sus aventuras y lances, le preguntaron por el capitán, por Teresa, y él confirmó las noticias que tenían.

La doncella había muerto, no se sabía nada de su amigo que probablemente había sido abatido por algunos bandidos y poco más.

Alianza de calaveras

Allí estaba escuchando un valiente joven, Josesito el empleadillo, que espero a Arturo a la salida del café, conversaron de la ocasión en la que se conocieron, la tertulia de la sin igual Aurora, de sus correrías con Rugiero, de sus relatos y las bellas señoritas que conocieron, Elena, Margarita, Apolonia, Florinda.

Con gran tristeza Arturo recordó sus aspiraciones de aquel entonces que con dinero, padres y prestigio podría incluso haber pedido la mano de la por siempre idolatrada Aurora, y que ahora pobre y sin amigos poco podría ofrecerle.

Josesito le enteró de su reclusión en el convento y de los muchos pretendientes que rechazó, a cambio de investigar más le pidió ayuda en una aventura que deseaba emprender.

Entonces se formó una alianza entre los dos calaveras.

Resulta que el valiente empleadillo no murió víctima del asalto durante su huida con Celestina (véase entrada 3), después de su casi milagrosa recuperación con no pocos cuidados de la misma Celestina, se enteró de que todo fué una manipulación de D. Pedro para lastimar a la muchacha, incluso le menciona que usó el fistol de Rugiero que D. Pedro tenía por aquél entonces después de defraudar al padre de Arturo.

Celestina ahora lo rechazaba, por que lo amaba realmente y no quería que le hicieran daño, pero Josesito se sentía engañado, temeroso y sin fondos.

Entonces le pedía consejo, a Arturo un hombre de mundo y de resolución, después de algunas preguntas y respuestas fraguaron un plan.

El destino de Aurora

Mientras se concretaban los detalles mecánicos del proyecto, nos enteramos de la vida de Aurora en el convento de la Concepción (atentos a esta ubicación para futuros acontecimientos), pacífica y sosegada, aún así sin desterrar de su mente la imagen querida del que amaba con todo su corazón (:o).

Su madre había muerto y D. Pedro persuadió al doctor Martín (el padre severo y anticuado de la entrada 4) de negarle las visitas y las cartas de modo que apenas tenía noticias del exterior, Florinda a cargo de Carmela recibía una pensión de los fondos de Aurora pero D. Pedro se encargó de negar cualquier otra petición de su testamento.

A veces tocaba el órgano en el templo y creyó ver a Arturo una o dos veces, después nos enteramos que el mismo Arturo sospechaba de esto al recordar lo bien que ejecutaba las más variadas piezas al piano de su familia.

Pues que decidido a saber más de ella y asesorado por Josesito fué a ver a Florinda, no sin antes ejecutar su plan.

Vista frontal del convento de la concepción, como parte de el resumen de el fistol del Diablo
Vista frontal del Convento de la Concepción

Victoria contra D. Pedro

Hicieron que Celestina, que de inmediato reconoció a Arturo como su amo pues era la criada de confianza de su madre, quedara de ver a D. Pedro en la casa que le había puesto. Allí el viejo administrador intentó forzar a Celestina a desistir de sus amores con José, pero en el acto aparecieron los jóvenes y Arturo lo obligó mediante la astucia y una sutil amenaza de violencia a firmarle los documentos que exoneraban a los dos amantes de cualquier acción legal.

El viejo se marchó lívido de cólera pensando en su siguiente jugada para vengarse por esa humillación.

Reunión de amigos

Josesito no dejaba de ponerse a las órdenes de Arturo y juraba ser su más leal ayudante, pero este solo deseaba saber más de Aurora.

Ya en casa de Florinda los dos amigos intercambiaron cumplidos y modestos flirteos (haha) aunque la bella viuda lo enteró de que se iba a casar con Luis, un abogado de gran honradez y futuro que siempre estuvo enamorado de ella (véanse las novelas de Rugiero).

Luego le preguntó si de verdad amaba a Aurora, él lo aceptó con vehemencia y aunque tal vez no tuviese oportunidad alguna quería hacer algo por verla, ella le notificó que Aurora lo amaba con igual intensidad si no es que más, le habló de su testamento y de las confidencias que le hizo al respecto, y le recomendó escribir una carta expresando sus sentimientos y que ella se la haría llegar.

Bien Florinda, confesaré a usted todo… amo, sí, y mucho a Aurora y deseo que usted me proporcione un desengaño pronto

Arturo

Arturo le escribió que regresando de sus viajes lo primero que hizo fué informarse de ella, que sabía que estaba enferma y le rogaba no profesar, que ella aún contaba con sus amigos y que lo contara a él entre ellos.

El destino de El fistol del diablo

Después de esto Florinda le preguntó por un cofrecito de joyas que Aurora le había entregado en su testamento, las gemas de su madre y el fistol de Rugiero, Florinda estaba apenada pero sabía que ya había visto las gemas en ocasiones pasadas y quería salir de la duda, el problema es que las habían robado, Arturo la tranquilizó asegurando que haría las gestiones con su prometido, que era amigo íntimo de Bolao para que no les faltara nada.

Algunos días después Arturo y Josesito en entrevista con Rugiero y Luis se enteraron de que D. Pedro movió los asuntos para desalojar a Celestina y mantener incomunicada a Aurora, su madre moribunda había firmado su testamento desheredándola por pérfida y rebelde.

Los jóvenes no sabían qué hacer y Rugiero sugirió que la robaran del convento.

Planearon todo, hicieron escaleras, sobornaron a los serenos, alquilaron carruajes y se hicieron de armas, Arturo logró hacerle llegar un recado para que fuera en la noche al patio y así pudieran sustraerla.

Y de nuevo, lo inesperado

Todo estaba preparado, la noche era lluviosa y Arturo estaba en camino al lugar donde se había citado con Josesito cuando se cruzó con el turco, el perro que lo acompañó en su cautiverio y correrías por los bosques del norte.

El noble animal lo guió hasta Celeste que yacía desmayada bajo el dintel de una puerta, conmovido por su situación le prometió jamás separarse de ella, en eso sonaron las doce y media, hora de su cita con Aurora.

Arturo deseaba correr a por ella pero Celeste se veía tan desvalida que decidió llevarla con Florinda, quien junto a Luis la recibió hospitalariamente pero con gran sorpresa.

Luego regresó al convento para no hallar ni a Josesito, ni a sus criados, solo había un carro con las escalas y el sombrero de su amigo, lo tomó y decidió ir a refugiarse a un Hotel.

El abrazo en Balvanera (capítulos XXIX y XXX) [Spoilers]

Solo encontró un mesón, allí convenció al mesonero de dejarle pasar la noche aunque era muy tarde y no se acostumbraba a hacerlo, de repente un grupo de rancheros armados y de aspecto peligroso tocaron la puerta, el hombre les pidió que se retiraran pues no tenía espacio, pero el capitán le sugirió preguntarle a Arturo si podían compartirlo, este accedió y cuando todos estaban dirigiéndose a sus catres jaló al hombre a su habitación, ¡era Manuel en persona!.

Después de un efusivo abrazo Arturo le relató las aventuras de su amada, que en realidad no murió (yeiiiiii), cuando estaba próxima a fallecer, una vieja indígena le dió unas pócimas que la salvaron, Arturo se encargó de regar el rumor de que había sucumbido a la enfermedad pues así D. Pedro no la seguiría incordiando, la alojó en una quinta que estaba por el rumbo de San Jacinto y le prometió llevarlo tan pronto amaneciera.

Al día siguiente Teresa y el capitán por fin se reencontraron, se relataron sus peripecias y se fundieron en un casto abrazo (ayñ, bueno tal vez el orden no fue exactamente así lol).

Sobre la sociedad mexicana [Comentario]

No sé ustedes pero la lectura de las confesiones de amor de Aurora y Arturo me dejaron todo cursi, en ese sentido el autor supo introducir muy bien el conflicto, porque aunque cursi y predecible no deja de sacarte un ‘Ayñ’ saber la desventura de ese par. Y no olvidemos a la romántica Teresa que desde sus cartas desde la Habana mostró una ternura inusitada (véase entrada 2).

D. Pedro sigue siendo uno de los antagonistas más antipáticos con los que me he topado. Es un viejito que aún se siente joven y se cree galán. Es bastante adinerado aún por sus propios medios pero no deja de codiciar más y más fortunas, en este sentido podría ser que el autor quería representar a un sector de la aristocracia mexicana más anticuado y mezquino.

Si pensamos en esa posibilidad, Arturo, Manuel, Teresa y Aurora serían la otra cara de la moneda, una clase alta devota, educada, respetuosa y caritativa para con los más desafortunados.

Lo mismo pasa con ese grupo con menos poder económico, vemos lo terribles que pueden ser los leperos como Culebrita (el líder de la banda que asaltó a D. Pedro, véase entrada 3) y al mismo tiempo la nobleza de Blas y Martín o la honradez de Celeste y Mariana.

Todos estos factores tendrán grandes implicaciones en el resto de la obra, pero oye, ¿Crees que estos mismos principios son aplicables a los tiempos actuales?.

La próxima entrada será publicada el ocho de mayo :).