Bienvenidos a la primera entrada del año!, muy random, muy tranquila, aunque con un par de cositas que pueden ser interesantes :)
Sobre los calendarios
Bien aleatorio ya lo sé, pero me puse a pensar en los calendarios, ¿quibule con ellos?, la idea salió de una conversación que escuche por pura casualidad, el caso es que uno de los interlocutores definió muy bien (a mi parecer) el propósito de los calendarios, al menos en su origen, básicamente que “sirven para saber cuándo sembrar”.
Idea que coincide muy bien con lo que pude recordar del asunto (lit, esta entrada va a ser low-effort así que no va a haber mucha investigación, ¡perdóname Montaigne!).
No recuerdo muy bien la referencia más antigua a un calendario que tengo, tal vez en la cita bíblica de la creación del Sol y la Luna, el texto deja ver que servirían para el cálculo de los días, los meses y los años (Génesis 1:14,15), interesante que ya existía el concepto de año en una época tan temprana como cuando se escribió el Génesis, incluso aunque no seas religioso la gente que estudia los textos antiguos (de cualquier tipo) concuerda en que aproximadamente para el 500 a.E.C. la sección citada ya existía (https://en.wikipedia.org/wiki/Dating_the_Bible).
Periodo contemporáneo (muy vagamente eso sí) a Heródoto y los clásicos, igualmente en Historia, el mismo Heródoto no duda en hacer alusión a fechas y la antigüedad del mundo y de los pueblos que lo habitaban, lo que indica muy fiablemente que la gente ya había dominado muy bien el saber en qué momento del año vivían (innegable el pensar en Lovecraft al contemplar esta idea).
Anterior a estos, que son los registros escritos más antiguos que puedo citar, están las obras megalíticas de la prehistoria, el más famoso de todos, el Stonehenge también servía (entre otras cosas) para calcular los solsticios y así, los restos de una estructura similar son considerados el calendario más antiguo en pie (https://en.wikipedia.org/wiki/Warren_Field) con un estimado de 8,000 a.E.C.
Así, que sip, es una tecnología antiquísima, hablando de cosas más locales, está la idea de que la famosa Piedra del sol es un calendario, la gente que ha estudiado ese asunto sugiere que más bien era un instrumento multipropósito, de significado ritual, político o incuso geográfico (https://es.wikipedia.org/wiki/Piedra_del_Sol), pero ajá, la gente de Mesoamerica de manera independiente encontró los mismos conceptos de año solar y mes lunar que la gente de Mesopotamia, Asia y Europa.
Y en general todos ellos con el mismo propósito, saber cuando iba a haber más luz solar, información vital en la siembra, pero también en la caza y recolección (e.g. el monumento de Warren Field es anterior a la agricultura).
Otro tema interesante es habiendo tan varias propuestas, ¿por qué tenemos el calendario que tenemos?, los snobs van a decir ‘ackshually no solo se usa el calendario gregoriano’, y estarían en lo correcto, aunque tener la razón no te da derecho a ser insoportable so, ‘kyc’ (jeje ¿quien pelea con snobs imaginarios?), tal vez tratemos el asunto en otro momento, por lo pronto, basta reconocer que saber la posición relativa de la tierra respecto al sol es un dato muy útil.
Lecturas recientes
Me gusta la idea de una sección de ‘que se está leyendo en el blog’, robando un poco la idea del newsletter del Internet Archive, aunque dudo que vaya a ser particularmente frecuente esa sección, no soy muy constante la verdad.
Llevo varios meses leyendo de a poco ‘Los momentos críticos’ de Alí Chumacero, citando al prólogo, “¿Qué es eso de llamarse Alí Chumacero?“. Pues sí tiene sentido jeje, es una compilación de ensayos, columnas y otros textos escritos por el aludido, que entran en el terreno de la ‘Crítica literaria’, no se confunda con buscarle errores a todos y demás, más bien, en comprender las obras analizadas. Bueno, pues va desde el análisis de la expresión poética, hasta la novela y el relato breve, creo que este tipo libros pueden servir de ‘mapa’ para meterse en estos asuntos, me recuerda a la guía que sentí con ‘El cuento hispanoamericano’, y es una pena que sean tan ignorados a veces, porque requieren una cantidad industrial de trabajo pero son dejados de lado a menudo, en favor de la narrativa, la poesía, la autoayuda. Entonces, cuando puedas leer un libro ‘de referencias’ te lo recomiendo sobremanera :), los momentos críticos es uno de los mejores que me he topado, una excelente ‘carta náutica’ para navegar en la literatura nacional del siglo XX.
Otro buen lugar para encontrar la próxima lectura son las revistas, en un número de Letras Libres más o menos recientes encontré un artículo sobre cómo ‘vender’ un libro de cuentos, y es que en el mundo editorial hispanoamericano la novela y la poesía son la diarquía por excelencia.
El artículo (léelo! Jaja) expone tres o cuatro formas vender un libro de cuentos a un editor: básicamente convertirlos en novelas, con diversas formas de subterfugios y demás, muy interesante. Los últimos dos casos se responden con un apellido: ‘Borges’, simplemente escribes lo que amas y se lo vendes a un editor que ame los libros, nada mejor que ser un necio en ocasiones :).
Puse dos de los ejemplos aludidos en el backlog: ‘La literatura nazi en América’ de Roberto Bolaño y ‘Crónicas marcianas’ de Ray Bradbury, muy buenos ambos, aunque no soy tan fan de la forma de narrar cosas de la «cientifiction» norteamericana de los años 50, eso no implica que sea mala para nada, solo que no es lo mío, lo acabo de descubrir jaja, pero recomendado de todos modos, chance y contigo funciona mejor :).
Inicio de temporada
¡Y con esta modesta entrada comienza oficialmente la octava temporada!, bruh, ‘pánico éldrico’ saber que ya llevo ocho años escribiendo ñoñadas, admito que no necesariamente en gran cantidad ni calidad, pero aún así es algo que de alguna forma me da felicidad, ¿y que es la vida si no buscarla?, tal vez sea otra cosa, no soy filósofo, yo que voa saber.
El lector avispado habrá notado el cambio de fuente y distribución del blog, y alguna que otra mejora de ‘calidad de vida’, espero que eso facilite un poco la lectura y así, todo bien todo fine.
Bueno, hay planes como siempre, aunque espero que no pase lo de siempre, a saber, que no termino por ejecutarlos, estoy pensando también en cambios a largo plazo, la vida da muchas vueltas y no hay garantía de que pueda mantener esta vaina indefinidamente sooo, ¡a pensar como hacerle!.
Pásala bien amable lector, para mis 4 lectores frecuentes, un <3 los tqm, ¡yoooooo!
En esta ocasión tenemos un libro especial para reseñar, por motivos modestos, pero también válidos creo yo, ¿te ha pasado que el universo te avienta un libro a la cara en plan ‘¡léelo!’?, no sé si alegrarme o lamentarme porque me pasa muy seguido, mi backlog de libros por leer crece cada día y no puedo ni reducirlo en uno o dos volúmenes al mes. Aún así y a pesar del ‘modo pesadilla’ que ha agarrado mi agenda los últimos meses, me alegra que por fin pude terminar uno de los libros más recientes de dicha lista, uno que me llegó por pura casualidad y que en esta ocasión voy a reseñar, el título: ‘Los crímenes de los objetos cotidianos’, escrito por Claudio Imirizaldu.
Semblanza del autor
Claudio es un editor, escritor y en sus palabras sobre todo un lector, originario de Quilmes, Argentina, lleva muchos años en México, sobre todo en las inmediaciones del Valle de Toluca y Valle de México, ¿por qué ese dato es relevante? pues que mi base de operaciones coincide con este espacio geográfico, en otras palabras, su producción literaria (en cualquiera de los aspectos mencionados) ‘resuena’ (he aquí un anglicismo que no me termina de gustar) particularmente conmigo, porque entiendo mucho mejor la geografía, la cultura y muchos artefactos sociales que al final alimentan dicha producción.
Su labor es variada y manifiesta en multitud de obras, las referencias que más he hallado están relacionadas con la editorial independiente ‘Edición de Autor’ de la que es cofundador, cuenta también con una gran lista de participaciones en foros y conferencias del mismo mundo editorial.
Semblanza del libro
Todo esto converge en el volumen que va a tratar la entrada. ‘Los crímenes de los objetos cotidianos’ es un compilado de relatos breves, que son fuertemente inspirados por la tradición latinoamericana del relato fantástico, se define en la contraportada:
«Claudio Imirizaldu nos propone a través de estos diez relatos un mundo caótico donde ambas, ficción y realidad, se alían para desequilibrar la tranquila vida de los personajes que deambulan por estas historias.
Así seremos testigos de hechos cotidianos como: tomar un camión, caminar por la calle y ver un perro, dar de comer a las mascotas o adoptar un gatito, mirar la luna llena, tener en nuestra casa electrodomésticos y jugar ajedrez, pueden cambiar nuestra vida para siempre.»
Y básicamente de eso se trata todo, a continuación un breve resumen de cada relato.
Resúmenes
Alebrijes
Gregorio, jugador profesional de ajedrez, recibió la encomienda de su madre y hermana de cuidar a las mascotas de la casa en su ausencia. No obstante, él estaba absorto en su preparación para el campeonato que se avecinaba.
En su habitación un ajedrez de alebrijes representaba la partida que estaba estudiando. Con peones con cabeza de gato, alfiles con alas de guacamayo y torres con rostro de perro, etcétera.
Sus alarmas le recordaron su tarea, tenía que alimentar a todos los seres vivos de la casa, él incluido.
Estaba tan concentrado en la partida que al pez, al gato, al perro y al perico les terminó dando el alimento equivocado, a él le tocó la comida del gato.
Después de la dura jornada de estudio y estrategia cayó desmayado entre dos peones-alebrije, algún tiempo después despertó con una sed acuciante que lo hizo ir en cuatro patas a buscar agua, tan desesperado estaba que la bebió del plato que usaba normalmente el gato.
Cuando su familia llegó, su madre más con ternura que con temor acarició el cuerpo de un hombre con cabeza de gato y cola de pez que maullaba entre ellas.
Layla
Un hombre se instalaba en su nuevo departamento, al salir de la terraza se percató de aullido del perro del vecino. Hizo memoria de sus cientos de años para recordarla, ella agregó un gruñido feroz.
Al día siguiente, al salir de su edificio estaba allí, le gruñó con la misma hostilidad tan pronto lo vio, su ‘dueño’ se disculpó a lo que el hombre le pidió que no se preocupara, después emitió un gruñido en respuesta, inaudible para cualquier humano, ahora sabía quien era, el hombre que ella aceptaba como dueño la llamó Layla.
Por la tarde se asomó a la terraza, la vió desaparecer, y el recuerdo de quien realmente era lo embargó por completo. Una vez terminada su transformación en una bestia, el hombre-bestia fue de cacería, capturó a un vagabundo que le llevó como ofrenda a Layla, ella lo aceptó para luego iniciar un ritual amatorio que duró quizá para siempre.
Aquella melodía
El célebre compositor Vladimir Uldazirimi llevaba varios días sin comer ni dormir adecuadamente en su intento por crear su obra maestra.
Una melodía que llevaba muchos años en su cabeza pero que a diferencia de sus otras composiciones se rehusaba a ser plasmada en la pauta, para así poder ser compartida con el mundo.
Esa media noche, derrotado, fatigado y hambriento se dirigió a una taberna cercana para saciar sus apetitos. Pidió un plato de guiso, pan y una botella de vino. Tan pronto terminó y sin apenas respirar pidió otra. Satisfecho del todo pasó a observar a los parroquianos que permanecía en la taberna, un tahúr, algunos bandoleros, varias damas de moral ligera y uno que otro artista trasnochado en busca de inspiración igual que él.
Cuando se decidió a hablar con una de las susodichas damas, una voz femenina le susurró: «No busques una mujer aquí, seré yo quien hoy te haga compañía». Cuando volteó con sobresalto solo pudo ver al dependiente. Pagó la cuenta y regresó a su casa, de inmediato se puso al piano y después de los ejercicios de calentamiento descargó su energía sobre las teclas que respondieron con un mágico sonido mientras las manos que tocaban se desprendían del cuerpo del compositor que cayó sobre la alfombra.
Por fin podía escuchar al piano la música que había guardado por tantos años, una hermosa mujer bailaba sobre el instrumento que era guiado por las manos que por sí solas ejecutaban con admirable destreza.
Vladimir reía, lloraba, cantaba y gritaba al observar sus muñecas sangrantes separadas de las hábiles manos que seguían danzando sobre el teclado.
Objetos cotidianos
«De la vigilia al sueño el paso es lento. Del sueño a la pesadilla solo un salto…» – Gabriela Ballesteros
Juan miraba un partido de futbol en la televisión, tenía su cerveza pegada al pecho. Luego de celebrar un gol, al intentar sentarse el sillón cedió ante su peso y por poco se estrelló sobre la botella rota de cerveza que había arrojado para evitar su caída.
Terminó de ver el partido de pié, juzgó al sillón como inservible y se fue a dormir.
Despertó ‘cuando tuvo ganas’ y fue al baño luego de tomar una toalla, cuando terminó de hacer sus necesidades el inodoro, por algún motivo y justificación física no lo dejaba levantarse, succionándolo cual máquina moledora de carne.
Sin prestar demasiada atención a todos estos eventos, se terminó de duchar, preparó café y luego inspeccionó el sillón que se veía totalmente normal.
Después del desayuno salió a cortar el césped, llevaba unos pocos minutos de faena cuando al limpiar una parte del jardín sintió la feroz mordida de las dijeras de podar, con esfuerzo logró liberarse y solo entonces asomó el pensamiento de que todos estos eventos escapaban a la casualidad.
Con mucha precaución entró a la casa en busca del botiquín, todos los objetos del hogar estaban en su lugar, ahora los miraba con grave desconfianza.
La llave del lavatorio lo intentó decapitar, el cojín de su sillón lo intentó asfixiar. Su lámpara de noche logró golpearlo en la sien.
Juan logró escapar a duras penas, pero así de herido física y psicológicamente no podría defenderse por mucho tiempo de los objetos que por su parte lo miraban arrastrarse lentamente.
Por fin la licuadora lo atacó en la cabeza, un cordón de algún electrodoméstico le sujetaba las manos y el asalto seguía, llegó a imaginar que escuchaba a alguien llegar a salvarlo, tal vez incluso él mismo.
Luego de muchos días, los vecinos de Juan llamaron a la policía, lo encontraron muerto, rodeado de sangre con una herida en la pierna y un sacacorchos clavado en la sien.
Lágrimas de tinta
Un editor por la noche encontró que tres volúmenes de su biblioteca emanaban una extraña humedad: «Cuentos de amor de locura y de muerte», «Rayuela» y «Aura». Preocupado, los abrió de inmediato, para alivio suyo no encontró agua alguna sobre las páginas. Aunque después de un análisis más profundo notó que en algunos caracteres había algo parecido a lágrimas.
El hombre continuó con sus planes para el resto de la noche, paseó a los perros, se sirvió un vaso de whisky, y encendió un puro para acompañar la lectura de un difícil manuscrito que tenía que editar.
Apenas había dado un trago a su bebida cuando un terrible dolor en la boca del estómago lo redujo al piso y poco a poco lo dejó inconsciente.
Despertó en un pasillo desierto, escuchaba voces con cierta lejanía y notó que su cuerpo era más bien etéreo, escuchó decir que para él ya no había esperanza, el aullido de sus mascotas, decidió moverse al final del pasillo, allí en una iluminada habitación lo esperaban toda clase de manjares, libros y algunas personas.
Cuando llegó hasta ellos y los pudo distinguir bien, no lo pudo creer.
– «Vení vení… acá estamos, te esperábamos hoy, contános»
– «¡Ustedes, pero están…!»
– «Ahora vos también»
Los autores de los volúmenes que habían llorando lo esperaban y le daban la bienvenida. Cuando el editor lo comprendió todo, sonrió y dijo:
– «Salud pues»
Gato y tía Herminia
Una familia se esforzaba por darle la bienvenida a un gato en miniatura. Tenía cerca de un mes de vida y no medía más de tres centímetros. Después de muchos trabajos lograron colocarlo en su nuevo hogar sin lastimarlo en el proceso.
El gato, pequeño como era gustaba de jugar con sutil violencia con los miembros de la familia. Conforme pasaba el tiempo Gato crecía más y más, su tamaño llegó a ser tan grande que alguna denuncia anónima llevó a las autoridades a revisarlo confundiéndole con una pantera o alguna especia en peligro. Pero no, era un gato normal en todo sentido, excepto en sus dimensiones y sus maullidos alienígenas.
La familia decidió no aceptar visitas para que no se asustasen al ver a Gato con variados pretextos aunque siempre con éxito.
Hasta que un día llegó la tía Herminia del campo, por el cariño que la familia le tenía le permitieron entrar, después de darle una cálida bienvenida la prepararon para presentarle a Gato. Por último le sugirieron ir al baño por detrás del sillón para así evitar pasar cerca del felino.
A la mañana siguiente todo se veía tan normal como siempre, con la excepción de ver a gato acostado boca arriba con los bigotes coloreados de rojo por lo que parecía ser la tía Herminia.
«Hola tío, tanto tiempo ¿cómo están por allá?, ¿la tía?, no, acá nunca llegó».
Ellas
Un hombre relata su encuentro con una mujer «bella pero peligrosa». Una noche en que la encontró se armo de valor para preguntarle si la podía acompañar, de algún modo él entendió un sutil sí.
Después de varios meses de juegos y conquista, ella lo invitó a pasar la noche. Pasaron muchos años, en los que intercalaban periodos de romance con periodos de abandono, hasta que llegaron a su última separación.
El hombre le pidió a la mujer que lo acompañara al tren subterráneo, se despidieron en la estación de Avenida de Mayo.
Al subir al vagón el hombre cerró los ojos para ocultar si acaso una lágrima asomaba por sus pupilas. De repente se vio rodeado de una multitud que abordaba el mismo vagón, pero de algún modo distinta y desconocida. Bajó en la estación Zócalo.
Una mujer lo esperaba al salir de la estación, soberbia y altiva.
«Vete con cuidado che, soy bella pero peligrosa, igual que ella me veo seducible y encantadora, los que caminan sin saber a dónde van o dónde están son quienes no pudieron conmigo. Amo violenta y salvajemente con pasión y placer, pero pido con igual placer y pasión, que se entreguen y den cuando quiero. Y quizás… No lo sé… Hoy quiera…»
Xolo
Viernes 19 de septiembre de 2017, el relato comienza con un retrato de la calle Madero en la Ciudad de México. Una familia de artistas lleva acabo su espectáculo. Alcides el mago, su esposa Xóchitl, Lluvia su hija y la estrella del espectáculo, Rufo el perro.
La escena es común en este horario en el centro de la ciudad, cerca de la una de la tarde.
De repente la multitud se detiene, y el mundo empieza a convulsionar. Rufo se da cuenta por la expresión de terror de Lluvia, ella llorando intenta asirse a una jardinera para evitar ser tragada por la ciudad, su madre intenta en vano ir a ayudarla, de pronto el fiel perro la arrebata de las fauces de la tierra, pero cae en su seno en el proceso, inexorable allí le da la bienvenida el último guerrero azteca. Juntos empiezan su viaje al mictlán.
Luna
Sebastián, egresado de la facultad de antropología, enamorado de la Luna y aspirante a escritor tenía todo preparado para su viaje a Mérida desde donde se vería mejor a Ixchel durante el solsticio de invierno, la luna y diosa del amor para los Mayas.
Tan pronto llegó, se instaló, estaba a tiempo, el evento astronómico sería el 21 de diciembre, discurrió por horas en el mercado buscando los ingredientes del potaje que planeaba usar para atraer a su amada.
Después de tener todo preparado, ofreció su regalo a la deidad y fue a dormir, pasaron las noches y la esquiva luna asomaba solo parte de su rostro cada vez menos hasta desaparecer, entonces, una noche, se presentó en todo su esplendor, y miró a Sebastián, bajó donde el y se amaron hasta quedar exhaustos.
A la mañana siguiente, antes de que el sol asomara su rostro ella se lo llevó a recorrer, manso y tranquilo, su eterno firmamento.
Indique su chofer al destino
«El tiempo siempre es el mejor autor, siempre encuentra el final perfecto»
Carlos Ernesto se preparó para el trabajo como siempre lo hacía, preparó un mate, sus cigarrillos, se duchó y luego de ponerse el traje de siempre, gris como su vida, se dirigió al bondi, iba tarde y cavilaba sobre el regaño de su jefe, las burlas de sus compañeros y la pérdida de guita, cuando subió la máquina boletera le dio la bienvenida con un críptico mensaje:»indique su chofer al destino”.
Sin saber cómo reaccionar a tan ambiguo mensaje simplemente pagó y aturdido como estaba solo después de eso notó a la única pasajera del transporte. Ernesto se sentó hasta el fondo y se puso a pensar en lo gracioso de la idea de elegir al chofer y no al destino. Entonces la mujer de ojos verdes como espejos de agua y un cabello negro y ensortijado, y labios rojos sobre una piel trigueña se sentó a su lado.
Ernesto hizo una observación sobre los lunes que le preció lo más idiota que podía decir, pero la mujer con un comentario agradable desvió la conversación para revelar su identidad: «una fantasía». Bajaron del bondi y Ernesto ignoró la hora, el trabajo y su vida, fueron a un viejo muelle de pesca al borde del río, tomados de la mano, allí se besaran y amaron, llegó la noche y ella se internó en el agua hasta cubrirla completamente para emerger como una sirena, lo llamó, Ernesto se levanto, volteó a mirar atrás.
Se dio cuenta de que no había nada porque quedarse, y volteándose para encontrarla tuvo pánico de que todo hubiera sido un sueño, que ella no existiera y que la mediocridad de la rutina en que vivía lo ahogara para siempre. Pero cuando miró hacia el río la vio en la superficie ofreciéndole su mano y esperando que el la tomara para dejarse llevar hacia la inmensidad del sueño recobrado.
Comentario
Sobre el relato breve latinoamericano
Desde los albores de la identidad cultural latinoamericana, y su adopción del relato breve moderno siempre han existido dos grandes focos de producción literaria, Argentina y Uruguay en el sur, y México en el norte, dato bien sabido que el maestro Seymour Menton en ‘El cuento hispanoamericano’ trazó un panorama general del género en este pedacito de planeta que tantos problemas tiene pero que también tiene mucho por decir.
En términos sintetizadores, los autores han sido con frecuencia influidos por otros de muy diversa extracción como Horacio Quiroga con Egar Allan Poe o Rubén Darío con los parnasianos franceses, incluso en el famoso Boom, la influencia del avant-garde europeo se hace notar.
De nuevo, en latinoamerica, somos particularmente afectos a tomar influencias y coalescerlas con lo que tenemos a mano, incluida desde luego la nativa, el terreno (geográfico y social) y lo que el siempre presente vecino del norte nos arroje.
Esto, en mi opinión le da un gusto ‘acrisolado’ a la literatura que se produce en este rumbo, en lo personal creo que es una expresión cultural que vale la pena reconocer y compartir tanto como sea posible, en pocas palabras, también por aquí se hace cultura.
De una vez suelto el enlace desvergozado de la sección, en la entrada El fistol del diablo – Diario de lectura (Parte 3), sobre todo en la sección ‘De la narrativa fantástica’ se discutió brevemente este ‘género’ narrativo y sus características principales.
Vale la pena aclarar que esto de definir géneros en cualquier disciplina nunca va a ser exacto, porque la mayoría de obras tiene cosas de uno y otro de manera simultánea, así que solo voy a enumerar algunos de los parámetros que se suelen considerar fiables, para decidir cuando un relato es fantástico, sobre todo en función de lo que definió Tzvetan Todorov en su análisis del asunto (todos dicen que le sabe so…)
Una de las características uniformes en todo relato fantástico es ‘el rompimiento’ de la realidad, esto es, que acaece un hecho ajeno a la realidad objetiva a la que tenemos acceso, este rompimiento puede ser espectacular o sutil, efímero o durar eones, su naturaleza puede ser muy variada, pero en todos los casos debe ser ajeno a toda realidad demostrable en el universo de la obra, puede ser un suceso, un objeto, un personaje.
Otro aspecto importante en los relatos fantásticos es cómo es abordado por los personajes de la historia, ¿aceptan el rompimiento de la realidad como si fuera un evento cualquiera?, ¿logran darle una explicación racional al suceso?, ¿existe vacilación por saber si el hecho es o no sobrenatural?
Justo esta última pregunta define si el relato es considerado fantástico en la ‘escala de Todorov’, si hay ambigüedad en el hecho de que el rompimiento es en efecto algo sobrenatural o bien es explicable de forma lógica, se puede decir que el relato es fantástico. El ‘efecto’ como decía Poe, es posiblemente la principal característica de un relato, en el caso de un relato fantástico este efecto casi siempre emana de la ambigüedad del hecho insólito, el lector sigue planteándose la realidad aún después de terminar la lectura.
Y ya que mencioné la escala de Todorov, aquí están los otros ‘niveles’ que puede tomar un relato en función del grado de vacilación del efecto del relato.
Los relatos extraños se producen cuando la ruptura de la realidad se puede explicar racionalmente, e.g. ‘El castillo de los Cárpatos’, no ‘elaboro’ para no caer en el spoiler ja.
Los relatos maravillosos se definen cuando lo sobrenatural se acepta como algo natural, e.g. ‘100 años de soledad’ entraría porque nadie pone en duda los sucesos sobrenaturales como la despedida de Remedios, o el asunto de las hormigas.
El relato fantástico lo es cuando hay ambigüedad entre lo real y lo sobrenatural, e.g. ‘Los ganadores del mañana’ (lo acabo de leer y es un gran relato, recomendado jajaja), tampoco explico mucho por los spoilers.
Otros ejemplos de relatos fantásticos (según Google) son ‘El Horla’ de Guy de Maupassant y ‘Aura’ de Carlos Fuentes, yo disiento un poco con ‘Aura’ porque me parece que se acerca más a lo Maravilloso, pero de nuevo, estas cosas son bastante difusas
Sobre la literatura local
Los relatos del libro me parecieron agradables, aparte de porque siempre soy muy benévolo, porque encuentro muchas cosas que los otros maestros latinoamericanos han dejado para que descubramos, easter eggs literarios si se quiere, no solo eso, el contexto de cada historia puede encontrarse en cualquier lugar de latinoamerica, y cuando se define claramente en dónde tienen lugar las historias, prácticamente todos podemos pensar en alguna experiencia parecida en algún lugar similar o incluso que conocemos de primera mano.
La obra de Claudio se enmarca en un momento difícil para la cultura local, por factores externos y también internos como siempre, la verdad me sorprende de buena manera que todavía exista, después de todo en el siglo XIX por poco y el país es absorbido por los vecinos del norte, y si bien sobrevivimos, este mismo vecino es posiblemente el mayor exportador cultural de la historia (esperen un micro ensayo de todo esto escrito por alguien que no sabe del tema en próximas entradas jojojo).
Sin descontar la hegemonía económica y diplomática de los mismos manes, no se necesita ser un politólogo consumado para darse cuenta de que el futuro del país está fuertemente ligado a lo que suceda al otro lado del Río Bravo, pero no solo eso, aunque la tendencia al aislacionismo económico parece estar tomando fuerza en el escenario mundial, seguimos viviendo en un mundo hiper-globalizado, es muy fácil consumir cultura de lugares muy remotos, en una magnitud que hace 100 años habría sonado imposible de concebir.
Lo que me devuelve al ahora, a pesar de tener todo en contra en múltiples sentidos, seguimos hablando español, cantando rancheras y leyendo a Juan Rulfo, o eso espero jaja, si bien no deseo hacer un llamado a la discriminación cultural de naciones externas, sí me gustaría animarte mi amable lector a que tampoco discrimines lo que se hace en donde vives, como le decía a mi lectora favorita, ‘también de este lado le sabemos al romance <3’ (Intentaba convencerla de leer un libro de extracción 100% nacional que no le pide nada a los Kdramas que les encantan a la chaviza moderna).
Una anécdota muy random
Y esta sección es solo para una breve anécdota que puedes ignorar completamente, si ese es el caso y llegaste hasta acá, gracias por leer las cosillas que a veces escribo <3.
Anywayyyy (vieron esoooo? jaja, el que apela a la defensa cultural pero que al mismo tiempo usa anglicismos, yup, la hipotenusaaa, pero al menos yo lo acepto, ¿no?, ¿no? XD).
Resulta que la forma en que me encontré con este libro me pareció curiosa, iba camino a hacer algunas diligencias al ‘Centro’ como le decimos los locales al casco antiguo de Toluca, donde están los portales, los edificios gubernamentales y religiosos, dato globito, la planeación urbana novohispana demandaba que los centros de gobierno, religiosos y económicos estuvieran cerca el uno del otro, ya sabes, que uno de los principales motores de la expansión hispana en México se debía al fervor religioso, testimonio de eso es que en toda ciudad de importancia tiene la catedral cerca del palacio de gobierno y de los portales (o sus análogos), más interesante aún que cuando se construyó Cancún en los años 1970’s este esquema tradicional se ingoró, lo que causó malestares en algunos sectores.
Bueno, volviendo al relato, iba caminando cuando tropecé con una librería del FCE, no es que fuera la primera vez que la veía, de hecho, todo lo contrario, solo que nunca había surgido la necesidad de comprar algo allí, pues que en esta ocasión tenía un poco de tiempo y siempre quiero comprar libros así que no le ví problema, el dependiente me vio entrar algo dubitativo y con gran amabilidad me invitó a entrar, después de vagar un poco y no encontrar ninguna obra de las que tenía en mente (quería una copia de Historias de cronopios y de famas, me había reencontrado con ‘Instrucciones para llorar‘ y quería leer los otros relatos) me disponía a salir cuando me preguntó si buscaba algo en especial.
Al decirle lo que pensaba, de inmediato me dijo que no lo tenían pero sí había obras del género fantástico, y me presentó varios libros, notó que me llamó la atención uno que acotó era de un autor local (de Metepec me parece?) y por fin me mostró ‘Los crímenes de los objetos cotidianos’, «este lo escribí yo» me dijo sin darse importancia.
Conversamos unos minutos, le comenté de mi sueño guajiro de ser un autor y el consejo que me dió fue: «Esto es trabajar, puro trabajo, no dejes de trabajar en eso», suena sencillo pero me pareció sumamente apropiado, pocas cosas requieren tanta fuerza de voluntad como crear, imaginar y construir, en este momento que pinta como de los peores para la cultura literaria nacional, sobre todo para los autores emergentes, estas consideraciones me hicieron adquirir el libro y de paso hacer lo poquito que está en mis manos para darlo a conocer a más gente.
En resumen y conclusión, no está mal leer cosas de otros lados, pero mucho menos lo es leer cosas locales, en cualquier caso basta que googlees ‘EDICIONES DE AUTOR editorial’ para entrar en el rabbit hole que es la edición literaria nacional y lo que tiene para ofrecer, hagamos cultura, salvemos al mundo, y no dejes de trabajar en eso que te gustaría lograr (con obvias acotaciones, pilaaaas).
Poco más de un año sin entrada, no sé qué da más miedo, que el año se fue volando o que no hice nada en todo ese tiempo aparte de sobrevivir, a la gente le encanta hablar de sí misma pero eso no es necesariamente para lo que está este blog así que la sección de noticias va a estar al final de la entrada.
¿Por que no mejor nos concentramos en el contenido?. El tema que nos ocupa esta ocasión es: ¿qué cosas leer?
Y la verdad así como está de ambigua no tengo mucha oportunidad de responder esa pregunta satisfactoriamente, la respuesta breve en mi opinión es ‘lo que quieras’, ¡listo vamonos! gogogo. ¿Qué? ¿me vi muy flojo?, oh okay, permítame amable lector explicar mi opinión.
El terror de los que leemos
En algún punto de su vida, toda persona se termina por dar cuenta de varias cosas, que no siempre vamos estar acompañados, que la gente es buena, pero a veces no, y sobre todo (y lo que nos ocupa) que en algún momento todos nos vamos a morir.
Aunque mi intención no es reflexionar en la mortalidad humana y sus efectos en la psicología y el ánimo, ni causarte un ataque de pánico o una crisis de identidad, aunque también es un tema interesante, mi teoría es que de ese asunto surgen la mayoría de creencias religiosas, bien para paliar ese temor, o para obtener un poco de consuelo en el duelo por la pérdida de un ser querido, otro tema interesante, pero que no nos ocupa en esta ocasión.
Acompañando a la certeza de la muerte, está la certeza de que nunca vamos a terminar de leer todo lo que queremos, ni siquiera consideremos por asomo el leer todo lo que hay, de un tema, o un autor. Ese es el terror que todos afrontamos, hay tantas cosas por leer, pero el tiempo que tenemos es limitado, mínimo, si se ve con perspectiva.
Entonces, forzosamente debemos elegir, ¿a qué le vamos a dedicar nuestro valioso tiempo?, en realidad no hay respuesta correcta o incorrecta. Puedes elegir leer novelas y series modernas, historietas, manga, la envoltura de las galletas del desayuno (¿quien desayuna galletas?), dedicar tu vida a los clásicos grecolatinos, a lo que hacen en Estados Unidos, a lo que se hace en Latinoamérica, y ninguna de esas opciones es más o menos válida que la otra, si de todos modos nos vamos a morir, ¿por qué hacer de la lectura, uno de los grandes placeres de la vida, una labor obligatoria, cansina y febril?, si de todos modos nos vamos a perder la gran mayoría de cosas que se han escrito, ¿por que no disfrutar de leer lo que nos gusta?.
Ahora bien, esto no implica que en términos literarios o del propio ‘enriquecimiento interior’ todo lo que se ha escrito es equivalente, pocas cosas son tan descorazonadoras como leer algo que termina siendo una decepción (en mi caso solo hay una obra que entra en esa categoría, no es que sea mala pero no era para mí), incluso intentando lo imposible, esto es, valorar una obra por encima de otra, hay un consenso general de que hay libros que sería una pena perderse, en ese caso yo diría que un buen plan es leer cosas que te gustan, intercaladas con cosas que la mayoría acordamos en recomendar, a este respecto hay listas y tops que seguro pueden servir de guía, todos muy buenos, muy bonitos, muy parecidos.
Por supuesto que voy a poner una mía jajajaja.
Mi top de libros por leer antes de morir
De entrada solo quiero apuntar que este top tiene la palabra ‘Mi’ porque es mi apreciación personal con sus limitaciones y lo que conoce, en otras palabras, no estoy copiando una lista de los miles de sitios que han tratado ese tema, he leído cada obra en la lista y por eso probablemente le falten muchos libros obligatorios si le preguntas a otra persona, de todos modos puede que te sirvan de guía para encontrar algo que te guste (y que en mi modesta opinión sería una pena perderse), las obras no están en orden de importancia ni nada por el estilo, también tendré que limitar la longitud, ¡tal vez exista una parte 2 en el futuro!.
Cuentos extraordinarios/Nuevas narraciones extraordinarias : Un clásico en toda la regla, creo que no lo he visto mucho en este tipo de tops, es un volumen de relatos breves de Edgar Allan Poe. La mayoría de escritores del género en Latinoamérica Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones, Borges, Cortázar, y han tomado al maestro de Boston como una fuerte influencia, es un buen antecedente si te interesa el relato breve, la literatura fantástica, o en general la literatura Estadounidense del siglo XIX está recomendado.
Las muertas : Este si es bastante menos conocido pero es uno de mis libros favoritos, una novela satírica que en ocasiones raya en la comedia, es una adaptación de lo que pasó con Las Poquianchis (ahorita el nombre da un poco de risa pero bruh, fueron gente peligrosa) Jorge Ibarguengoitia es posiblemente mi autor mexicano favorito para pasar un buen rato, unas buenas risas jajaja, recomendado para olvidar un poco las dificultades de la vida.
Cuentos de amor de locura y de muerte : Otro volumen de cuentos que están tremendos, Horacio Quiroga es considerado un maestro latinoamericano del género así que yo lo recomiendo bastante, pon atención especial a mi relato favorito del volumen ‘La meningitis y su sombra‘.
El cuento hispanoamericano : Antología de relatos breves editada por el maestro Seymour Menton, no solo tiene lo mejor de los cuentos Latinoamericanos desde el siglo XIX hasta el presente, también cada relato tiene un comentario y breve análisis que te «enseña a leer cuentos», este libro me cambió la vida sin exagerar <3.
Como agua para chocolate : Una novela muy famosa, hay película homónima, realismo mágico del bueno, diría que es parte de los últimos rescoldos del boom aunque es mi poco informada opinión así que no me hagas mucho caso, también me gustó leer un poco sobre la visión femenina del amor, la autora, Laura Esquivel es una maestra en eso.
El Aleph : Volumen de relatos breves, que en mi opinión es obligatorio leer jajaja, broma, pero sí, Borges es famoso por los temas del laberinto, el espejo, los sistemas, relatos que parecen formar parte del mundo real, fantásticos, pero con una sutileza que hace dudar al lector, mi relato favorito es ‘La casa de Asterión‘ y tengo muchas ganas de escribir sobre ‘Emma Zunz’, pero los recomiendo todos.
El llano en llamas : Algo me dice que me encantan los relatos breves, El llano en llamas está al nivel de todos los otros volúmenes de esta lista, el maestro Rulfo retrató el México post-revolucionario con suma elegancia y precisión con estos relatos, imprescindible en la literatura mundial.
Maten al León : Novela de Jorge Ibarguengoitia, posiblemente mi favorita del autor, un poco de drama, de comedia y de sátira a las dictaduras latinoamericanas, recomendado con vehemencia.
La tregua : Un clásico, aunque abundan los memes sobre Benedetti y su obra, La tregua no le pide nada a los doramas jaja, una muestra de que también hay romance latinoamericano del bueno, también por acá sabemos querer bonito.
Trafalgar : Primer volumen de los episodios nacionales del maestro Benito Pérez Galdós, es sorprendente ver que muchos, pero muchos autores latinoamericanos se vieron inspirados por su idea de novelizar los episodios de la historia de sus países e hicieron obras igual de interesantes, es probable que ya hubiera antecedentes a este tipo de narraciones historico-literarias, pero pocas con la calidad y elegancia de Trafalgar.
Decidí obviar las recomendaciones que siempre se encuentran en este tipo de listas, desde luego que están recomendadas con vehemencia, claros ejemplos son:
100 años de soledad
El conde de Montecristo
El amor en los tiempos del cólera
El viejo y el mar
Ninguna de esas obras requieren presentación porque son de verdad muuuy conocidas, aunque siempre me da mucha gracia la review que hacen los ‘nacionales’ sobre ‘El viejo y el mar’ en South Park.
Conclusión (y algunas noticias)
El mismo hecho de que vamos a dejar muchas cosas sin leer pudiera motivarnos a leer todo lo que podamos, entre más libros leamos más rápido, mejor, yo caí un poco en esa forma de pensar, pero al poco tiempo me dí cuenta de que si seguía por ese camino terminaría por odiar los libros, destino aún peor que el perderse todos los libros que existen.
Justo por ese tiempo me encontré con un canal en Youtube que recomiendo Jared Henderson, de un man que explica filosofía en términos más digeribles (otro tema que me interesa), y mencionó algo que me pareció muy acertado, es mil veces mejor leer un libro y entenderlo a plenitud, disfrutarlo e incorporarlo a tu corpus de conocimiento que por el contrario forzarte a leer mil libros en un año pero que no te quedes con nada, y encima que el proceso en sí sea una tortura (acá está el vídeo si lo quieres ver: How to read better), por cierto que trae una cita tremenda «What you read is you deciding what kind of person you want to be.», así que está bien leer lo que te gusta, pero si de vez en cuando te pones retos, como leer a los clásicos, a los rusos, a los filósofos, a ‘los difíciles’, estás diciéndote a ti mismo que clase de persona quieres ser OMG, ¡potente!.
Y con esta muy modesta (y lo admito también ‘low-effort’) entrada damos comienzo a la temporada siete del blog, wow, el tiempo se va volando, ¡pónganse a leer¡ jajaja.
Hay planes para más cositas en el blog así que espero que esta no sea otra temporada de una entrada, aunque uno nunca sabe lo que la vida te va a aventar, pero como dijo el filósofo «Cámara no me agüito».
Se va a notar que este bimestre no tuve mucho chance de armar una entrada pero ni modo jaja.
Esta entrada es básicamente una lista de las cosas que estoy leyendo/quiero leer y que a lo mejor en algún momento o bien tienen entrada, o bien serán mencionados (o a lo mejor hasta fungirán como fuentes), intentaré armarla por categorías con un breve bosquejo de por qué me parecen interesantes y ¿quién sabe? a lo mejor aquí encuentras tu próxima lectura.
Cosas que estoy leyendo
La Odisea: Segundo volumen de la colección de Gredos/RBA que mencioné vagamente en la entrada ‘La historia como ciencia‘, está bien bonito y con una excelente traducción, muy legible y amable con todos, el prólogo indica que más que un canto épico de la edad del bronce, La Odisea es el más moderno de los mitos, más emparentado con la novela moderna que con las leyendas de los antiguos, creo que esta es la más ‘obligatoria’ de estas recomendaciones.
Escultura monumental Mexica: A lo mejor este si tiene entrada, explica el viaje de los tres monolitos más importantes de la escultura Mexica: La piedra del sol, la Coatlicue y la Coyolxauhqui, el objetivo del libro es documentar las esculturas de manera gráfica pero también rescatar un poco de su historia moderna (dónde y cómo las hallaron, si las quisieron destruir, etcétera), está tremendo, editado por el Fondo de Cultura Económica.
Rimas de Gustavo A. Bécquer: Me lo encontré gratis en la tienda Kindle so, here we are, el prólogo/introducción está interesante, y los versos son obviamente top tier, parece que a Rubén Darío le gustaban mucho, así que si te gusta la ‘Lira hispánica’ probablemente ya conoces este libro pero nunca está de más recomendarlo.
Cosas por leer
Aquí la cosa se pone complicada porque hay muuuuucho por leer, tanto que voy a tener que categorizar un poco para organizar todo este asunto, para esta entrada solo pondré una de las categorías a las que más ‘ganas’ le traigo.
Misceláneos
Son textos que creo no entran tanto en poesía o narrativa, algunos califican como ensayo pero otros pues, ni idea jaja, un montón de cosas random por acá.
Botiquín de comprimidos – Roberto Campa: No lo he encontrado en los pocos lados en los que he buscado, el título completo es Botiquín de comprimidos: Aforismos, axiomas y otras obviedades, suena muy bien y por eso aunque no recuerdo cómo entró a la lista lo dejé.
La guerra no tiene rostro de mujer – Svetlana Alexievich: Una reflexión sobre el papel de las mujeres en la guerra, en México no estamos tan ajenos al tema al recordar a la famosa ‘soldadera’, concepto muy relacionado con Pensativa por cierto.
¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? – Katrine Marcal: Otra reflexión sobre el papel de la mujer y su trabajo no remunerado en la época de Adam Smith, tema interesante con ecos modernos.
La vida secreta de la mente – Mariano Sigman: Un libro sencillo como para el más random de los lectores (yop) pero con un tema muy complejo, ¿cómo pensamos?, muy cool. Como dato random, los libros 2 a 4 salieron del mismo lado ‘No ficción – Un podcast de libros‘, está muy bueno, aunque hay pequeños fallos como una evidente agenda ‘woke’ que puede obviar libros ‘incómodos’ pero que bien podrían valer la pena, siempre lo recomiendo con la sugerencia de que no sea tu única fuente de recomendaciones de cosas para leer ;).
Recuadro de Nueva España – Lucas Alamán: La idea es que don Lucas Alamán (nació en el virreinato de la Nueva España, murió en México) nos explica cómo estaba este pedacito de mundo en esas épocas, es decir, el ocaso del dominio peninsular en el hoy territorio mexicano.
Gabo y Mercedes, una despedida – Rodrigo García, Random House, 2021: Relato del hijo de Gabriel García Márquez sobre la parte final de la vida de este, supongo que este cuenta un poco como ‘libro de chismes’.
Odi et amo, Cartas de Helena a Octavio – G. Sheridan: Otro libro de chismes, esta vez sobre el idilio que a la fecha tiene divididos a algunos estudiosos de la literatura, Paz vs Garro, ¿quién tendrá la razón?, colección de cartas compilada por el amigo de Paz, Guillermo Sheridan (así que como dirían los gringos, tómalo con un grano de sal).
Los idilios salvajes – Guillermo Sheridan: Mismo tema que el libro anterior contado desde la perspectiva de un tercero, de nuevo el amigo de Paz, Guillermo Sheridan.
El naco en el país de las castas – Enrique Serna: Un ensayo que suena a estar tremendo, sospecho que es una crítica al clasismo nacional herencia de las formas antiguas mencionadas por Alamán.
Las caricaturas me hacen llorar – Enrique Serna: Ensayos y artículos de crítica a la sociedad mexicana y por lo que veo al mundo en general, todos dicen que Serna es muy afín a Ibargüengoitia, mi escritor nacional favorito, me da mucha curiosidad leerlo.
Y como dicen los franceses C’est la vie nos vemos en la próxima y última entrada del año, bruh, ¡que alguien le baje a la velocidad de esta vaina!.
La casa de Asterión es un relato breve escrito por Jorge Luis Borges en 1947. Publicado por primera vez en un número de la revista ‘Anales de Buenos Aires’, aunque su inclusión en ‘El Aleph’, uno de los dos volúmenes más famosos de Borges (el otro es ‘Ficciones’) lo hizo bastante más conocido.
El relato es una revisión de un famoso mito griego, de verdad recomiendo leerlo antes de los spoilers, su efecto es tremendo.
Resumen de ‘La casa de Asterión’ [spoilers]
El relato comienza con la cita:
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Apolodoro, Biblioteca, III, 1.
Y Asterión comienza su discurso.
Primero rechaza las acusaciones que sobre él arroja la plebe, no es ni un misántropo, ni un soberbio, ni mucho menos un loco, calumnias que “castigará a su tiempo”.
Luego admite que no sale de su casa, pero da buenas razones para ello.
En primer lugar es muy grande, de hecho tiene un número infinito de puertas (el texto anota que el original decía catorce, número que para Asterión equivale al infinito), de nuevo desprecia el rumor de que hay una casa parecida en Egipto.
Otra calumnia es que es un prisionero, de nuevo, aunque su casa es tan grande y un laberinto para los extraños. Ha salido a la calle, pero las caras aplanadas de la plebe, sus llantos y rezos de terror que les inspiraba verle, lo terminaron por fastidiar.
Humildemente acepta que aunque su modestia lo quiera, no se le puede confundir con el vulgo.
Tampoco sabe leer, pues, como el filósofo, piensa que nada es comunicable por el arte de la escritura, eso a veces le pesa pues los días son largos.
Aunque tiene muchas distracciones.
A veces corre por las galerías como un carnero en embestida, juega a que le buscan, escondiéndose entre los infinitos (catorce) aljibes de su casa. También juega a estar dormido, en ocasiones realmente lo hace, pero su juego favorito es fingir que ‘otro Asterión’ lo visita y que le muestra la casa.
También reflexiona sobre esta, con infinitos patios, pesebres, aljibes y galerías, todos idénticos, son uno y muchos a la vez.
Por último habla de que cada nueve años, entran a su casa nueve hombres para que él los libre de todo mal, tan pronto los escucha corre alegremente a buscarlos, ceremonia que dura pocos minutos. Ignora quiénes son, pero sabe que uno profetizó al morir, que alguna vez llegaría su redentor, desde entonces no le duele la soledad, sabe que existe y que en algún momento se van a encontrar.
El discurso de Asterión es seguido por estas líneas:
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
–¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo–. El minotauro apenas se defendió
Comentario
De mitos y leyendas
Siempre me ha parecido intrigante saber de dónde salen las leyendas y los mitos, relatos que se han contado incontables veces por todas las edades. Recuerdo que cuando estaba documentando la entrada de Romeo y Julieta encontré que partía de una idea que ya existía desde la Grecia clásica, ¡y para entonces ya era una historia antiquísima!.
Pensar en que desde el neolítico y calcolítico los gérmenes de todas las historias que conocemos ya habían sido completamente desarrollados me vuela la cabeza.
Por ejemplo, en uno de los primeros volúmenes de Historia de Heródoto encontré que los héroes griegos de antaño eran de una talla proverbialmente grande (véase la sección ‘The Tomb of Ajax’ de la entrada de Wikipedia para Retio, en inglés y ‘Other literature and media’ en la entrada de Orestes), lo mismo que en otro montón de culturas en todo el mundo. Sucede algo parecido con el concepto de un diluvio o de los amantes de bandos contrarios, ¡en muchos lados se pensaban cosas parecidas!.
Pero todo eso es especulación mía.
Hay dos aspectos interesantes en el relato de Borges respecto a la temporalidad de su versión del mito que quiero abordar.
En primer lugar cuando Asterión desprecia ‘el arte de la escritura’ justo como ‘el filósofo’ es una clara referencia a Platón y sus reservas respecto a ese invento de gente sin memoria (lol), lo que sitúa al relato después de la segunda mitad del cuatrocientos a.e.c.
Pero al mismo tiempo la última línea del relato menciona una espada de bronce, Wikipedia sitúa el comienzo de la edad del bronce en el Egeo (curiosamente) alrededor del 3200 a.e.c., y su reemplazo por armas de hierro hasta el 1000 a.e.c. Para cuando el filósofo estaba pasándola bien en las Polis, se puede decir que ya estaba razonablemente extendido el uso de hierro.
Se me ocurre pensar que o bien la ceremonia de sacrificio requería armas arcaicas o bien, hubo filósofos famosos anteriores a Platón que no gustaban de la escritura para transmitir sabiduría.
De Borges y Asterión
Ahora, sobre el relato propiamente dicho, su brevedad aumenta su contundencia. Como decía Quiroga: “Un cuento demasiado corto – lo que sin duda puede ser un defecto – es mucho mejor que uno demasiado largo” (estoy parafraseando).
La estructura del cuento que comienza con un monólogo y termina con una especie de ‘cámara en tercera persona’ es sumamente efectiva.
Lo que tiene relación con otro aspecto muy interesante del relato: ‘La reescritura del mito’.
La historia clásica tiene como motivo principal al ‘héroe ayudado por la princesa’. Borges lo reimagina como una historia de soledad y redención en la que el minotauro se convierte en el verdadero protagonista. El uso del nombre de Ariadna al final sirve para reforzar de manera inequívoca que se trata de la conocida historia de Teseo.
Lo que de nuevo tiene relación con Romeo y Julieta. La adaptación de una historia harto conocida en una pieza de literatura que atrapa la imaginación y emociones del lector es una proeza que solo los más grandes pueden lograr.
La casa de Asterión precedió por sólo cinco meses al drama en cinco actos ‘Los reyes’ de Julio Cortázar, ambos publicados en ‘Los Anales de Buenos Aires’.
Notable porque ambos parten del mito del minotauro, publicados el mismo año y en la misma revista. Y aunque la crítica implica la influencia de Borges en la trama de Cortázar, una carta de este a Borges indica que ya tenía desarrollada la idea del drama antes de leer el relato que nos ocupa.
El minotauro de Borges está más centrado en ‘su yo’ y su entorno inmediato, una especie de anhelo de ‘orden/paz’ obtenidos de la muerte, pero no está demasiado interesado en la trascendencia, en oposición al de Cortázar que la busca, al igual que el amor, la nobleza del espíritu y la belleza poética.
El relato de Borges presenta la muerte del Minotauro como la liberación de un mundo caótico y malvado. En ‘Los reyes’ esta muerte es una liberación a una esfera superior.
Los cambios en el manuscrito de ‘La casa de Asterión’ indican la búsqueda del personaje por el orden en la realidad, la explicación del rechazo de la población por Asterión.
Mientras que en la obra de Cortázar se presenta una realidad en la que la belleza y la moralidad se sabe existen, pero son sofocadas o mal interpretadas.
Aunque la carta no está publicada, aparece en la colección de Borges de la Universidad de Virginia. Y lee así:
Jorge Luis Borges
Habrá usted notado desde algún tiempo atrás la presencia del Minotauro circulando otra vez sordamente entre los hombres que escriben sus imágenes. Luego de hallarlo en el Thesée de Gide -entrevisto apenas, pero hermoso-, lo encuentro pleno de admirable inteligencia en el relato que llama usted La casa de Asterión. He querido entonces hacerle llegar este minotauro mío, que curiosamente profetiza al morir (murió en enero de este año) lo que hoy ocurre: su retorno incesante y repetido. Acéptelo usted como testimonio de cariño hacia Asterión, de nostalgia por su voz tan ceñida, tan libre de lo innecesario.
Con afecto,
Julio Cortázar
Jorge Luis Borges
Sobre la soledad
Marta Spagnuolo señala lo sorprendente que es que empaticemos con el mismo monstruo que inspiraba terror en el mito y en el imaginario colectivo de la cultura que lo concibió.
De hecho se teoriza que el mito original (véase Pasífae) tenía como objetivo alejar a la gente de tendencias ‘furries’ o bien desacreditar el dominio minoico de finales de la edad del bronce. De nuevo, historia y mito se confunden cuando pasa mucho tiempo.
De cualquier modo, Borges logra “ponernos en el lugar del monstruo” y comprenderlo hasta cierto punto, se sugiere cierta deficiencia cognitiva (aunque yo no estoy tan de acuerdo con esa idea). “Un desajuste emocional que presentan la mayoría de los niños con retraso mental o dislexia, quienes así compensan sus sentimientos de inseguridad”.
Me da gracia que la misma Spagnulo escribió algo como “Y no me sorprende que esté así, con esa cabezota debe ser del todo difícil pensar” (paráfrasis again).
Me gustaría ofrecer otra interpretación sobre la capacidad cognitiva del príncipe.
Pienso que es un genio atormentado.
Su discurso es estructurado, lleno de erudición y aunque hay muchos visos de ingenuidad, no me parecen atribuibles a una deficiencia cognitiva, la falta de interacción social puede hacer mucho daño a la mente.
La idea del presidio y la soledad también es parte fundamental del relato, Asterión no tiene mucho que contar aparte de su vida como prisionero voluntario del laberinto.
Aún así sabe que la muerte es la redención, y alegremente se la brinda a los mancebos que son enviados a su casa cada nueve años, sabe que en algún momento alguien lo va a redimir a él y lo espera con ansias, que yo sepa las reflexiones sobre el significado de la vida y el final de ella no son comunes en las personas con deficiencias cognitivas.
Ya para terminar, no dejo de notar que en apenas una página y media, un relato pueda incluir tantas cosas, universos enteros de reflexiones y ñoñadas, si alguien me pidiera un relato para conocer a Borges es muy probable que recomiende ‘La casa de Asterión’ sin apenas pensarlo.
The Minotaur, George Frederick Watts, 1885
Fuentes
Leiva, M. L. B. (2014). El manuscrito de «La casa de Asterión»: Mosaico de un proceso de escritura. Variaciones Borges, 38, 189–204. http://www.jstor.org/stable/24881349
‘El llano en llamas (libro)’ es un volumen de diecisiete relatos cortos, todos absurdamente buenos (hay varias ediciones, pero voy a comentar la versión ‘definitiva-oficial’).
Varios teóricos coinciden en que este libro es especial porque todos ellos confluyen en un tema principal, una especie de ‘álbum temático’ pero de cuentos. Vamos a verlo más en detalle, pero si hubiera que decidir cuál es el tema mi proposición millenial sería: ‘La vida en México está difícil, pero no me agüito, vengan esos balazos’.
Idea que creo es válida aún hoy, tal vez tanto como en los años posrevolucionarios.
Sobre Juan Rulfo
Juan Rulfo es un autor con características muy atípicas, la más importante es que publicó en vida dos libros y con eso le bastó para convertirse en uno de los escritores hispanoamericanos más importantes del siglo XX.
Nació en Jalisco en 1917, en plena revolución mexicana, muchos de los temas y ‘escenarios’ de sus obras derivan de este conflicto y sus efectos en la realidad nacional.
De ahí que se le asocie con el realismo, pero su ejecución es sumamente contemporánea, sin descripciones costumbristas, usando la sonoridad del lenguaje como se hablaba (o aún habla) en el campo mexicano, con una técnica más emparentada con las vanguardias que con las letras de principios de siglo, aptamente se le considera uno de los precursores de ‘El boom’ y el realismo mágico.
Hay una entrevista de él en el programa ‘A fondo’ (un must watch) en la que se confirman los rumores de que era un hombre introvertido, callado y en cierta forma enigmático.
‘Pedro Páramo’ es considerada una de las mejores novelas en español del siglo XX (lo que es mucho porque estuvo lleno de hitos) y ‘El llano en llamas’ una de las más brillantes colecciones de cuentos en español, al nivel de las colecciones de Lugones, Quiroga o Borges (arriba el Río de la Plata jaja).
Sobre la revolución mexicana (parte 1)
Se han escrito montones de libros sobre el tema y aunque soy un ñoño de la historia, el tratar con detalle a la revolución mexicana está fuera de los alcances de esta entrada, así que en muuuy breves palabras:
Don Porfirio fué derrocado, los que lo hicieron empezaron una battle royal en la que el último hombre en pie se quedaba con el país. Cuando uno ganaba otro lo mataba y luego otro le hacía lo mismo y así hasta llegar a un general llamado Álvaro Obregón, le sucedió su protegido, otro general llamado Plutarco Elías Calles que fundó el partido que gobernó al país por setenta años ininterrumpidos.
Y es muy fácil que este tipo de resúmenes le quiten el factor más importante a este hito de la historia nacional, a saber, el humano, de hecho este aspecto suele ser ignorado por los libros y documentales más mainstream, ¿te imaginas cómo sería vivir en aquellos tiempos?.
Literal, un día podías ir muy quitado de la pena a trabajar a tu milpa, una unidad de ejército o de revolucionarios (de los mil sabores que había) pasaba y te ejecutaba o te llevaba de conscripto si eras hombre o te violaba y luego te secuestraban para que les hicieras la comida (y otras cosas) si eras mujer.
La primera revolución social del siglo XX (antecedió a la rusa o alemana) también incorporaba proposiciones sumamente innovadoras, el reparto agrario de Zapata, la igualdad social, y mucho más. La constitución de 1917 en su momento fué la más avanzada de su tiempo, así que en papel la vida en México debía ser de las mejores del mundo, pero en la aplicación de dichas leyes es en donde les falló a los que tuvieron que ver con ello en aquellos tiempos, por lo visto una característica nacional que nos distingue desde los albores de la nación.
Pero soy apolítico, solo lo menciono porque aún con la revolución concluida y con la mejor constitución del mundo, el país estaba lleno de violencia, pobreza y corrupción (again, algunas cosas nunca cambian).
‘El llano en llamas (libro)’ posiblemente es el conjunto de cuentos que mejor transmite la realidad de aquél México de la postguerra revolucionaria. Y si prestamos atención algunos aspectos en él siguen siendo tan relevantes como hace casi cien años.
Ahora viene un brevísimo resumen de cada relato.
Resumen de cada relato de ‘El llano en llamas’ [Spoilers]
Nos han dado la tierra
Cuatro hombres caminaban por ‘el llano grande’, una extensión enorme de terreno que es seca y mala, cuando el delegado se las entregó como su tierra, ellos no comprendían cómo es que les daban una tierra tan estéril.
Llevaban once horas caminando, el hombre que narraba la historia reflexionó en que de seguir con sus caballos y carabinas la cosa sería distinta, pero también se los habían quitado.
Uno de ellos llevaba una gallina, dijo que cuando salía lejos la llevaba pues no había quien se la cuidara.
Por fin llegaron al desbarrancadero, cerca del río, de inmediato se empezó a notar cómo la tierra se volvía buena.
El hombre de la gallina la volvió a abrazar y le desató las patas, luego dijo: “¡Por aquí arriendo yo!”, los demás siguen adelante, más adentro del pueblo. La tierra que ‘les habían dado’ “está allá arriba”.
La Cuesta de las Comadres
Un hombre comienza a describir el lugar en el que vivía, ‘La cuesta de las comadres’, cómo nadie quería a los Torrico, ni en la cuesta ni en el cercano Zapotlán.
Luego ‘del reparto’ se erigieron en dueños, aunque a ellos les había tocado una pequeña parte nada más.
Remigio Torrico era tuerto, pero tenía una vista muy aguda, el narrador se sorprendía de cómo se pasaba horas vigilando Zapotlán, más tarde se enteró que lo que vigilaba era el camino.
Era un buen amigo de los Torrico, una vez los acompañó, entonces supo que ya era demasiado viejo como para estar en esas ‘andadas’.
Iban por unos tercios de azúcar. El arriero que los cuidaba estaba tendido en el suelo, dormido según los Torrico, muerto según el narrador.
Luego el hombre que relata la historia aceptó que él mató a Remigio Torrico, él lo incriminaba de la muerte de su hermano Odilón, después de gritarle y buscarle problemas fué a por un machete, el narrador estaba remendando un costal y tenía la aguja de arria a la mano, tan pronto se acercó se la clavó en el abdomen.
Al verlo tan triste se apiadó de él y después de sacarla se la clavó en donde suponía que tenía el corazón.
Luego le explicó al difunto Remigio cómo había muerto su hermano, limpió sus enseres y lo tiró en algún paraje mientras quemaban cohetes por las fiestas en Zapotlán.
Es que somos muy pobres
Un niño comienza narrando cómo un sábado, el primero después de la muerte de ‘tía Jacinta’ cayó un aguacero como hacía mucho no se veía.
La cebada que se secaba al sol se había perdido irremisiblemente, el único tamarindo del pueblo había sido arrancado y el río también se había llevado a ‘La serpentina’.
‘La serpentina’ era la vaca de Tacha, su hermana. Que su papá había conseguido tras muchos esfuerzos, se la regaló cuando era una vaquilla con el objetivo de que le sirviera de dote, una vaca muy bonita con una oreja blanca y otra colorada.
Y el río, crecido como nunca, se la había quitado.
Las hermanas mayores de Tacha, debido a que eran muy pobres se habían vuelto ‘pirujas’, habían aprendido malas costumbres de hombres malos y no era raro que las encontraran en el corral con alguno de ellos encima, su papá les aguantó todo lo que pudo, pero las terminó por despedir de su casa y ahora estaban en Celaya, o quién sabía dónde.
Por eso habían comprado a ‘la serpentina’, para evitar ese destino para Tacha, pero ahora que la vaca ya no estaba sus padres habían perdido toda esperanza.
Y allí estaba ella, llorando como si el río se le hubiera metido a los ojos, su hermano la intentaba consolar, pero ella no dejaba de lamentarse.
“Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición”
El hombre
Un hombre camina trabajosamente por el monte. Otro lo sigue. Cada uno reflexiona en los eventos que los llevaron a esa persecución. El primero mató a una familia entera, el otro desea vengarse. El relato se intercala temporal y espacialmente entre ambos personajes, y termina con la declaración de un pastor a un licenciado sobre el hombre que huía, al que halló muerto en una poza cercana al río.
En la madrugada
Era de madrugada en San Gabriel, el viejo Esteban iba guiando un rebaño de vacas, llegó al corral de don Justo pero nadie abría así que saltó la pared para abrirse, así vió como don Justo llevaba en brazos a la niña Margarita de vuelta a su casa.
Le permitió al becerro que iba a ser quitado de su madre una última ordeña, pero al ver que mamaba de las cuatro tetas comenzó a golpearlo.
En eso llegó don Justo que lo golpeó a él tan duro que ya no supo de sí.
Luego leemos la perspectiva de don Justo, después de llevar a Margarita a su cama, pues pasaron la noche juntos, fue a abrirle la puerta al viejo Esteban, iba pensando en que si le pedía al cura que lo casara con Margarita lo acusarían de incesto y los excomulgarían a los dos, entonces vió al viejo golpeando al becerro brutalmente y por su parte lo agarró por el cuello y comenzó a darle de puntapiés, después sintió que se le nublaba la cabeza y cayó en el empedrado, su sobrina lo encontró muerto.
El viejo Esteban estaba declarando (posiblemente a un funcionario), “Yo no me acuerdo; pero bien pudo ser. Quizá los dos estábamos ciegos y no nos dimos cuenta de que nos matábamos uno al otro. Bien pudo ser”.
Talpa
Un hombre relata cómo él y Natalia, su cuñada, llevaron a su hermano Tanilo al santuario de Talpa, para curarlo de las llagas que lo aquejaban.
Ellos habían estado juntos muchas veces, pero la imagen de Tanilo siempre estaba presente, por eso incluso aunque quiso regresar a Zenzontla lo obligaron a continuar, y así, lo mataron.
Ahora solo les quedaba el remordimiento, no cruzaron palabra alguna cuando Tanilo murió a pies del altar de la virgen del templo, ni siquiera cuando lo enterraron escarbando con sus propias manos el surco en el camposanto de Talpa.
Macario
Un hombre, ¿o un niño? nos ‘platica’ (literalmente usa ese verbo) un poco de su vida.
De las ranas que tiene que matar porque su madrina se lo pidió, de Felipa que es quien cocina y a quien quiere más, aunque su madrina es quien paga las cuentas y por lo tanto quien tiene la última palabra.
A Macario no le gusta salir a la calle pues nunca falta quien le arroje piedras, ni lo maltrate.
Su madrina lo lleva a oír misa con frecuencia, y le amarra las manos con las puntas de su rebozo, hay quien dice que está loco y que le da por ahorcar personas, pero él no da crédito a esas palabras.
Felipa lo visita por las noches, Macario la quiere más pues lo deja tomar la leche de “los bultos esos que ella tiene donde nosotros tenemos las costillas” mientras le hace cosquillas por todas partes.
Por fin recuerda que está junto a la alcantarilla esperando a las ranas, pero no ha salido ninguna, de lo que tiene más ganas es de tomar unos “tragos de la leche de Felipa, aquella leche buena y dulce como la miel que le sale por debajo a las flores del obelisco …”
El Llano en llamas
El pichón nos relata los últimos días de los hombres de Pedro Zamora. Primero cuando los hombres de Petronilo Flores mataron a la mayoría de su grupo, el llano grande por fin estaba en paz.
Pero no por mucho tiempo.
Los pocos que quedaron se desperdigaron por los montes, pocos meses después, el recadero de Pedro Zamora llegó con armas y parque, el general estaba juntando a su gente otra vez.
Y ahora tenía más que nunca, todo volvía a ser como en los buenos tiempos, saquearon muchos pueblos, pero de algún modo las cosas habían cambiado.
El gobierno mandó soldados curtidos que no eran como los conscriptos que estaban acostumbrados a combatir, Zamora se dió cuenta de que no durarían mucho si seguían así, dividió sus fuerzas en grupos pequeños que asolaron la región e hicieron mucho daño, incluso más que en su anterior apogeo.
Y probablemente hubieran seguido así por mucho tiempo de no haber sido por el descarrilamiento del tren en la cuesta de Sayula, lograron sabotearlo y miraron cómo caían los vagones llenos de gente al precipicio, se escondieron por varias semanas, pero el gobierno ya no les dió descanso.
La mayoría murió, los pocos que quedaron lograron esconderse, esperando el siguiente levantamiento. Levantamiento que nunca llegó.
El pichón había salido de la cárcel hace tres años, estuvo allí no por ser un hombre de Zamora (de ser así lo habrían colgado boca arriba en un árbol para que los Zopilotes se lo comieran vivo), sino por el hábito que había adquirido como revolucionario de robarse muchachas, una de ellas, que tenía catorce años cuando la secuestró ahora lo esperaba, la mujer más buena del mundo en su opinión, recordaba haber matado a su padre cuando protestó por llevársela, un día llegó a la cárcel y le presentó a su hijo.
“¡Quítate el sombrero para que te vea tu padre!. Y el muchacho se quitó el sombrero. Era igualito a mí, con algo de maldad en la mirada. Algo de eso tenía que haber sacado de su padre. – También a él le dicen el pichón. Pero él no es ningún bandido ni ningún asesino. Él es gente buena”.
¡Diles que no me maten!
Narra las últimas horas de vida de un viejo que en su juventud mató a su compadre por negarse a dejar pasar a sus animales a sus pastizales. Desde entonces vivió lleno de miedo, huía cuando gente extraña llegaba al pueblo, pero de eso hacía mucho, ahora que era abuelo de varios niños, esperaba poder vivir en paz con ellos, su hijo y su nuera, lo que le quedaba de vida.
Pero un grupo de soldados lo capturó, cuando por fin llegó al cuartel, el coronel que había despachado la orden de arresto se descubrió como el hijo del hombre al que asesinó, ordenó que lo amarraran a un arbusto y luego que lo ejecutaran.
La última escena presenta al cadáver siendo llevado por su hijo para ser enterrado.
“-Tu nuera y los nietos te extrañarán -iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote, cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron.”
Luvina
Un antiguo maestro le cuenta a un tercero cómo es San Juan Luvina, su suelo gris, como de piedras que sirven para hacer cal, lleno de cerros y barrancos, lleno de muertos a los que los pocos familiares que les quedan tienen que acompañar.
El maestro previene a su interlocutor de la tristeza que parece emanar del lugar, y de que está muy cerca de ser ‘el purgatorio’.
De repente el hombre interrumpió su discurso, “se quedó mirando un punto fijo donde los comejenes ya sin sus alas rondaban como gusanitos desnudos, afuera se escuchaba cómo avanzaba la noche. El hombre que miraba a los comejenes se recostó en la mesa y se quedó dormido”.
La noche que lo dejaron solo
Tres hombres cruzaban la sierra de noche, el último de ellos, que después nos enteramos es un muchacho, se quedó rezagado, no habían dormido por tres días y llevaba varios rifles y carrilleras terciadas, poco a poco se estaba durmiendo mientras caminaba y terminó por acurrucarse en unos árboles al lado del camino.
A la madrugada siguiente lo despertaron unos arrieros que le dieron los buenos días. No contestó, cruzó el monte y se deshizo de su equipaje, al llegar a los ranchos de aguas zarcas se acercó sigilosamente al bullicio de soldados que estaban por allí.
Reconoció a sus dos tíos colgados de un mezquite, no hizo por mirarlos otra vez, luego escuchó a unos soldados decir que esperaban a un tercer hombre, sabían que eran tres y que el más joven había tendido una mortal emboscada a un tal teniente Parra, que eran de los últimos cristeros que iban a unirse a las fuerzas ‘del Catorce’ y que en el peor de los casos iban a ejecutar al primero que pasara por allí.
Luego se escabulló hasta llegar al arroyo y “sentir que se disolvía en la llanura”.
Paso del Norte
El relato comienza con un hombre encargando su familia a su padre. La semana pasada habían comido solo quelites, y ahora ni eso, había escuchado que en el norte se ganaban muchos dólares, y como no había forma para él de subsistir en su tierra decidió ir para allá.
El padre rehusó, pero ante la insistencia y reproches del hijo terminó por aceptar.
En la siguiente ‘escena’ el hombre ha regresado. “Padre. Nos mataron”, le dice. Entonces relata que al cruzar el río cerca de Ojinaga, unos desconocidos los ‘aluzaron’ y comenzaron a dispararles, sólo él sobrevivió.
Su padre le respondió: “Eso te ganaste por creído y por tarugo. Y ya verás cuando te asomes por tu casa; ya verás la ganancia que sacaste con irte … se te fué la Tránsito con un arriero. Dizque era rebuena ¿verdá? Tus muchachos están acá atrás dormidos”.
Acuérdate
Un hombre le habla a otro (nunca se sabe realmente quiénes son) sobre Urbano Gómez. Le recuerda la historia de varios miembros de su familia, como las hijas de su hermano Fidencio que eran ‘muy juguetonas’ o la madre de ellas apodada ‘la berenjena’ debido a que siempre estaba metida en pleitos.
Urbano era famoso por sus dotes de emprendedor, revendía naranjas con chile que le habían costado dos centavos a cinco y mercaba cuanta chuchería llegara a sus manos.
Su hermana Inés se casó con Nachito Rivero, que por algún motivo ‘se volvió menso‘, su mujer tuvo que poner un puesto de tepache en la garita del camino real para mantenerlos, mientras Nachito se la vivía cantando canciones desafinadas con una mandolina prestada.
Los hombres que estaban conversando iban a beberse el tepache de Nachito, acompañados por Urbano, y nunca le pagaban, todos los del pueblo terminaron por evitarlo pues le debían dinero.
Urbano huyó del pueblo luego de la paliza que le propinó su tío cuando lo expulsaron de la escuela por ‘jugar al papá y a la mamá’ con ‘la berenjena’, un día regresó como policía, se sentaba en una banca de la plaza de armas, con una carabina entre las piernas y mirando a todos con mucho odio.
Fué entonces cuando mató al de la mandolina, la gente estaba en la iglesia rezando cuando escucharon los gritos de Nachito.
Urbano le estaba descargando golpes con la culata de la carabina aún ante los reclamos de todos, hasta que un forastero se la quitó y lo dejó tirado de un golpe, pasó allí la noche y en la mañana se fué, lo atraparon en el camino.
Al final el narrador le menciona a su interlocutor: «Dicen que él mismo se puso la soga al cuello y escogió el mejor árbol para que lo colgaran».
¿No oyes ladrar a los perros?
En medio de la noche un hombre viejo lleva a cuestas a su hijo que estaba malherido.
Durante el trayecto a Tonaya, en donde sabe que hay un doctor, el hijo le dice a su padre que lo deje, que lo alcanzará en cuanto pueda, pero el viejo sabe que en el momento en que lo baje no podrá levantarse.
El hombre le dice que no hace esto por él, que ha sido un mal hijo, un salteador y asesino, lo hace por su difunta esposa, que quería lo mejor para él y que le recriminaría si lo hubiera dejado allí tirado, en donde habían matado a sus amigos.
El viejo le pide que se fije si están cerca del pueblo, si oye ladrar a los perros, pero su hijo no responde más.
Es de mañana y por fin han llegado a las primeras casas de Tonaya, escucha a los perros desde todos lados.
“¿Y tú no los oías, Ignacio? -dijo-. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.”
El día del derrumbe
Dos hombres conversaban sobre el terremoto de septiembre en el occidente del país, recordaban en especial la visita del gobernador del estado, los cuatro mil pesos que les costó atender a su comitiva y lo bien que la pasaron.
Comiendo, bebiendo ponche y el gobernador dando un discurso que uno de los interlocutores se aprendió de memoria.
Recordaron que uno de los borrachos empezó a disparar al aire en apoyo del gobernador, que afuera, unos hombres peleaban con machetes y uno había muerto, del gobernador dando órdenes siempre acatadas con un ‘sí mi general’.
El hombre recordó bien la fecha de la visita del gobernador, veintiuno de septiembre, si hijo había nacido ese día y él regresó más borracho que sobrio, cuando su mujer le devolvió el saludo le dijo que ni para llamar a la comadrona sirvió, tuvo que arreglárselas como pudo.
La herencia de Matilde Arcángel
Un arriero que después nos enteramos se llama Tranquilino Herrera, comienza a relatar a un público indeterminado los sucesos relacionados con su compadre Euremio Cedillo y su familia.
Euremio era un hombretón grande y fuerte, tanto que hasta daba coraje estar cerca de él pues parecía que uno estaba hecho como de mala gana o con desperdicios.
Su hijo, también llamado Euremio Cedillo en cambio era flaco y de aspecto enfermizo. Había vivido siempre aplastado por el odio. Quien más lo odiaba era su padre.
La madre de Euremio, Matilde Arcángel, había sido novia de Tranquilino, un día éste llegó de una de sus diligencias y se encontró con que su novia se había casado con Euremio.
Matilde era sumamente hermosa, les alegraba la vista a todos los arrieros que pasaban por la fonda de su madre.
Tranquilino aceptó ser padrino de Euremio para siquiera poder verla de vez en cuando.
Venían del bautizo cuando el caballo en que iba Matilde con el niño se desbocó. Terminó en un charco de lodo, muerta, con una mirada de tristeza o felicidad, había salvado a su hijo.
Desde entonces su padre lo odió, decía que el niño asustó al caballo con uno de sus berridos y que por salvarlo su mujer había muerto. Se bebió toda su hacienda con tal de no dejarle nada, lo golpeaba todos los días, lo mataba de hambre, pero su hijo no murió.
Pasaron los años y algunas personas ayudaban al muchacho lo mejor que podían, aprendió a tocar la flauta y a veces se le escuchaba hasta bien entrada la medianoche.
Un día pasó un grupo de hombres armados por el pueblo, esa noche se escuchó a una flauta irse con ellos.
Algunos días después también pasó un grupo de soldados, Euremio el viejo se armó y les rogó que lo dejaran acompañarlos.
Pocas semanas después regresó el grupo de hombres ahora desarrapados y montados en caballos flacos, unos ‘estilando’ sangre y otros dormidos, se siguieron de largo.
Al final iba su ahijado Euremio montado en el caballo de su compadre que iba atravesado sobre la silla muerto.
Anacleto Morones
Un grupo de mujeres llega a una remota casa, buscando a Lucas Lucatero. Quieren su apoyo y testimonio para canonizar a su suegro, “el niño” Anacleto Morones.
Resulta que Morones era una especie de hombre milagroso que había curado multitud de dolencias y ayudado a muchas personas.
Lucatero estaba nervioso y quería que se fueran cuanto antes, así que buscó la forma de incomodarlas para que lo hiciesen.
Habló de los crímenes de Morones, de cómo no dejó a una sola vírgen en los alrededores, de que le entregó a su hija embarazada de él mismo y de que era tan aventurera como su padre.
Una a una las mujeres se marcharon, hasta que solo quedó Pancha Fregoso, hablando con completa franqueza decidieron pasar la noche juntos. Lucas le pidió que le ayudara a empedrar su corral pues es lo que le faltaba de faena, terminaron en poco tiempo, sin que ella supiera que debajo de las piedras estaba el cadáver de Anacleto Morones.
A la mañana siguiente Pancha le dijo: “Eres una calamidad, Lucas Lucatero. No eres para nada cariñoso. ¿Sabes quién sí era amoroso con una?. El Niño Anacleto. Él sí que sabía hacer el amor.”
Comentario
Sobre los libros de cuentos
Como he mencionado antes, el relato breve es mi forma favorita de prosa, siempre cito a Poe con su concepto de ‘unidad de efecto’ y también a Quiroga con sus opiniones respecto a lo que un buen cuento debe tener.
Si aplicamos estos estándares para ‘medir’ la efectividad de los relatos de Rulfo (nótese que no planeo definir si un cuento es bueno o malo sin importar el autor, la efectividad se refiere, de nuevo, al ‘efecto’ del relato (hasta las etimologías de ambas palabras se llevan muy bien haha)) entendemos por qué se consideran al nivel del mismo ‘Poe de latinoamérica’ o al ‘inmortal’ (codazo guiño) Borges.
Si bien las tramas y personajes del maestro Rulfo ya habían sido exploradas vagamente por otros autores (véase la sección de ‘Los precursores’ en ‘El boom de la novela latinoamericana’), como la violencia en el campo que se expresó muy bien en ‘Doña Bárbara’, o la violencia del mundo hispanoamericano a principios de siglo en algunos relatos tempranos de Borges (e.g. Hombre de la esquina rosada).
Pero algo que me pareció sumamente novedoso en términos cronológicos es el uso del lenguaje en ‘El llano en llamas’ (libro), con un fuerte ‘sabor’ a vanguardia.
Como en ‘Es que somos muy pobres’, donde el niño/narrador dice algo como: “Y Tacha llora como si el río se le hubiera metido dentro” (estoy parafraseando), o en frases tan ‘simples’ como “… ni paró en su carrera hasta que sintió que el arroyo se disolvía en la llanura.”, dan la sensación de que el autor se tomaba su tiempo para encontrar las palabras adecuadas, un poco a la Flaubert, pero con una fuerte carga a veces surrealista que recuerda vagamente a ‘El reino de este mundo’ o ‘El señor presidente’.
Pero no en lo fantástico, se acerca más a un realismo expresado con algunas técnicas de la ‘vanguardias’, algo que no se ve todos los días.
Otro aspecto interesante de ‘El llano en llamas’(libro) es la idea de leerlo como un ‘ciclo’.
El ciclo de ‘El llano en llamas’
Así como hay álbumes conceptuales en los que cada canción contribuye a un todo, que bien puede ser una historia u otro aspecto inherente a la música y el montón de variables que tiene, también hay un equivalente en el mundo de los libros de cuentos que en ocasiones es llamado ‘ciclo cuentístico’.
Y la idea no es nada nueva, si pensamos un poco ‘Las mil y una noches’ son un ciclo extenso (¿ya viste la edición de Mirlo?, ¡está bien bonita!), pasa lo mismo con otras colecciones medievales europeas al igual que en otras literaturas.
Pues que algunos críticos proponen que ‘El llano en llamas’ (el libro completo) se puede leer como un ciclo cuentístico.
Y ¿cuál es el ‘hilo rector’ del ciclo de ‘El llano en llamas (libro)’? Yo diría que en dos palabras es: ‘violencia estoica’. Pero esas palabras encierran más de lo que aparentan.
En un ‘ciclo cuentístico’ el orden en que aparecen los relatos importa mucho.
‘Nos han dado la tierra’ define el ‘marco histórico’ (no soy tan fan de la expresión) del resto de los relatos, es decir, los años después de la revolución, en los cuales los hitos más importantes fueron el reparto agrario y la guerra cristera (dato random, ‘Pedro Páramo’ también sucede en este ‘espacio temporal’, y ‘Pensativa’ lidia con las consecuencias de la guerra cristera).
Y así vemos a estos antiguos revolucionarios (se infiere por el recuerdo de las carabinas y los caballos que les fueron quitados) recibiendo tierra estéril, lo que expresa la opinión de la mayoría de los campesinos de que la revolución les falló después de tantos años de violencia.
El fracaso de la reforma agraria también se manifiesta en ‘La cuesta de las comadres’, esta vez por el bandidaje y la laxa aplicación de las leyes en el inmenso territorio nacional, labor dificultada por el centralismo gubernamental (again, esto sigue sonando insufriblemente actual). En ese relato se inaugura otro motivo constante en gran parte de los cuentos restantes, la violencia ejercida sin remordimientos, casi como un reflejo.
La palabra también pertenece a un campesino, que parece no comprender del todo ni la maldad de sus ‘amigos’ los Torricos, ni el peso de su propio crimen. Esta actitud, calificada de indiferente’, ‘fatalista’, ‘inmoral’ o ‘amoral’ por varios críticos, se repite en ‘El hombre’, ‘En la madrugada’, ‘Diles que no me maten’ y ‘Anacleto Morones’.
Aún así, en cada uno de los casos, el asesino tiene algún ‘motivo’ para su crimen.
El viejo de ‘La cuesta de las comadres’ actúa en defensa propia y también se libra de un bandido; En ‘el hombre’ el perseguidor busca vengar la muerte de su hermano y de la familia de éste; Esteban mata a su patrón por el resentimiento de vivir explotado y hambriento, además de cumplir con su ‘obligación cristiana’ de matar a un incestuoso; Motivo análogo a Lucas Lucatero y el asesinato de Anacleto Morones; Juvencio de ‘Diles que no me maten’ mató a Terreros para salvar a sus animales pero también porque éste rompió el ‘sagrado vínculo’ del compadrazgo; Mientras el hijo de Matilde Arcángel mata a su padre en pago a los años de maltratos en los que lo mantuvo.
Tampoco se puede ignorar la crueldad/frialdad con la que se ejecutan los crímenes y los relatan sus mismos perpetradores, me viene a la mente el discurso de Rugiero en el que resalta que la gente del campo era “muy buena para sembrar maíz y batirse con una suerte de indiferencia”.
La vida en México
También está constante una naturaleza hostil, como el llano grande que parece una sucursal del infierno, o las fuertes lluvias (en contraste) que causan la muerte de “la serpentina”. También en ese relato (‘Es que somos muy pobres’) Rulfo inaugura su perspectiva crítica de la religión. La madre de Tacha está sumamente preocupada por la condena eterna del pecado de sus dos hijas mayores y que se asume será igual para Tacha, su padre por otro lado sabe que sus tribulaciones se deben a la pobreza y no a algún castigo divino, desmintiendo la opinión generalizada de que los campesinos son ignorantes.
La familia de Tacha no puede contar con las dos instituciones más poderosas del país: la iglesia y el gobierno, de hecho, siempre que se insinúa la presencia de cualquiera de estas autoridades es con matices negativos, idea que se manifiesta especialmente en ‘Talpa’ y ‘Anacleto Morones’.
Y ese sentimiento de desamparo abre el espacio a la idea de orfandad, muy extendida en la postguerra civil, y en los relatos de ‘El llano en llamas’ (casi todos).
Sobre todo su resolución proporcionada por la venganza, Rulfo atribuye una importancia capital a la figura paterna con las palabras del militar de ‘Diles que no me maten’: «Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta», idea que se repite en ‘La herencia de Matilde Arcángel”, y ya sabemos cómo terminan ambos relatos.
El resto de cuentos subrayan uno u otro de los aspectos ya mencionados con distintos matices, pero en términos generales podríamos decir que el hilo conductor de todos es, en palabras de Jorge Rufinelli, ‘la ausencia del padre’, en la que ‘padre’ engloba también a las instituciones (de nuevo, sobre todo las religiosas y al estado).
Para comprender a plenitud las ideas expuestas por Juan Rulfo por medio de estas familias disgregadas, asesinatos, violaciones, parricidios y relaciones incestuosas, como resultado de las revueltas sociales de principios del siglo XX, hace falta cierta familiaridad con la literatura e historia mexicana, porque no es que la gente matara así porque sí, el contexto de los personajes es distinto al de nuestros días.
Para los que no están tan fuertes en historia y literatura nacional y por lo tanto puede que escapen a su comprensión estas sutiles características, la altísima calidad de los relatos basta para transmitir los ‘efectos’ de los que hablaba Poe, muy a la Quiroga también, con injusticia, pasión, vida y muerte. El ‘factor humano’ que cualquier persona en cualquier parte del mundo puede comprender.
Conclusión
En resumen ‘El llano en llamas’ es un volumen de relatos que expresan muy bien la realidad nacional de los años posteriores a la revolución, y aunque esos aspectos no les interesen a ciertos lectores, la técnica y presentación de cada cuento bastan para retener la atención, de forma muy parecida a lo que pasaría en ‘El boom’, es decir, abordando la existencia humana en sus aspectos más básicos y por lo tanto, comunes a cualquier persona sin importar en dónde viva, temporal y espacialmente.
Como ‘bonus track’ (literal), acá está un audio del mismo Juan Rulfo leyendo ‘diles que no me maten’ (OMG), top tier!.
Fuentes
Mora, G. (1991). El ciclo cuentistico: “El llano en llamas” caso representativo. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, 17(34), 121–134. https://doi.org/10.2307/4530564
Echevarria, G. R. (2012). Modern Latin American Literature: A Very Short Introduction. Oxford University Press.
Bueno, bueno, bueno. Este es uno de los libros que más me emociona discutir, en esta entrada vamos a ver de qué va y divagaré brevemente sobre varias cosas relacionadas, ‘¡vamo a darle!’.
(Inserte aquí un grito agudo de emoción)
No tengo idea de cómo, pero hace varios (muchos) años me enteré de la existencia de un libro intitulado así. Dicho título bastó para tenerme obsesionado todo ese tiempo sobre sus contenidos. ¿Y por qué no comprarlo y ya?, bueno, parte del problema es que es un libro editado por la SEP (Secretaría de educación pública de México) para distribución escolar, es decir, no estaba pensado para venderse en ninguna librería, al menos ninguna de las que tengo al alcance, además de que fué publicado en 1991 y no estoy cierto de que haya más de una tirada, así que estaba difícil (sin descontar mi perpetua fragilidad económica).
Pues que a finales del año pasado por fin pude hacerme de una copia (en el equivalente digital de una ‘Nostalgia’, una tienda de libros usados) y (ahhh), acá va lo que encontré.
¿Qué es un ‘almíbar de corazones rotos’?
Primero, un almíbar de corazones rotos es una compilación de textos (o cualquier medio en realidad, esta última acotación es de mi invención) diseñado expresamente para hacerte sentir acompañado durante un periodo triste originado por una ruptura amorosa, o bien para recordarte lo miserable que eres y deprimirte un poquito más (todo sea por una correcta recuperación cardiaca).
Creo que la presentación del volumen lo expresa muuuuucho mejor:
¿Sufre usted desdén?, ¿Padece usted despecho?, ¿Anda que no lo calienta ni el sol a causa de aquél, por motivo de aquélla?
No le vamos a ofrecer en estas páginas cardiacas la pócima milagrosa contra los males enconados del amor, ni la receta infalible para el manso regreso del otrora ser querido, ni la pomada que le devolverá la piel sana a las escoriaciones del romance sin buen fin o con mal principio.
Lo está queriendo engañar quien alguna de estas cosas le prometa. Esta es, sin vanidad ni modestia, una antología de machucones, ayes y suspiros que en algo paliarán el dolor propio dando algunas probaditas del ajeno, hiel de todos los sabores: para melancólicos y desconfiados, para porfiados y vengativos, para cualquiera en circunstancias desfavorables.
A la mejor jugando a armar este rompecabezas de corazones rotos hallan, usted dama o usted caballero, la frase que les falta para darle rienda suelta al llanto o darle vuelo a la hilacha, dos formas muy legítimas y socorridas de hacerle frente a los dolores de pecho. A veces una página con letras impresas recoge mejor las lágrimas que un pañuelo. En ocasiones resulta mejor cómplice que la luna para nuestros aullidos de lobo. Haga usted la prueba, cale sin ningún compromiso.
¡OMG!
Contenidos del ‘Almíbar’ de Ernestina Loyo
En el volumen que nos ocupa, la compiladora comienza con una pequeña ‘advertencia’ que también transcribo:
Esta antología ha sido compuesta con fragmentos de obras que sus autores concibieron como universos completos, de la primera a la última línea, de la página uno a la que devela el misterio de la trama. Se han ejercido los privilegios de la lectura intencionada. Esta selección, por lo mismo, no impide la que puedan hacer otros ojos con dispares gustos. Del mismo artero modo se procedió con la gráfica y las fotos que la ilustran, a cuyos hacedores les agradecemos el uso de las imágenes que animaron otros libros y revistas, los cromos y las postales que han sido atesorados por arcones amigos.
Y comienza el primer ‘capítulo de la antología’. Transcribiré los títulos de cada capítulo seguidos del título de cada texto. En la gran mayoría de los casos solo se incluyeron fragmentos de cada obra mencionada.
La prórroga perpetua
La leva, copla de Sinaloa. Tradición Oral
La huazanga, copla de la Huasteca. Téllez
Antes del odio, poema de Miguel Hernández
La orfandad, poema de Rosario Castellanos
Los amorosos, poema de Jaime Sabines
Amor condusse noi ad una morte, poema de Xavier Villaurrutia
De la naturaleza de las cosas, tratado de Tito Lucrecio Caro
El ángel del martirio
Ni contigo…, copla de Veracruz. Tradición oral
¡Cuas!, poema de Efraín Huerta
Dalia, novela de Alfredo Márquez Campos
Nosotros, Canción de P. Junco
El beso del adiós, poema de Manuel M. Flores
Las horas secretas, novela de Ana María Jaramillo
El ocaso, cuento de Horacio Quiroga
Arráncame la vida, canción de Agustín Lara
Ella empacó su bistec…, canción de Jaime López
Querida, canción de Juan Gabriel
Puro, purito, conjuro de tradición oral
El que no pudo amar, cuento de Giovanni Papini
La que sea, canción de Cuco Sánchez
Me retorcía las manos, poema de Ana Ajmátova
Esta tarde vi llover, canción de Armando Manzanero
La obediencia nocturna, novela de Juan Vicente Melo
Fotografía, canción de Oscar Athié
No lloro, nomás me acuerdo
Al pie…, copla de Oaxaca. Tradición oral
Inútil divagación sobre el retorno, poema de Renato Leduc
La chancla, canción popular
Urgencia, canción de Indalecio Ramírez
María Rosario, prosa de Azorín
Nada, nada, canción de Juan Gabriel
Poema 20, poema de Pablo Neruda
Declárate inocente, canción de José Alfredo Jiménez
Centuria diecisiete, novela de Giorgio Manganelli
Amor perdido, bolero de Pedro Flores
Bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos
El hombre…, copla de Fernández Arámburu
Voy de gallo, canción de R. Hernández
Amor mal agradecido, canción popular de Veracruz
Ten cuidado con el corazón, canción de Flor y Valle
Fruta, poema de Bernardo Ortiz de Montellano
Cuadrilla, poema de Carlos Drummond de Andrade
Centuria catorce, novela de Giorgio Manganelli
Las quejas de un fino amante por una falsa inconstante, décima popular
Muñóz, visitador de México, poema de Ignacio Rodríguez Galván
¡Ay, corazón!
Eres alta y delgadita, corrido popular
Infame traición, poema de Margarito Ledezma
Volvió por ella, corrido de Rafael Buendía
De Cuca Mendoza, corrido de Jacobo Dalevuelta
Él me mintió, canción de Amanda Miguel
Amor secreto, cuento de Manuel Payno
Dulce amor, canción de Francisco Barrios
Suerte loca, canción de Agustín Lara
Ya no soy…, copla popular de Tabasco
En que satisface un recelo por la retórica del llanto, poema de Sor Juana Inés de la Cruz
Como sombra vagarás
Me mataste…, copla de Vázquez Santana
Cuatro cirios, canción de Federico Baena
Diario, de Ma. Antonieta Rivas Mercado
Si yo pudiera, canción de Guty Cárdenas
Una carta, cuento de Mercé Rodoreda
Destino, poema de Rosario Castellanos
Breve diario de un amor perdido, novela de Francisco Tario
Camino de Guanajuato, canción de José Alfredo Jiménez
De los libros de la SEP
Es bien sabido que el sistema educativo público mexicano no es el mejor del mundo, pero si de algo estoy convencido es que los libros de lecturas de esta dependencia son ‘top tier’. Aunque admito mi desconocimiento del mundo editorial infantil, siempre me parecieron muy buenos (sobre todo cuando era niño).
Me gusta la edición, la tipografía, el apartado gráfico de la mayoría, y aunque siempre te encuentras con algún contenido nacionalista (me identifico con José Emilio Pacheco en ‘Alta traición’), en general pienso que sus textos son un gran primer acercamiento a la literatura, sobre todo si te los regalan.
Para la gente de mi generación el ‘libro del perrito’ guarda un lugar especial en el corazón (mi favorito personal es el libro de lecturas de cuarto grado (el ‘libro del viejito’) por cierto).
Historias legendarias como ‘Paco el chato’, esa del ratón que compró nuevos pies, Lia y Joel, ¡Tajín!, bruh, si lo pienso un poco les debo mucho de mi interés por las historias a esos libros, ya me puse nostálgico lol.
Pues que además de la ‘colección principal’ de libros de texto, también se editaban colecciones alternas como los famosos ‘libros del rincón’. Recuerdo que en mis años de primaria había un micro librero en un rincón de la mayoría de salones de clases. ‘Almíbar de corazones rotos’ es un ‘libro del rincón’.
De corazones rotos
El tema de la antología es absurdamente atractivo jaja, pero no estoy seguro de si los niños de primaria estén de acuerdo, la mayoría de las referencias de la antología requieren mucho contexto, además de que ¿qué niño tiene el corazón roto? (pensándolo bien a lo mejor si los hay).
La tipografía está interesante, suele cambiar entre cada cita, no me convenció mucho la paleta de colores pero tampoco está tan mal, el diseño gráfico está muy agradable también.
Otra cosa notable son el montón de cosas por leer que la antología me ‘recomendó’, poesía sobre todo, aquí me vine a enterar con más precisión del ‘Nocturno a Rosario‘ de Manuel Acuña por ejemplo. Incluso coincidí en algunos textos con la compiladora. ‘Amor secreto’ es un relato incluido en ‘El cuento hispanoamericano‘ de maese Menton, por ejemplo. Sin demeritar el montón de fotos que engalanan la antología (incluye full de ‘waifus antiguas’ XD).
Algo que llamó fuertemente mi atención es la frase: ‘agradecemos el uso de las imágenes que animaron otros libros y revistas, los cromos y las postales que han sido atesorados por arcones amigos’. ¿Será que la gente aún usa arcones para guardar cromos y postales?, estaría tremendo ver los tesoros antiguos de los demás.
De nuevo, el mundo moderno ha cambiado muchas cosas. ¿Cual es el equivalente de los arcones con álbumes y recortes del siglo XXI?, ¿Instagram?, ¿Facebook para los veteranos?, creo que el hecho de que las colecciones no sean tan ‘privadas’ como un baúl con cosas le ha quitado cierto encanto, aunque no todo está tan mal porque gracias a este mundo moderno puedo ver las fotos que publica mi crush.
Aún hay más (y un anuncio)
De manera inadvertida ya había seguido el consejo de doña Enestina de elaborar mi propio almíbar de corazones rotos según mis ‘dispares gustos’, y así fué como llegué a la conclusión de que cualquier material puede servir para elaborar uno de esos tónicos para ‘aguitarse’ o ‘darle vuelo a la hilacha’.
Mi primer intento por compilar un ‘almíbar’ fue una playlist, de momento voy en la cuarta iteración, y para disfrute de la gente que lo desee (sonido de bombos y platillos) ¡aquí la puedes escuchar!.
Entiendo perfecto que tus gustos pueden no coincidir con los míos, pero a lo mejor te encuentras alguna canción nueva para incorporar a tu propio ‘almíbar de corazones rotos’, en todo caso, dejo la decisión en tus manos :).
Más o menos cuando terminé de leer el libro comencé a trabajar en mi propia antología, un ‘almíbar de corazones rotos’ en toda su gloria, y ese era el otro proyecto grande que anuncié a principios de la temporada.
Por motivos que escapan a mi control no he podido avanzar en ello tanto como quisiera.
PEROOOOO.
¡Tengo la primera versión del primer capítulo! (más gritos de emoción).
Si quieres leer algunos fragmentos arteramente seleccionados sobre corazones rotos lo puedes descargar aquí (enlace de google drive).
Honestamente no está tan perfecto como lo había pensado, pero quería liberar al menos esta primera versión a fin de obligarme a mejorarlo, así que también es un trabajo en proceso.
Y aquí viene el anuncio.
Por los mismos motivos, relacionados sobre todo con el tiempo que me queda ‘libre’, el ritmo de las entradas va a decaer aún más, el esquema que estoy concibiendo va a producir una entrada ‘decente’ al bimestre con (tal vez) una o dos entradas ‘random’, un poco menos extensas y de temas menos formales.
Y esa periodicidad entra en vigencia de inmediato. Sin descontar el fin de temporada y las consecuentes ‘vacaciones’, así que si mis estimaciones son correctas, la siguiente entrada va a aparecer hasta enero de 2022 (bruh, ¡que alguien pare el tiempo!).
Pásala bien, lee muchas cosas y nos vemos el año que viene :).
‘Clemencia’ de Ignacio Manuel Altamirano es una novela historico-romántica escrita a finales del siglo XIX. En esta entrada encontrarás un resumen y breve análisis de la obra.
Sobre ‘Clemencia’ de Ignacio Manuel Altamirano
¡Llegó el momento para la segunda parte de la trilogía de Ignacio Manuel Altamirano!, la primera parte es ‘La navidad en las montañas‘ por cierto.
En la entrada supracitada discutimos brevemente sobre los orígenes de don Ignacio y su postura ideológica.
En resumen, era de ascendencia indígena, era un liberal y le gustaba enseñar.
Todas estas características se manifiestan constantemente en su obra.
‘Clemencia’ por su parte está enmarcada en la segunda intervención francesa, por lo que conviene tratar ese asunto para tener un poco de contexto.
Sobre la guerra con los franceses
Si le preguntas a un ‘gringo’ el motivo de la fiesta del ‘5 de mayo’, probablemente va a suponer que es el día de la independencia o algo parecido. Aunque nunca falta el caballero de cultura que sabe que se trata de la conmemoración de la victoria del ejército mexicano en la Segunda intervención francesa en México en Puebla.
El lector atento recordará que después de la derrota contra los US en la Intervención estadounidense en México (relatada de primera mano por Manuel Payno en El fistol del diablo) y las guerras de Reforma el país estaba en ruinas y sin un peso. Tanto los conservadores como los liberales pidieron préstamos a naciones europeas para financiar sus operaciones, y cuando el bando liberal venció el gobierno terminó por adjuticarse inadvertidamente las deudas de todos.
Benito Juárez, presidente en aquél entonces decidió suspender los pagos de estos préstamos hasta que la situación mejorara.
Pero los europeos aún tenían esa tendencia al imperialismo/colonialismo que los había caracterizado desde hacía algún tiempo. Así que con el pretexto de exigir el pago mandaron tropas para ‘cobrarse’.
Con un poco de diplomacia, se logró calmar los ánimos de todos excepto de los franceses. Napoleón III tenía otros planes (sobre todo debilitar a los U.S.) y decidió armar un estado títere apoyado por los conservadores (los vencidos en las guerras de reforma) al mando del príncipe Maximiliano de Habsburgo (dato random que era pariente de Francisco Fernando, el que murió en Sarajevo).
En un punto de la historia había dos gobiernos en Mexico y de nuevo guerra civil. Al final la presión de Prusia sobre Francia y el apoyo de los U.S. a Juárez luego de dilucidar su propia guerra civil terminaron por colapsar al efímero imperio y Maximiliano y sus generales fueron fusilados.
Y es interesante que este episodio de la historia, no solo mexicana, sino occidental, sea tan desconocido, de hecho, pocos franceses tienen noticias de que en algún momento Napoleón III invadió el país.
Lo cierto es que todo el asunto es notablemente importante en la historia de ambos continentes.
Esta intervención fué la última en la que un poder europeo impuso un gobierno en América. Con la dimisión francesa terminaron cuatrocientos años de intervencionismo europeo en estos rumbos (y comenzaron los del intervencionismo norteamericano por cierto T.T).
Con algunas excepciones, sobre todo en las islas que les encantaban a los británicos. El mundo comenzó a ver a latinoamerica como un lugar que ya no era tan fácil de conquistar, no tan fácil como África por ejemplo, aunque eso es otra historia.
Napoleón III
Resumen de ‘Clemencia’ de Ignacio Manuel Altamirano
Pues ‘Clemencia’ se desarrolla en ese contexto de invasión Francesa, ahora viene el resumen por capítulo (esto va a estar extenso XD).
I. Dos citas de los cuentos de Hoffman
En una noche de diciembre, varios amigos del doctor L. estaban pasando la noche en su casa, el clima se puso feo y el hospedador les ofreció pasar la noche allí. Donde conversarían y verían su biblioteca que tenía buenos libros y algún objeto de arte.
Se puso a peparar un ponche de kirchwasser mientras los invitados abusaban de la biblioteca (¡qué bonita expresión!).
Entonces hallaron un papelito con una letra pequeña y elegante que citaba a Hoffman:
Ningún ser puede amarme, porque nada hay en mí de simpático ni de dulce.
Hoffman
y
Ahora que es ya muy tarde para volver al pasado, pidamos a Dios para nosotros la paciencia y el reposo…
Hoffman
Los invitados preguntaron al doctor sobre la historia del pequeño documento excusándose si cometían una indiscreción.
El doctor les ofreció el ponche junto al relato que explicaba el origen de la nota.
Todos se entusiasmaron por la idea y pusieron atención al galeno.
II. El mes de diciembre de 1863
El doctor relató los pormenores de la guerra con los franceses, que en aquél entonces habían ocupado todo el interior.
El ejército nacional no hacía más que retirarse con la esperanza de fortalecerse en las partes más inaccesibles del norte.
Entre todas esas maniobras el médico aún sin posición tuvo que pedir licencia para ir a Guadalajara debido a que estaba muy enfermo. Aprovechó la salida de un pequeño cuerpo de caballería que iba hacia la misma ciudad.
III. El comandante Enrique Flores
El coronel del cuerpo era un personaje importante que seguía vivo, lo mismo que algunos otros de los que intervendrían en la historia, por eso el doctor decidió cambiarles el nombre.
A todo esto, el comandante de uno de los escuadrones del cuerpo llamado ‘Enrique Flores’, merecía una mayor atención.
Era un hombre atractivo, fuerte y rubio, de buena posición social y económica, gallardo, mujeriego y jugador. Generoso y simpático hasta el extremo. Mientras la soldadesca apenas tenía tiempo para desempacar y hacer sus labores, Flores ya tenía varias conquistas. No había plaza de donde partieran sin que los ojos de las doncellas más bellas lloraran por él.
En resumen, era querido por todos, su jefe, la tropa y las señoritas (qué suerte tienen algunos XD).
Enrique era el tipo completo del león parisiense en su más elegante expresión, y se desprendía de él, si me es permitida esta figura, ese delicado perfume de distinción que caracteriza a las gentes de buen tono.
El doctor L.
IV. El comandante Fernando Valle
Diametralmente opuesto era el comandante Fernando Valle.
Flaco, moreno, pálido, con impresión de estar siempre enfermo. Era meticuloso y sumamente serio. Su expresión sin gracia y sus gestos poco educados hacían que nadie lo soportara. Parecía sentir un desdén por todos y nunca invitaba a nadie. De no haber luchado con arrojo en Puebla probablemente ni sus jefes lo hubieran tolerado.
Nadie sabía de dónde había salido. Comenzó como soldado raso y ascendió rápidamente a capitán de escuadrón. Los superiores lo tenían por el más capaz de los oficiales, pero aún así sospechaban que un propósito malévolo lo motivaba a tanto arrojo.
Cuando enfermaba o estaba herido nadie, ni siquiera los médicos le ayudaban.
Todos lo tenían por un traidor en potencia, a nadie le sorprendería verlo pasarse a los franceses.
Así pues, ni una triste cualidad tenía mi comandante. Era un pobre diablo, bien seco, bien fastidioso, bien repulsivo.
El doctor L.
V. Llegada a Guadalajara
Está de más decir que ninguna ‘bella’ le hacía el menor caso. Él lo sabía y las evitaba. Cuando iba a algún baile obligado por el Coronel se quedaba en una esquina y se retiraba pronto.
Por eso todos se sorprendieron al verlo llevar un ramo de flores cuando llegaron a Guadalajara.
La tropa entonces comenzó a burlarse un poco del capitán. Cuando este les respondió que las flores eran para su prima, Flores, el único oficial que le hablaba con cierta familiaridad le pidió conocerla.
A menos que se opusiera pues los hombres como Valle, serios y formales, también solían ser los más celosos.
Valle le aseguró que no habría problema.
Los soldados dijeron con malicia “pobre primita, con Enrique”.
VI. Guadalajara de lejos
La otrora capital de Nueva Galicia era considerada la reina de Occidente y aún al día de hoy es una de las tres ciudades más importantes del país (las otras dos son Monterrey y la Ciudad de México).
En fin, que todo: la orografía, el clima, la fauna y la flora evocaban al romance y a los lances de valor.
A todo esto es creencia popular (y por lo que me han dicho los viajeros muy cierta, lol), que en Guadalajara las señoritas son particularmente bellas.
Pero la ciudad también lo es, nutrida por el caudaloso río Santiago, solitaria en medio del desierto, parecía una antigua ciudad bíblica.
Plaza de Guadalajara
VII. Guadalajara de cerca
La gente de la ciudad era igual de agradable.
Hospitalaria y abocada a dejar la mejor impresión al visitante.
Se conocerá la diferencia que hay, por ejemplo, entre el carácter de Guadalajara y el carácter de Puebla, en lo siguiente. En Puebla invitan al forastero a visitar las iglesias; en Guadalajara a visitar los establecimientos de beneficencia; en Puebla, después de infinitas pruebas parecidas a las que se exigen del profano antes de entrar en la masonería, los amigos, como una gran muestra de confianza, le ofrecen agua bendita y rezan con él un vía crucis; en Guadalajara, a los diez minutos de haber sido presentado, le ofrecen un banquete y apuran en su compañía la copa de la amistad.
En otras partes las mujeres apenas asoman las narices por sus balcones para ver pasar al viajero, y se apresuran a esconderse para no ser examinadas de cerca. En Guadalajara las mujeres se presentan francas y risueñas, comprendiendo muy bien que no es preciso ser mojigatas para ser virtuosas.
El doctor
VIII. La prima
Después de tanta digresión regresamos a la entrada del cuerpo a Guadalajara, ciudad que a pesar de estar a las puertas de la batalla contra el Imperio Francés aprovechaba sus últimos días de libertad como contemporáneos de Noé (Comiendo y bebiendo pues pronto habrían de morir).
Los oficiales terminaron sus labores y Flores le recordó su promesa a Valle. Entonces fueron juntos a la catedral, edificio del que los Jaliscienses se enorgullecen sobremanera.
Era la misa de doce y los galanes entraron, allí Valle se admiraba de la arquitectura del edificio y los gorros de los obispos mientras Flores se admiraba de las bellas hijas de Guadalajara.
Al terminar los servicios las doncellas iban saliendo, y le regalaban miradas al galante Flores que tenía algo que lo hacía irresistible.
Hasta que una pareja de señoritas titubeó un poco al pasar a su lado. Las dos admirablemente atractivas, una de ellas con un velo y la otra una joven alta, rubia y de ojos azules, una ‘aparición celestial’ (¿referencia detectada?).
Al ver a Valle lo saludó de lejos con una ligera sonrisa. El valiente capitán se sonrojó todo lo que pudo y le indicó a Flores que era su prima. Ella se quedó mirando un rato más a Flores y después se retiró algo apresurada.
El ‘dandy’ sugirió seguirlas y aún ante la reticencia de Valle lo hicieron.
XI. La presentación
Cuando llegaron a la casa de su tía, los estaban esperando, Isabel la prima de Valle los invitó a pasar.
Allí estaba una señora mayor a la que Valle saludó. Era su tía, hermana de su padre, luego de saludarla les presentó a Flores.
Todas quedaron prendadas del elegante y absurdamente atractivo Flores que actuó con gracia y cortesía.
Luego la señora presentó a la amiga de Isabel, que al quitarse el velo les permitió ver un rostro hermoso enmarcando dos ojos negros que pondrían de rodillas a un sultán, su nombre: Clemencia.
Ni Isabel ni su madre pudieron ocultar su indiferencia a Valle, mientras que Flores acaparaba las miradas de todas.
El galán no se podía decidir y dejó al destino hacer su trabajo. Comenzó por conversar con Isabel, que muy sonrojada por tener tan cerca al ‘hermoso’ oficial lo obsequiaba con risas y miradas llenas de interés y tal vez algo más.
Clemencia pensaba parecido y dirigía frecuentes miradas para examinar a Flores que a su vez le hacía sentir ‘el poder’ de sus ojos audaces e imperiosos.
El triste Valle conversaba con su tía de plantas y botánica. Aunque pudo darse cuenta del impacto de Flores sobre las muchachas y se quedó distraído y contrariado. Secretamente se preguntaba si se estaba enamorando de Isabel (norteño time again lol), un ángel que podría disipar su soledad y tristeza.
Pero la rubia sonreía a Flores de un modo insinuante, ‘era una esclava que se rendía sin combatir a su futuro señor’.
X. Las dos amigas
Tan pronto los oficiales se fueron, las mujeres comenzaron a intercambiar sus impresiones.
Fernando les parecía apocado, nada atractivo y casi antipático. Se preguntaban por qué nadie de su familia a la que visitaban con cierta frecuencia lo mencionaba nunca. Ni sus hermanos, ni sus padres, ni los amigos de la familia, parecía que todos lo aborrecieran y eso debía de ser por algo. ¿Alguna fechoría?, ¿O debido a que su padre era un destacado conservador y por tanto enemigo ideológico del republicano Fernando?.
De cualquier modo decidieron no tratarlo mal hasta comprobar algún comportamiento reprobable. La misma Clemencia con algo de lástima le daba el beneficio de la duda.
El ambiente cambió cuando pasaron a hablar de Flores.
Isabel se ruborizó y manifestó su admiración por el garbo y ‘galanura’ del célebre donjuan. Clemencia coincidió y de inmediato ambas reinas de corazones comenzaron a verse como rivales.
Una ‘pieza’ como Flores habría de decidir cuál era la más bella y graciosa, la de más talento y en resumen la mejor de las mujeres de Guadalajara.
XI. Los dos amigos
De regreso al cuartel Flores le hizo notar a Valle que estaba muy callado. Con unas pocas frases logró hacerlo confesar que estaba enamorado de Isabel.
Valle amaba como los románticos de los cuentos, con castidad e intensidad. Flores lo miró como a un poeta y reconoció que esa era una postura poco popular, él por su parte lo deseaba todo, era rico pero sería millonario, sería un militar de renombre, conquistaría a todas las mujeres que se le antojaran y se ahogaría en los placeres y la felicidad.
Valle se puso un tanto triste debido a que Isabel ya había caído bajo el influjo de Flores y ella, una doncella inocente no tendría fuerza para resistirse, y sabía que el donjuan solo deseaba satisfacer sus anhelos egoístas y nada más.
Enrique le sugirió que la enamorara cuanto antes, y que él se haría a un lado, para ir a por la sultana de ojos negros, la sin par Clemencia.
Valle tuvo que aceptar, para él era mejor que las dos potencias se enfrentaran y no que Flores lastimara a su ya amada Isabel.
XII. Amor
Isabel se pasó la tarde y luego la noche pensando en Enrique, estaba cautivada y para ella ningún hombre era como él, se ponía triste al pensar en la multitud de mujeres que lo habrían de amar por toda la República. Otras veces se miraba al espejo y sonreía, era bella, e ingenua, ‘a Enrique solo se le puede enamorar desde el corazón’. Luego pensaba en Clemencia y que seguramente ella lo habría de enamorar lo que ensombrecía su ánimo, y al recordar al bello oficial un sentimiento de peligro la abordaba, peligro de sucumbir al deseo.
Al día siguiente su semblante denunciaba lo agitado de su corazón y su madre lo notó, aún así lo intentó disimular, quería salir a dar un paseo pero la idea de que Enrique volviera la hizo quedarse.
A las cuatro, la voz armoniosa de Enrique sonó en los corredores. El corazón de Isabel se aceleró y miró a la puerta por la que entraron los oficiales.
XIII. Celos
La saludaron y ella, los dejó pasar y llamó a su madre. Mientras tanto Valle notó que la doncella estaba visiblemente turbada, y en su interior comenzó a tomar fuerza la idea de que ya amaba a Flores.
Él cumplió su promesa y comenzó a conversar con la madre de Isabel, doña Mariana, contándole las últimas novedades de la capital, con tal gracia y elocuencia que tenía la atención de las dos anfitrionas.
Valle intentaba conversar con Isabel y ésta respondía con monosílabos y evidente desinterés.
Entonces llegó Clemencia, conversaron brevemente y luego les contó a todos que sus contactos le habían hablado de lo buen pianista que era el oficial, así que propuso una especie de competencia para demostrar que Isabel era la mejor pianista de la región, cosa que avergonzó mucho a la modesta doncella.
Clemencia se puso al piano acompañada por Enrique que la devoraba con la mirada, Isabel no podía reprimir los celos y Valle se supo derrotado. Todas amaban a Flores.
De modo que para Valle no era ya dudoso que Isabel amaba a Enrique. Esto lo hacía reclinarse en su sillón como desfallecido por el tormento. Jamás había sentido en su corazón la cruel punzada de los celos, aquel dolor le había sido desconocido enteramente, y se preguntaba si no sería más cuerdo para él, que había pensado sacrificarse por la patria, retirarse de aquella casa, no volver a ver a su prima, y refugiarse en sus deberes de soldado, para escapar a los peligros de una pasión que acababa con sus fuerzas.
El doctor L.
XIV. Revelación
Luego tocó el turno a Isabel que ya estaba repuesta, y comenzó a tocar. Ejecutaba de manera admirable, al nivel del mejor pianista europeo y Enrique no pudo disimular su admiración por lo que le susurro ‘Después de esto, caer de rodillas y adorar a usted’.
Isabel interrumpió abruptamente la pieza y apenas pudo terminarla después de reponerse, la niña inocente y tímida había sucumbido al encanto del oficial.
Todos celebraron su virtuosismo aún cuando su rostro se encendía y negaba rotundamente ser merecedora de tantos elogios.
Para convencerla de que no la estaba adulando, Enrique le pidió su opinión a Fernando que estaba olvidado en un sillón.
Valle manifestó su desconocimiento de las artes, pero confirmó que solo los grandes artistas pueden conmover los ánimos como las dos bellas señoritas.
Clemencia, desestimó su respuesta porque sabía que no deseaba ponerla en evidencia, pero reconoció con gusto que era inferior, y que el mismo Valle lo había manifestado al enjugarse una lágrima cuando Isabel y Enrique estaban al piano.
Valle se puso encendido e intentó excusarse, pero Clemencia le preguntó si recordó un amor pasado o alguna otra aventura, Fernando aseguró que su vida había sido estéril y nada interesante. Ella dudó un poco y le dijo que sentía gran curiosidad por conocer el secreto de su eterna tristeza.
Los oficiales apuraron la despedida y prometieron visitarlas al día siguiente, Isabel se despidió de Flores con miradas de un amor implícito y de Valle con una mirada de urbanidad e indiferencia, pero Clemencia le sujetó brevemente la mano y le dijo con dulzura: ‘¡Hasta mañana, Fernando!’.
Clemencia al contrario, se despidió de Enrique con la más amable, pero con la más indiferente de las sonrisas, y manifestándole una alegre confianza, que es como la moneda corriente de las coquetas; pero al dar la mano a Fernando que se la tomaba con el mayor respeto, se la apretó ligeramente y le bañó con una mirada tan ardiente, tan lánguida, tan terrible, que el joven a su pesar se sintió turbado, y su corazón palpitó, como el día que la vio por primera vez.
El doctor L.
De camino al cuartel Flores le pidió perdón a Valle, pues Isabel se mostraba interesada en él, Valle aceptó su derrota y aunque se negó a la idea de tener algo con la amable Clemencia cesaría en sus intentos por cortejar a la rubia.
XV. Un salón en Guadalajara
Era de noche y los oficiales entraron al salón de la familia de Clemencia, el más distinguido de Guadalajara y tal vez de todo el país. Allí los esperaba la bella sultana con sus amigas y parientes. Los presentó a sus padres, patricios modelo que conservaban el vigor y buen gusto. Y luego a sus amigas que se deshacían en miradas para Flores pero que apenas y reparaban en Valle.
Fernando se hubiera desmoralizado de no ser porque Clemencia le dijo que estaba muy contenta de verle y que habrían de conversar muchísimo.
Así, mientras Enrique demostraba su habilidad al piano y era aplaudido por todos, Clemencia conquistaba a Valle con sus miradas y sonrisas.
El pobre hombre, que jamás había conversado tanto con una mujer, mucho menos de la belleza e inteligencia de Clemencia, no pudo resistirse y ya casi estaba enamorado para cuando anunciaron la cena.
XVI. Frente a frente
Se sentaron a la mesa, Clemencia y Fernando frente a Isabel y Enrique.
Isabel irradiaba felicidad, intercambiaba amorosas miradas con el atractivo oficial y este la trataba con tierna familiaridad.Cosa que no pasó desapercibida a Clemencia que lanzó una brevísima mirada llena de celos a la pareja.
Valle se percató de todo y su corazón que ya amaba a Clemencia sufrió al ver los celos de ella. Pero los olvidó tan pronto lo volvió a asediar con esas palabras y miradas que ya lo habían subyugado.
Le habló de varias flores que cuidaba con esmero entre ellas una que tenía en un ‘tibor del Japón’ que era la más preciada, le sugirió ir a verlas tan pronto terminara la cena para saber su opinión de botánico experto, y de paso regalársela como muestra de afecto.
Fernando se negó a aceptar un regalo tan preciado para ella y le sugirió que se lo diera al hombre amado. Clemencia respondió gentilmente irritada que si él no la quería, la arrancaría pues le sería inútil, un amargo recuerdo.
Dijo todo esto con tal pasión y dolor que Fernando olvidó los celos que había mostrado a Isabel y se volvió a sentir amado.
Después Clemencia se mostró agitada y pretextando que necesitaba aire fresco le pidió a Valle que la acompañara a ver sus flores.
XVII. La flor
Y subieron a un corredor románticamente iluminado lleno de hermosas plantas, ella repitió su intención de darle la flor más valiosa, Valle se negó pero ante la decisión de Clemencia tuvo que acceder.
Se la puso en el ojal de su uniforme, luego clemencia la fijó con un alfiler de oro, sentía los fuertes latidos del corazón de Valle que al tenerla tan cerca temía estallar. Luego dijo casi agonizante: ‘¡Clemencia, piedad!’, la doncella se disculpó al tomarse tantas confianzas, tal vez en el pecho que tocaba ya había alguien, un secreto para el que no la consideraba digna de enterarla, y luego siguió este diálogo ( que transcribo porque está muy bueno (y cursi) XD):
— Mi secreto es, Clemencia, que he sido siempre infeliz; que jamás un ser piadoso se ha dignado bajar hasta mí los ojos; que he cruzado la vida siempre triste, solitario y desdeñado; que sintiendo una alma fogosa y tierna, jamás he creído que nadie pudiese aceptar mi amor, y que usted es el primer ángel que aparece en mi camino tenebroso y maldito;
Que las palabras de usted han penetrado en mi corazón y han hecho nacer en él un sentimiento desconocido, dulce, poderoso, que ha crecido en minutos y que me abrasa.
Que, desconfiado como todo infeliz, he creído que me hacía usted el juguete de un extraño capricho; que al ver a Enrique frente a nosotros esta noche; a Enrique, con quien no puedo compararme, que es tan hermoso, tan seductor, tan espiritual, he sentido… celos ¿para qué lo he de ocultar? Y que he querido huir de esta casa donde sufría yo tanto. Ahora mismo esto me parece un sueño. He ahí mi secreto.
Clemencia se estremeció al oír nombrar a Enrique; pero disimulando su emoción, replicó:
— ¡Qué niño es usted, Fernando! ¿Y pudo usted creer que yo fuese una coqueta sin corazón que quisiera hacer del alma noble, desgraciada y generosa de usted el juguete de un capricho indigno?
¿Qué me importan la hermosura, la gallardía y la seducción del amigo de usted? ¿Cree usted que yo soy de las que prefieren eso a las dotes del alma? Desde la primera vez que le vi en casa de Isabel, establecí perfectamente la diferencia que hay entre usted, hombre de corazón y de talento, y Flores, que me parece un galán de oficio, sin alma, y cuyo espíritu, ligero y alegre, va revelando una vida gastada en los galanteos y los placeres. No me juzgue usted mal, Fernando, ni crea usted que soy la coqueta casquivana a quien calumnian en Guadalajara.
Soy franca, desdeño las reservas de mi sexo, tengo una educación especial, una independencia de carácter que me permite reírme del qué dirán y hacer siempre lo que me inspira el corazón. Hace tres días que le conozco a usted, y esto me basta… Pero ahí viene Flores, Fernando, mañana estará marchita esta flor, pero yo la haré revivir con la savia de mi cariño…
Flores le pidió bailar una pieza a la bella de ojos negros, y con una mirada de aprobación de Valle regresaron al salón mientras el donjuán le decía palabras melosas (bruh, obviamente ya me cayó mal).
XVIII. Clemencia
Cuando terminó la fiesta y Clemencia despedía a Isabel le preguntó si era feliz, ella le aseguró que nunca lo había sido tanto, entonces la felicitó.
Ya en su cuarto, se dejó caer en un sillón con un despecho mal reprimido.
Isabel la había vencido, y estaba furiosa, luego pensó en Fernando y en todas las cosas que le había dicho, sintió remordimiento por jugar así con su corazón. Pensó en desengañarlo pronto. Ya en su cama sollozó en voz baja mientras nombraba a su amado Enrique.
Se propuso con toda seriedad enamorarlo y luego se durmió suspirando.
XIX. El porvenir
Fernando por su parte pensaba en muchas cosas. Se había enamorado, como se suelen enamorar los hombres que no han amado y mucho menos han sido correspondidos. Se sintió el más dichoso de los hombres pero al mismo tiempo el más desafortunado.
Los franceses llegarían a Guadalajara en poco tiempo y la tropa tendría que retirarse al remoto norte, dejando a su amada en la ciudad, y conociendo su fama temía que un oficial francés se convirtiera en su nuevo capricho.
Valle no vaciló en sacrificar su corazón por la patria y aceptó que perdería a Clemencia.
Aún así, un destello de esperanza asomó a su corazón, si ella se mantenía fiel a su amor a pesar de las dificultades lucharía por ‘la gloria del soldado y la del amante’, besó varias veces la flor de la amada y lo guardó como su nuevo talismán.
XX. Confidencias
Tres días después Isabel fue a casa de Clemencia a decirle que Enrique le había propuesto matrimonio. Su amiga le sugirió moderación, que amara con muchas reservas. No sabía a ciencia cierta quién era Enrique realmente, ni de dónde venía, ni si no se trataba de un donjuán más al que la fortuna siempre le había sonreído y que no valoraba el corazón de una inocente.
Isabel se puso muy triste al escuchar a su amiga, pero esta le aseguró que lo hacía por su bien, si alguien como Valle fuera el que le hubiera dicho esas palabras no las pondría en duda, pero ella conocía mejor a los hombres y por eso la prevenía.
Isabel entonces preguntó si amaba a su primo, Clemencia respondió que tal vez, él la idolatraba y mostraba gran talento y sensibilidad, aún así ella misma tenía sus reservas y no le entregaría su amor a ningún indigno.
Valientes hay muchos, en nuestro país sobran, y desde el soldado raso hasta el general hay para admirar a todos… Si Fernando no fuera más que un oficial atrevido, poco habría adelantado en mi corazón. Pero tú sabes que hay acciones que sobrepasan la esfera de lo común; yo no sé precisamente lo que quiero, no acierto a expresarte mi pensamiento… Se me figura que un proscrito, perseguido por todo el mundo, un mártir, un hombre que subiera al cadalso por su fe y por su causa, abandonado de todos, hasta del cielo… ese sería el hombre a quien yo amase… Y me hago la ilusión de arrebatarle de las gradas del cadalso, de ser yo su libertadora y de llevármelo conmigo para hacerle sentir el cielo, después de haber pisado los umbrales del infierno. ¡Qué quieres!… soy así… hay mucho de singular en mis deseos y en mis ideas.
Clemencia
XXI. El amor de Enrique
Pasaron quince días, Clemencia recibió un mensaje enviado por Isabel en el que rogaba que la visitara inmediatamente, pues estaba enferma. Apenas llegó e Isabel se deshizo en sollozos, el motivo era Flores, había resultado ser un canalla.
La guerra iba mal, los Franceses habían capturado todas las ciudades del centro y se dirigían a Guadalajara, los remanentes del ejército nacional se habían replegado y en pocos días habrían de internarse en el inaccesible norte.
Con ese pretexto Enrique quiso apresurar las cosas y o bien que Isabel se fugara con él o que le diera la prueba máxima de su amor y de esa manera ser su esposa ante Dios ‘aunque las necias fórmulas del mundo faltasen a su unión’.
El hombre esperaba la respuesta con una sonrisa que se borró con la respuesta de Isabel, lo corrió de su casa y este salió con la cólera en el semblante, un libertino humillado y no un amante que ha cometido un error.
A pesar de todo ella lo amaba, despreciaba su conducta pero no podía despreciarlo a él, no sabía si le dolía más la falsedad del amor del casquivano (lol) o que se iría de Guadalajara en pocos días.
Las dos se abrazaron y lloraron amargamente.
XXII. Otro poco de Historia
La guerra progresó con los nacionales sacando la peor parte, grandes y bravos esfuerzos se hicieron para bien mantener o bien capturar diversas posiciones, pero fueron en vano.
Cayó Morelia, y el resto del bajío, los generales decidieron retirarse a las barrancas y proteger Colima por sus recursos y el puerto de Manzanillo, pocos días después los Franceses y afrancesados (Mexicanos que se unieron al ejército invasor) ocuparon Guadalajara sin que hubiera combate el cinco de enero de 1864.
XXIII. La última Navidad
Ese fue el desenlace de la campaña, pero hubo otros acontecimientos que atañen a la historia situados en los últimos días de diciembre de 1863.
Las familias patriotas y liberales estaban preparándose para acompañar al ejército y afrontar las penurias del destierro y la derrota o bien para exiliarse en California, aún así deseaban aprovechar los últimos días de libertad con fiestas y extravagancias (espíritu nacional a full jaja).
Clemencia organizó una fiesta de Nochebuena a la alemana e invitó a los oficiales y lo más distinguido de la sociedad de Guadalajara, incluyendo a Flores, Valle e Isabel, que después del desengaño no tenía ánimos para nada, mucho menos una fiesta en la que estaría el amado.
Desengaño desconocido para Valle que por otra parte sospechaba de las miradas de inteligencia que había entre Flores y su amada, se temía lo peor y lo confirmó poco antes de medianoche.
La fiesta había transcurrido por varias horas y Fernando observaba a Clemencia y Flores bailando y festejando, anunciaron la cena y se rezagó en una habitación para meditar. Entonces entraron los susodichos, intercambiando amorosas palabras, ella le regaló un guardapelo con su retrato.
Poco después le fue preciso salir al corredor; se ahogaba… estaba loco. Si alguna vez hizo propósitos insensatos, fue entonces. Su pecho era un volcán, su cerebro ardía, y no le venían a la boca más que blasfemias. Se acordó que traía guardada y cuidadosamente envuelta la flor que Clemencia le había dado algunos días antes. Sacóla del pecho y la arrojó con cólera sobre el mismo jarrón japonés en que estaba la planta que la había producido.
— Conservarla —dijo— sería adorar la burla.
Su ausencia se había notado y Clemencia fue a buscarlo acompañada de Flores, la doncella le pidió que los acompañara a cenar pero Valle la rechazó con el pretexto de que se sentía mal, Flores le respondió con una broma y el herido le dijo que se contentara con ser dichoso y que lo dejara en paz.
Se comenzaron a caldear los ánimos y por poco y llegan a las manos, pero Valle se pudo controlar y le dijo a Flores “¡Mañana!
Clemencia estaba preocupada, no sabía si por Valle o por Flores, pero le rogó a su amante que no matara al desafortunado Fernando pues era posible que ella le hubiera dado motivos para sentirse así, el gallardo donjuán le prometió hacerlo sentir únicamente su látigo.
De nuevo a la hora de dormir, llena de remordimientos se recriminaba el papel que había tenido en la desdicha y posible muerte de Fernando Valle.
XXIV. El desafío
Al día siguiente Fernando fue a ver al doctor (es decir, al narrador) y le pidió de favor que le sirviera de testigo, no había ningún vínculo de amistad entre ellos por lo que su juicio sería imparcial. El médico aceptó y notificó a Flores que aceptó el desafío con altivez.
Algunas horas después el coronel llegó a los alojamientos de Valle y lo arrestó por insubordinación, los duelos estaban prohibidos y mucho más entre oficiales, Flores lo había informado (una cobardía a ojos de Fernando), habría de ser liberado cuando los ánimos se calmaran. El médico convenció a Fernando de esperar a batirse con los franceses para ganar la gloria o bien hacerse matar.
El ejército salió de Guadalajara el dos de enero de 1864, el coronel en nombre del general Arteaga, ascendió a Flores a teniente coronel y lo puso a cargo de la plaza por recomendaciones de varios amigos que tenía en el cuartel general.
XXV. El carruaje
Algunas horas antes de que los franceses ocuparan la ciudad, Clemencia y su familia salieron de la ciudad, posiblemente eran los últimos rezagados de entre los que prefirieron abandonar sus hogares a convivir con el enemigo.
Su padre encabezaba la comitiva, fuertemente armado lo mismo que sus criados. Clemencia y su madre iban en un carruaje, acompañadas de Isabel y su madre.
En una cuesta el carruaje dio un vuelco dejando inutilizada una de las ruedas, la situación era desesperada, la noche estaba cerca y no había ningún poblado cerca.
Un criado se ofreció para adelantarse y reparar la rueda en Zacoalco, la población más cercana, estaría de vuelta cerca del amanecer. El patriarca lo autorizó y los otros criados improvisaron un campamento para las señoras y señoritas mientras los hombres montaban guardia.
XXVI. Bien por mal
El mozo iba a la mitad del camino cuando se cruzó con una tropa de caballería.
Le hicieron el alto y después de identificarse lo llevaron al comandante a cargo, el mozo explicó la situación y el nombre del Señor R.., padre de Clemencia, el comandante, Fernando Valle en persona meditó un poco antes de decir:
— ¡Pérfida! ¡Cuánto le amo y cuánto mal me ha hecho!… En fin ¡volvamos bien por mal!
Fernando Valle
Dió varias órdenes a la columna y partió con el mozo a Zacoalco, llegaron pocas horas después, Fernando tocó una puerta que abrió un viejo capitán.
Le pidió de favor que le prestara el carruaje que tenía a su cargo debido a que no se podía mover con tanta facilidad.
El viejo soldado aceptó únicamente debido a la deuda de honor que tenía con Valle y porque este se aseguró de que lo regresaría prontamente.
Le pagó al conductor con tres onzas de oro y un reloj que valía tres veces más y la orden de no pedir un solo centavo al señor R…
Cuando salían del pueblo, su caballo reventó pues llevaba varios días sin descansar, Fernando lo despidió con una lágrima y le pidió al mozo que le vendiera el suyo. El hombre no estaba seguro de que su patrón lo autorizara pero Valle le dió diez onzas y el agradecimiento adelantado al señor que seguramente comprendería la urgencia de la montura para el oficial.
Llegaron a donde se habían cruzado por primera vez y los despidió, luego reanudó la marcha con su tropa, si alguien hubiera visto el semblante del comandante se habría asustado al notar la expresión de tristeza y la sonrisa de desesperación que llevaba.
XXVII. Alter tulit honores
Amanecía cuando el carruaje llegó al campamento, el mozo le relató todos los pormenores de su aventura al señor R… y Clemencia aseguró que el galante Flores les había hecho todo ese servicio.
Le preguntaron al cochero que no supo responder, pero al preguntarle si el oficial se llamaba Flores respondió que era posible.
La columna se hubiera cruzado con ellos de no haber tomado un desvío por el pueblo de Santa Ana, Valle no quería ver ni a Isabel ni a Clemencia.
XXVIII. Prisión y regalos
A todo esto, el coronel al mando de Valle y Flores fue ascendido a general de brigada y por recomendación suya, Flores se convirtió en el jefe de su tropa. Valle se enteró pocos días después y estuvo a punto de pedir su cambio de unidad pero al ver tan de cerca a los franceses no quiso perder la oportunidad de batirse y se resignó a estar a las órdenes de su enemigo mortal.
Fernando sintió mucha amargura al reportarse ante Flores cuando éste llegó a Santa Ana.
Entre tanto el nuevo coronel lo tenía bien vigilado y al enterarse de su desvío a Zacoalco se puso muy contento al tener un pretexto para causarle dificultades, despachó una orden para apresarlo y llevarlo a Zapotlán, quitar de enmedio a Fernando lo ayudaría con sus planes.
Cuando el mensajero llegó a donde Valle estaba destacado, este venía llegando de Guadalajara, leyó las órdenes y una sonrisa de desprecio se dibujó en su rostro, pero por una vez la suerte lo favorecía, se dio preso y partió escoltado por veinte jinetes.
Llevaban unas seis leguas de camino cuando se cruzaron con unos mozos que llevaban dos magníficos caballos y una mula que traía un baúl.
Se trataba de mozos del señor R…, Valle preguntó por su salud, ellos respondieron que él y su familia estaban seguros en Colima, que estaba bien defendida por los liberales, luego ambos grupos prosiguieron su camino.
Los mozos le llevaban los caballos a Flores, con una carta del padre de Clemencia en la que le agradecia por sus servicios y le recriminaba no haber querido encontrarse con ellos, Enrique comprendió que la carta explicaba el desvío de Valle y un destello de temor asomó en su ánimo, su acusación caería en falso y su reputación bajaría ante la familia de la doncella.
— Sin embargo —dijo para sí— la fortuna es mi madre, y la desgracia sigue a ese muchacho como una sombra.
Enrique Flores
XXIX. El traidor
Fernando llegó a Zapotlán de noche. Allí lo recibió el general que mandaba a todo el ejército del Centro, lo reprendió por sus acciones y le aseguró que lo iba a fusilar por traidor.
Valle con toda calma explicó su desvío de las órdenes debido a la familia del señor R…, nombró fechas, testigos y los registros de los movimientos de Flores y Valle coincidían con su explicación.
El general ya menos severo le dijo que tendría que disciplinarlo por estar ayudando familias y no cumplir con su deber, pero antes de retirarse Valle le dijo al general que había encontrado a un traidor.
Su cuerpo de caballería vigilaba Guadalajara constantemente, en una de sus pesquisas encontró a uno de los sargentos favoritos de Flores que llevaba un mensaje sellado, en la plaza sólo había franceses y esto levantó sus sospechas, apresaron al sargento y con dos hombres de confianza lo envió a Sayula, entonces le entregó el sobre al general.
Flores le comunicaba al general enemigo las últimas órdenes del cuartel, una traición en forma.
El general montó en cólera y mandó órdenes para apresarlo, absolvió a Valle y le pidió la mayor discreción, el comandante y sus hombres prometieron mantenerse callados y partieron a los cuarteles.
Flores por su parte esperaba con impaciencia noticias sobre el destino de Valle, al mismo tiempo que con cierta preocupación observaba que su sargento no volvía de Guadalajara.
La ruta del ejército: Guadalajara, Zacoalco, Zapotlán, Colima
XXX. Proceso y sentencia
Aprehendieron a Flores y lo enviaron a Colima, debido a sus muchas amistades confiaba en salir libre, por su parte el general del centro quería hacer un ejemplo del traidor, además de amedrentar a todos los oficiales que seguramente estarían inmiscuidos en el sabotaje al ejército republicano.
Pusieron a Valle al mando del cuerpo de caballería que era totalmente fiel a Flores y que lo hubiera seguido a donde fuera, hasta convertirse en bandidos si hiciera falta.
El ambiente era tenso y Fernando estaba sumamente irritado por la situación.
No sirvieron de nada las influencias de Flores, ni de los exiliados de Guadalajara, la mayoría sus amigos que movieron cielo y tierra para liberarlo. El cuartel general ordenó su fusilamiento.
Y para colmo de Valle lo pusieron al mando del cuerpo que custodiaba a Flores, los superiores lo obligaban a vengarse aún a despecho de él.
El ánimo del comandante se puso más sombrío al suponer lo que Clemencia sentiría al saber que tuvo parte en la ejecución de su amado.
La impetuosa joven le rogó a su padre a ir al mismo cuartel general para que de ser necesario le diera la mitad de su fortuna con tal de salvar a Flores.
XXXI. En capilla
Cuando la hermosa joven recibió la noticia del aprisionamiento de Flores y su posterior sentencia por poco se vuelve loca de dolor.
Conmovió a toda la ciudad con su febril actividad, rogando a cuanto personaje importante conocía a dilatar aunque fuera un solo día la ejecución de su amado.
Comenzó a despreciar a Valle por haber calumniado así al vencedor de sus afectos, y aunque varios oficiales le aseguraron que Flores era merecedor de la acusación sin lugar a dudas, ella lo negó, creía incapaz a Enrique de semejante villanía.
Era mucho más plausible que el desengañado Valle al no poder batirse en duelo hubiera urdido esa venganza, lo que le iba muy bien al antipático y cobarde hombrecillo que hasta los hombres bajo su mando despreciaban.
Después de que su padre fuera a ver al general, Clemencia, Isabel y su madre fueron a la prisión, Valle autorizó su entrada de buena fe.
La entrevista fue dolorosísima, la doncella le prometió salvarlo y después de despedirse pidió ver al comandante.
Cito lo que pasó en esa segunda entrevista (es que también está buena esta parte XD):
Valle, sorprendido de aquella petición, salió de su aposento y vino a encontrar a la hermosa joven, a quien saludó descubriéndose respetuosamente.
— Escuche usted, señor Valle —dijo Clemencia con una expresión de desprecio supremo— comenzó usted por serme indiferente, después me fue usted fastidioso; pero nunca creí que llegase usted a hacerse tan vilmente despreciable como hoy le considero.
— ¡Clemencia! —interrumpió el joven, sintiendo correr hielo por sus venas al escuchar aquellas palabras.
— ¡Oh! no me trate usted con familiaridad, señor, que nada tengo yo de común con un calumniador miserable, que se venga cobardemente de su enemigo llevándole al cadalso.
— Pero, señora ¿ha venido usted a insultarme de este modo?
— No, señor: he venido a jurar a los pies de ese hombre que va a morir, pero a quien adoro con locura, que le amo, que le amo con toda mi alma, que no morirá para mí, y que no tardaré en seguirle.
— ¡Oh! usted no sabe de lo que es capaz una mujer de mi temple cuando está apasionada… Usted que se atrevió a esperar de mí otra cosa que una mirada de indiferencia, al verle a él preferido creyó que haciéndole asesinar podría extinguir su amor en mi corazón, usted se ha engañado: mártir, le amo más, mi amor es causa de su muerte; pero me quedo en la tierra unos cuantos días para vengarle. Le pareceré a usted una loca; pero ya me conocerá usted mejor.
— ¡Clemencia! —dijeron a una voz la señora Mariana e Isabel, espantadas de la violencia de la joven.
— ¡Oh! perdónenme ustedes… estoy extraviada… este hombre cruel ha amargado para siempre mi vida, ha despedazado mi corazón… ha perdido mi alma.
Clemencia no lloraba. Su pecho se levantaba fuertemente, y ella parecía hacer esfuerzos supremos para no gritar y caer desfallecida. La señora la tomó en sus brazos y, dirigiéndose a Fernando, le dijo:
— Aléjese usted, señor, y perdónela, como nosotros le perdonamos a usted. Amaba, y la ha matado usted acusando a Enrique.
— Y a mí también me ha matado usted, Fernando —murmuró sollozando Isabel— porque yo le amo también como ella…
XXXII. Antes de la ejecución
Enrique pernoctaba en su celda lleno de temor. Había sido afortunado toda su vida, había arruinado a incontables mujeres y hombres, la fortuna lo había mimado y por eso al enfrentarse a la dificultad desfallecía como un niño.
No arrostraba a la muerte como el valiente, lo hacía más bien como el farsante que había sabido ocultar su cobardía en batalla.
Eran cerca de las once de la noche cuando oyó acercarse a un oficial.
Era Fernando Valle.
Flores le preguntó qué hacía allí, Valle por toda respuesta le indicó que se disfrazara con su atuendo y que escapara. Un criado suyo lo guiaría a casa de Clemencia que sin duda le proporcionaría caballos para llegar a Guadalajara, él se quedaría allí fingiendo ser el preso.
Enrique dudó al principio pero con la respuesta de Valle de que si quisiera verlo muerto bastaba con esperar al día siguiente se convenció.
Valle también le aseguró que hacía esto por la mujer que moriría después de él, luego agregó que deseaba que ella fuera feliz.
Flores le agradeció sumamente conmovido y se despidió disfrazado como Valle.
Ya en soledad Valle sintió que se había quitado un enorme peso de encima, dos lágrimas asomaron a sus ojos mientras pensaba en que nunca había pensado en morir en esas circunstancias.
Uniforme de soldado mexicano del siglo XIX
XXXIII. Desengaño
Clemencia, Isabel y sus respectivas madres lloraban o rezaban esperando lo inevitable. Clemencia miraba con frecuencia al exterior como esperando un correo de su padre.
Entonces alguien tocó la puerta con fuerza, el criado abrió y se trataba de Enrique en persona.
Nadie podía creer que estuviera allí. Relató la forma en la que escapó y la ayuda de Valle, luego le pidió a la madre de Clemencia caballos y un guía para ir a Guadalajara por caminos poco conocidos.
Al oír esto Clemencia titubeó, Flores aceptó la acusación, el plan era que desertara con toda su unidad y se pasara a los afrancesados, los folios eran suyos y en efecto era un traidor.
La bella señorita no pudo ocultar su disgusto, y no se dejó abrazar por Flores cuando se despedía, él preguntó si acaso ya no lo amaba y ella por toda respuesta le deseó buena suerte y le prometió que nunca la volvería a ver.
Flores se fue sumamente aturdido.
Cuando quedaron solas Clemencia rompió a llorar. Había amado a un traidor, a un hombre capaz de dejar que otro tomara su lugar al enfrentar la justicia. Le había roto el corazón a un noble y valiente patriota, lo había insultado y había pensado lo peor de él.
En su momento se atribuyó parte de la culpa en la muerte de Flores debido a su relación con su delator, pero tenía toda la culpa en la muerte de Valle.
XXXIV. Sacrificio inútil
Amanecía cuando llegó un correo del cuartel general, el indulto de Flores que su padre enviaba después de ceder la mitad de su fortuna al ejército.
La amargura se apoderó de Clemencia que desfallecía por las injusticias que había cometido.
El señor R… llegó a su casa a las diez, agotado e inquiriendo por Flores, su hija corrió sollozando a sus brazos.
Le relató todo el episodio del traidor y del valiente y con gran pesar su padre les explicó todo lo que Valle había hecho por ellos.
Así es que a su nobleza de conducta debe agregarse que no quiso que supiéramos que él era nuestro protector. De modo que yo regalé al otro mis caballos, y le tributamos nuestra necia gratitud, y ese infeliz mató su caballo, se quedó pobre, y va ahora tal vez a morir sin llevar de nosotros ninguna muestra de reconocimiento.
El señor R…
El dolor de todos aumentó con el relato y Clemencia no sabía qué hacer.
— Pero, en fin —exclamó el señor R… con resolución— señor, he sacrificado por ese villano la mitad de mi fortuna, aún me queda la otra para ofrecerla por este muchacho tan valiente, tan patriota y tan noble. Sólo que ¿cómo hacerlo? Me es imposible volver a Zapotlán. Escribiremos; ustedes se quedarán pobres, hijas mías, pero no tendrán un remordimiento.
— Trabajaré, padre mío, como una obrera, con tal de salvar a Valle. Su vida será mi herencia.
XXXV. El salvador
Al día siguiente un amigo de la familia les fue a dar la nueva, fusilarían a Valle por dejar escapar al traidor.
Se decía que al amanecer hizo llamar a su general y le dijo que había dejado escapar al reo.
El general le recriminó y le preguntó si sabía lo que había hecho, Valle respondió:
Sí; ponerme en su lugar. Estoy listo, y cuanto más pronto mejor.
Fernando Valle
Se envió un extraordinario al cuartel general y por la noche había sido respondido.
Fusilarían a Valle a la mañana siguiente.
También le llegó un mensaje al señor R… en el que se le liberaba de su compromiso con el erario.
El señor R… escribió al general en jefe, ofreciéndole todo su capital por la vida del desdichado joven; pero era preciso obtener una suspensión de la orden.
XXXVI. La fatalidad
Valle llamó al médico que hacía esta relación. Logró entrar a su celda después de muchos trabajos.
Allí el preso le dio un abrazo y las gracias por la amabilidad de acceder a su petición de verle.
Luego le contó brevemente su vida:
Había nacido en una familia rica de Veracruz, débil y endeble, siempre había sido despreciado por su padre sin saber por qué.
Su primer desencuentro fue que al hacerse amigo de un pobre muchacho compañero suyo del colegio se contagió de sus ideas liberales, la madre de su amigo estaba muy enferma y Valle la ayudó cuanto pudo, había sido una madre para él y sufrio grandemente cuando murió.
Debido a sus cuidados se retrasó en ir a las navidades con su familia y por eso lo castigaron severamente, su madre era la bondad personificada pero nada podía hacer por él pues su padre la dominaba con tiranía.
Lo hicieron aprender el oficio del armero mientras sus hermanos estudiaban en Francia y Alemania, después lo hicieron dedicarse al comercio, pero Valle se consumía de tristeza en ese trabajo.
Luego llegó la guerra y se identificó con la causa liberal, le escribió a su familia y entró al ejército como soldado raso, su padre lo desconoció completamente y le exigió que no los visitara nunca.
Tampoco había sido afortunado en el amor, todas las mujeres lo despreciaban y él, tímido pero altivo no quería ser molestia para nadie así que no insistía.
Amó por única vez en Guadalajara, la bella señorita que sin duda conocía por sus gestiones desesperadas para liberar a Flores. La que le había dado tal vez alguna señal de esperanza pero que en realidad fueron señales equivocadas, y por su felicidad es que daba gustoso la vida.
Lo único que lamentaba era que buscaba la gloria de sucumbir a la muerte de los valientes, a la sombra de su bandera republicana pero terminaría muriendo como traidor.
El doctor sofocaba sus gemidos y lágrimas, se despidió de Valle con un abrazo y diciéndole: “usted merecía vivir y ser grande”.
Fernando le entregó una carta para su familia y se despidió.
XXXVII. Bajo las palmas
Eran las siete de la mañana, en un paraje a las afueras de Colima, el paisaje hermoso y lleno de vida contrastaba con la sombría situación.
Una columna de caballería llevaba al preso, un elegante oficial que aunque pálido caminaba resuelto y sin venda al paredón.
Clemencia y su familia rogaban que la multitud la dejara pasar para verlo una última vez, tal vez por piedad le cerraban el paso, al fin pudo estar frente a Fernando aunque a la distancia, los granaderos le impidieron avanzar, la bella señorita quizo gritar para atraer siquiera la última mirada de Valle, pero se escuchó una descarga y el cadáver yacía tendido con el corazón atravesado por las balas.
Los fusileros se retiraron llorando: «¡era tan valiente aquél joven oficial!».
La multitud también se retiró y sólo quedó el carruaje de Clemencia. Su anciano padre se acercó al cadáver y con el permiso de los soldados cortó un mechón de sus cabellos y se encargó de gestionar su sepultura.
Epílogo
Pasaron algunos meses y el ejército republicano había sido derrotado. Todo el mundo había desertado. Los franceses eran los dueños de Jalisco y de Colima.
El médico llegó como pudo a Michoacán y luego debido a una enfermedad tuvo que encerrarse en la Ciudad de México.
Entonces aprovechó para cumplir la promesa que le hizo a Fernando. Fue a la casa de su familia y les entregó la carta.
Era el cumpleaños del padre, en la calle una columna de franceses desfilaba y a la cabeza iba Enrique Flores que lanzó miradas seductoras a las hermanas de Manuel y a sus amigas que se asomaban por un balcón.
Se volvieron aterradas al oír el grito del viejo aristócrata, la madre se desmayó y aquella casa que resonaba con las alegrías del festín se llenó de sollozos y gritos de desesperación.
La hermosa Clemencia se recluyó en el convento de las hermanas de la Caridad, allí la visitó. Aunque aún era muy bella su semblante y palidez recordaban al de un muerto.
— Poco me falta que sufrir doctor, me dijo: esto se va acabando.
Y mostrándome un pequeño relicario oculto debajo de su hábito:
— He aquí lo que me queda —me dijo—, un hábito que me consagra a los que sufren, y esto que me consagra a la muerte… ¿Sabe usted?… son sus cabellos… espero que él me habrá perdonado desde el cielo.
Clemencia
Análisis y comentarios sobre ‘Clemencia’ de Ignacio Manuel Altamirano
Introducción
Clemencia es considerada una novela de gran importancia en la historia de la literatura mexicana. Enmarcada en un momento de crisis, expone dos caras de la sociedad nacional de la segunda mitad del siglo XIX.
En este breve comentario intentaré sintetizar algunas de sus lecturas e interpretaciones. Estas se pueden resumir en las siguientes premisas:
La tendencia literaria de la época y su dirección es marcadamente romántica pero también tiene motivos ulteriores, entre ellos, promover la agenda ideológica del autor
La novela expone una perspectiva sobre el racismo en México que a la fecha está vigente en muchos lugares sociales y espaciales del país
La obra es empleada como herramienta para consolidar la identidad nacional en oposición al favoritismo por lo extranjero
Sobre el racismo en méxico (parte 1)
Un tema incómodo, pero que ningún mexicano con criterio va a negar. El racismo ‘sutil’ (y a veces totalmente descarado) es una realidad en la mayor parte del país, pero eso no es nada nuevo.
Varios investigadores concuerdan en que las intenciones pedagógicas de Altamirano se identifican con el ‘letrado del siglo XIX’. Esto es: ‘diseñar un discurso que incorpore y valore lo rural para construir la identidad nacional’, discurso en el que ‘la raza’ es fundamental.
Dicho discurso está presente en toda su obra, pero se manifiesta con más intensidad en ‘El zarco’. Aunque esa historia será la tercera entrada de esta ‘mini-saga’ de entradas (y en ella trataremos con más profundidad la cuestión), también tiene relación con ‘Clemencia’.
Doris Sommer en ‘Foundational Fictions’ califica a ‘El zarco’ como novela fundacional pues el ‘Eros y la Polis’ son inseparables. En un romance fundacional la promesa de la consolidación amorosa es un símbolo de la consolidación de la nación.
Nicolas y Pilar, morenos/mestizos y ciudadanos ejemplares al final tienen una relación exitosa, el desenlace realiza el éxito de la nación-estado, vinculando el ‘Eros y la Polis’.
Por su parte Valle, calificado de pálido y enclenque, no parece pertenecer a algún fenotipo en específico. Aunque la descripción de su familia sugiere que es blanco, la mayoría de sus características apuntan a que era mestizo, al menos en un sentido ideológico.
Su adversario por otro lado era un ‘león parisiense’, rubio y fuerte, que descollaba rasgos y maneras europeos, igual que Isabel que era una ‘inglesa nacida en México’.
Clemencia, es una ‘hurí’, una ‘sultana’, lo que hace pensar en una mujer de apariencia árabe, aunque hay ocasiones en las que se dice que era una ‘española’.
En cualquier caso, en la sociedad de mediados del siglo XIX (y aún en la actualidad) el que tiene rasgos europeos es favorecido por sobre el mestizo (el nativo ni siquiera entra en la discusión, dato random, durante los primeros años de independencia, los indígenas no existían “desde el punto de vista de la vida de la nación” tanto para liberales como conservadores, véase “Los ecos de la conquista y la colonia reaparecen en los momentos de crisis interna mexicana”. Entrevista a Tomás Pérez Vejo).
Contradiciendo los axiomas de la sociedad, Altamirano revierte los valores típicos al despreciar al blanco(a) y favorecer al moreno(a). Siempre le da la ‘superioridad moral’ al ‘menos europeo’. Nicolás, Valle, Clemencia (al final). Para él, el mestizaje es algo beneficioso, en toda su obra tiende a favorecer al protagonista mestizo.
Estamos hablando de una de las premisas centrales en el nacionalismo mexicano del siglo XIX, premisa que sería retomada por multitud de intelectuales mexicanos, como Vasconcelos y su definición de la ‘raza cósmica’.
Aún así, para la mayoría de élites políticas, sociales, económicas y militares (muchas veces estas élites se intersectan en un solo individuo) la única persona capaz de raciocinio y sensibilidad, la única que ‘cuenta’ en el desarrollo de la nación es el blanco.
Viena a la mente lo que escribió Manuel Payno cuando Rugiero de ‘El fistol del diablo’ dijo: “Los Estados Unidos tienen veintidós millones de habitantes, y vosotros apenas sois dos millones de gente blanca, pensadora, apta y capaz, con cinco millones de indios excelentes para cultivar el maíz y para batirse con una especie de frialdad e indiferencia, pero nulos para todo lo demás”.
Aún si escribió esas líneas con ironía (le doy el beneficio de la duda), el argumento del italiano demuestra la opinión generalizada de la época sobre ‘que raza es mejor’. Incluso teniendo a personajes como Morelos, Guerrero, o el mismo Altamirano como excepciones a la regla.
Discutiremos más de este tema en la entrada de ‘El Zarco’, este micro bosquejo del racismo en México sirve para resaltar un aspecto central en la obra: ‘En México, entre más blanco seas, mejor te va (y eso no está bien)’
“Las mujeres aman la forma”
El caso de Ignacio M. Altamirano es atípico en múltiples sentidos. Era un hombre de ascendencia completamente nativa, era una personalidad política de su tiempo y era un hombre sumamente instruido.
Estas diferencias respecto a sus contemporáneos, tanto escritores como políticos y militares que en su mayoría eran de ascendencia española, criollos a la usanza de don Lucas Alamán o Manuel Payno, (obviamente con excepciones como don Ignacio Ramírez o el mismo Juárez) también se perciben en sus escritos.
Lo más común era que el héroe de la historia fuera el ‘hombre blanco civilizador’ que vencía al mal con sus cualidades superiores ya fueran morales, físicas o cognitivas. Muchas veces el mal era encarnado en el nativo salvaje, cuyas mujeres caían rendidas al influjo del ‘bravo civilizador’, y este tropo se mantuvo vigente hasta bien entrado el siglo XX llegando incluso a la pantalla grande (sobre todo de producción anglo-americana. En efecto, si México era racista, el norte lo era aún más).
En contraste, algunos críticos sumarizan la ‘moraleja’ de ‘Clemencia’ como una advertencia a las mujeres caprichosas. De nuevo, no haría falta una crítica de este tipo si no hubiera una patente preferencia por los fenotipos ya citados por sobre los nativos.
El mismo Altamirano probablemente tenía experiencia en el asunto pues en “A Leonor en su álbum”, poema satírico (y valiente), escribió:
“El oscuro color de mi semblante ha espantado tal vez vuestra belleza, porque queréis, señora, en vuestro amante un monstruo de hermosura y de riqueza.
Cuando algún indio como yo, señora, de tez cobriza, de melena dura, de una Venus de Gnido se enamora, debe hallarse atacado de locura.
Todo eso habéis pensado, lo imagino, la amarga chanza de mi suerte es esa, siempre encuentro una tonta en mi camino, siempre algún animal se me atraviesa.
¿Pensasteis que os amé? Pues estáis loca, vuestra hermosura tan preciada y fiera no conmovió mi corazón de roca, ni mi alma desdeñosa y altanera.
Yo odio a las mujeres casquivanas que abundan como vos, sin duda alguna, que andan de sus personas muy ufanas sin mirarse jamás en su tontuna”
Otro fragmento dice:
“No faltará algún tonto que os espete mil himnos lisonjeros, no lo dudo, ni faltará algún lúbrico vejete que os pida ansioso para ser cornudo.
¿Pero yo enamoraros? Ni por pienso, no me habéis, de seguro, sondeado, tengo un orgullo insuperable, inmenso; contra ese orgullo el vuestro se ha estrellado.
Yo soy un indio como nadie feo y me vivo soberbio en mi pobreza, pero a los míos desdeñoso veo, sin inclinar a nadie la cabeza.
Ando muy orgulloso de mi cuna, nací en el Sur, y aunque nada os cuadre, jamás pedí limosna en puerta alguna, como lo hizo otra vez vuestro buen padre.
El padre mío siembra en la montaña laborioso el maíz, no está indigente, mantiene a su familia en su cabaña y eleva limpia su altanera frente.”
La poesía de Altamirano está tremenda ¿no crees?. Esas líneas me recuerdan un poco a Valle que dijo:
“En cuanto al estado de mi corazón, confieso a usted que nunca he amado antes de llegar a Guadalajara, porque francamente no he sido simpático a las mujeres; y alguna vez que me he inclinado a alguna, pronto su desvío me ha hecho comprender que la molestaba, y, tímido por carácter, pero altivo en el fondo, me sentía humillado y me retiraba pronto.”
Fernando al doctor
En la ética de Altamirano, la apariencia bella y robusta del físico está subordinada a la moral interior. De modo que Nicolás, aunque no sea de físico agraciado, tiene el «alma hermosa». Por su parte, aunque Enrique Flores tiene un cuerpo deslumbrante, su personalidad es vacua.
Rubio de ojos azules y agraciada condición física y psíquica, según los estereotipos de belleza nórdica, Enrique representa la imagen opuesta de Fernando.
Como subalterno, Fernando es invisible, o en el mejor de los casos su presencia resulta molesta para la sociedad burguesa criolla. La siguiente nota autobiográfica de Altamirano se deriva de su genealogía social y cultural: «Mis antecedentes son humildes, he probado desde mi infancia el cáliz de las miserias de la vida».
Es posible que Altamirano se esforzara tanto por ‘enseñarle a las masas’ que no es bueno despreciar a nadie por su aspecto porque él había experimentado de primera mano lo cruel que puede ser la sociedad para con quien considera ‘inferior’ únicamente por su ascendencia o posición social. Por eso sus personajes mestizos demuestran una gran valía, como para mostrarle a la gente que también hay ‘indios’ (ellos así los llamarían) que pueden lograr grandes hazañas.
No solo eso, los hombres y mujeres normalmente despreciados, cobran importancia en la obra de Altamirano al ser personas de talento, valientes, y de gran sensibilidad.
Y se vale de Clemencia e Isabel para expresar sus teorías sobre la forma en que la sociedad (y las mujeres) juzgaban a los individuos.
“Por otra parte, hemos dicho que Flores era hermoso, e Isabel era de esas mujeres para quienes la forma es todo. Su pobre primo no podía sostener una comparación física con el joven y gallardo rubio.
Clemencia se parecía mucho en esto a su amiga. Adoraba la forma, creía que ella era la revelación clara del alma, el sello que Dios ha puesto para que sea distinguida la belleza moral, y en sus amigas y amigos examinaba primero el tipo y concedía después el afecto.
Y esto no da derecho a suponer que las dos jóvenes careciesen de talento y de criterio, no; la naturaleza había sido pródiga con ellas en dones físicos e intelectuales. Clemencia pasaba por tener una de las inteligencias más elevadas del bello sexo de Guadalajara. Isabel era citada por su talento. Ambas estaban dotadas del sentimiento más exquisito. Eran mujeres de corazón.
Pero juzgaban como juzgan casi todas las mujeres, por elevadas que sean, y eso en virtud de su organización especial. Aman lo bello y lo buscan antes en la materia que en el alma. Hay algo de sensual en su modo de ver las cosas. Particularmente las jóvenes no pueden prescindir de esta singularidad, sólo las viejas escogen primero lo útil y lo anteponen a lo bello. Las jóvenes creen que en lo bello se encierra siempre lo bueno, y a fe que muchas veces tienen razón.”
El doctor
El amante-poeta de los cuentos de hadas
Creo escribir una obviedad cuando menciono mis sospechas de que hay mucho de Ignacio Manuel Altamirano en los héroes de sus obras.
Presiento que de entre todos ellos, el que más se acerca a él es Valle, no en su noble cuna, o en sus amores truncados, sí en el desprecio que algunos habrán de haberle hecho sentir, pero sobre todo en su ‘corazón’.
En palabras de Amanda Petersen, “Valle es el mejor de los hijos fabricados por la nación”.
Es valiente, patriota, orgulloso, y afronta la adversidad con estoicismo (‘cualidad’ nacional que Octavio Paz también notó).
Pero de nuevo contradiciendo las tendencias que previene con el discurso del médico sobre la sensibilidad y el romance, Altamirano lo retrata como un idealista romántico.
Altamirano percibe que la adopción de las costumbres extranjeras terminaría por ahogar el antiguo romance mexicano, coincidiendo con Bello y Teresa de Mier (y después Darío y los modernistas), que preveían la invasión del norte, no solo de manera física, si no también cultural.
“Sea como fuere, nosotros advertimos, y esto es muy perceptible, que a medida que nuestro pueblo va contagiándose con las costumbres extranjeras, el culto del sentimiento disminuye, la adoración del interés aumenta, y los grandes rasgos del corazón, que en otro tiempo eran frecuentes, hoy parecen prodigiosos cuando los vemos una que otra vez.
Cuando el mundo está así, la poesía es imposible, la novela es difícil, y sólo hay lugar para los cuentos de cocotas que hoy hacen la reputación de los escritores franceses, o para las sangrientas sátiras que, no por disfrazarse con la elegancia moderna, son menos terribles en la boca de los juvenales del siglo XIX.”
El doctor
Este ‘idealismo en extinción’ se manifiesta en la conversación entre Valle y Flores del capítulo XI, en el que se enfrentan dos ideologías: Valle y su amor sencillo pero honesto contra Flores y su pragmatismo, el mismo Flores dijo:
“Yo no soy platónico; y, con perdón de usted, creo que el platonismo es manjar de tontos. En este tiempo en que se vive tan presto, sacrificar los mejores días a los goces de lo que ustedes llaman alma, es pasar una hermosa mañana de primavera estudiando geografía en un gabinete; es pasar una hermosa noche de estío traduciendo el Arte de amar. Así, pues, en cuanto a mujeres…
— ¡Ah, sí! en cuanto a mujeres, demasiado sé cuán afortunado ha sido usted.
— He hecho llorar algunos hermosos ojos aquí en mi inculta patria, donde todavía se usan el color natural y las lágrimas sinceras; pero reflexione usted en que sería peor para mí, verme obligado a lamentar el rigor de las desdichas. Con las mujeres no hay remedio: o tiene uno que engañar o que ser engañado. ¿Preferiría usted ser lo último?”
Flores representa al extranjero, además de en apariencia, también en costumbres y moral. Es un hombre que se envanece de sus conquistas pero únicamente como “embellecimiento del camino de la ambición”.
Para Fernando el amor no debe ser la diversión del libertino. No admite la impiedad de ‘mancillar una flor’. Tiene al amor como sustento del hombre, la fuerza que lo motivaría a aún más arrojo y valor, en su opinión, la vida del amante-guerrero es una digna de perseguir.
Amor y Patria
Podemos hacernos una idea de esto al leer las cavilaciones de Valle la noche después de recibir la flor, en la que se convence de luchar con más bravura ahora que tiene a su alcance “la gloria del soldado y del amante”. Como decía Sommer, el amor romántico y el patriotismo se confunden y entremezclan constantemente.
En la misma conversación en la que se enfrentan las ideologías afrancesada y nacional leemos el siguiente diálogo:
— Pero dígame usted, Flores, con semejantes ideas cuyo origen no me es desconocido ya ¿cómo es que sirve usted en el ejército, y en un tiempo como este, en que la República anda de capa caída? Flores sonrió y se turbó un poco ante la mirada fija de Valle.
— Precisamente por eso vengo aquí. ¿Usted tiene fe en el triunfo de la independencia?
— Tengo gran fe, una fe incontrastable.
— ¿Y usted cree que no morirá en la lucha?
— Eso no lo sé: nada difícil es que muera; pero moriré con la conciencia de que tarde o temprano triunfará la República.
— Pues bien; yo también tengo fe, y hay algo que me dice que sobreviviré a la guerra. Usted comprenderá que vamos a quedar muy pocos, y de esos pocos me propongo ser uno. El camino así se hace más corto, y yo llegaré a mi fin.
— De modo que el patriotismo entra muy poco en los propósitos de usted.
— El patriotismo tiene sus móviles de diferente especie; para unos es cuestión de temperamento, para otros es la simple gloria, ese otro platonismo de los tontos. Para mí es la ambición. Yo quiero subir.
Citando a José Gomaríz “Clemencia recrea una época de crisis y renovación de la vida nacional mexicana mediante un discurso antihegemónico de afirmación cultural y nacional codificado en un romance amoroso, cuya dinámica libidinal está en consonancia con el destino socio-histórico y político basado en el proyecto republicano, social y democrático que Altamirano concebía para México.”
En otras palabras, la guerra con los franceses sirve de marco al nacionalismo de la novela.
Igual que con el concepto del amor de Flores y Valle, encontramos el enfrentamiento entre el ser un patriota o ser un traidor.
A pesar de su garbo y galanura, Flores es un ‘afrancesado’ que tenía planeado desertar con su tropa para unirse a las tropas invasoras. Valle deseaba entrar en combate cuanto antes, al principio por su amor a la patria, luego por su amor a Clemencia (que según Summer es lo mismo).
No obstante, cuando Valle se ve enamorado por completo, en su corazón surge la disyunción entre sus deberes de patriota y sus afectos de enamorado. Y no titubea en poner a la nación primero. Pero al final de la historia hace justo lo contrario, se convierte en un traidor a la patria al liberar a Flores para complacer a su amada.
Romanticismo: Hacerse matar por amor (o ‘Sobre el suicidio’)
Altamirano siguió la tendencia inaugurada por Goethe en ‘Werther’, un triángulo amoroso que termina en el ‘suicidio’ del enamorado no correspondido.
Así los afectos de estos personajes califican como ‘románticos’ (en sentido literario) debido a la imposibilidad de la realización del amor.
La personalidad de Valle es también muy asociada con el suicidio.
Es retratado como un personaje taciturno y huraño, despreciado por todos, su familia, su tropa y las mujeres. Justo cuando alguien le ofrecía alguna esperanza, no se trataba de más que un ardid para darle celos a otro hombre.
Para Adriana Sandoval la muerte de Valle es un suicidio debido a las múltiples referencias a ese acto a lo largo del la obra, “no había para él punto medio entre el amor de Clemencia y la muerte”, deseaba matar o morir en el duelo con Flores, en gloriosa batalla o en última instancia por su propia mano como le dijo al doctor cuando el coronel no le permitió batirse con Enrique.
Y ya desde el principio de la obra su carácter romántico es manifiesto cuando el doctor dice que va a relatar una “historia de amor y desgracia”.
Para varios críticos el ‘suicidio’ de Valle es todo menos ‘patriótico’.
Valle decide contravenir todo por lo que había luchado hasta entonces por el amor a Clemencia. El capitán confirmó sus temores y cambió el amor a su causa por su amor a la doncella. Realizando un acto de traición que debilitó al ejército de occidente al quitarle a su “comandante más capaz” y favoreció a los invasores al dejar libre a Flores.
Tiene mucho de ‘romántico’ esta última decisión, pues el amor terminó siendo lo más importante para Valle.
En el plano psicoanalítico Sandoval asegura que Valle admira y envidia a su contraparte (guapo, rico, seductor y amado por todos). “Al apropiarse de su lugar frente al pelotón de fusilamiento, [al final] logra identificarse con su oponente e incluso toma[r] su lugar.“
Valle traiciona a la patria tanto como Flores y ante la imposibilidad de hacerlo como un conquistador amoroso, guapo o seductor, se iguala con él en la traición.
En el mismo tenor es común que los suicidas “culpen” o señalen a alguien de su muerte (como dicen que hizo Manuel Acuña por ejemplo).
Valle se dirigió en particular a su padre con la misiva que entregó al doctor, se desconoce su contenido pero debe ser significativo pues el severo aristócrata que nunca manifestó afecto por Fernando emitió un “gran grito de dolor” al leerla.
Clemencia por su parte se siente culpable por la muerte de Valle, ya fuera por usarlo como catalizador para seducir a Flores o por insultarlo en la prisión. Se considera a sí misma la asesina de Fernando, mientras que el doctor en el desfile del epílogo llama a Enrique “el miserable autor de la muerte de Fernando”, subrayando su desprecio por el traidor.
Si ese es el caso, la muerte de Valle resultó ser una venganza sumamente refinada.
¿Por qué Altamirano decidió frustrar el amor en Clemencia?, ¿por qué mató a Valle?
En un principio pudiera carecer de sentido literario en términos de narración fundacional y de la justicia poética. Zuhua Liang y Frindhelm Schmidt han intentado conciliar esta ‘contradicción’ como una forma de final irónico.
Así, tenemos una novela nacional en la que parecería que no se manifiesta de manera patente la promesa de la consolidación de la nación. La crítica ha propuesto la explicación del final trágico como una lección moralizante y/o una crítica de mujeres caprichosas (aunque en ‘Julia’ no hizo falta matar al protagonista para lograr el mismo objetivo).
‘La sultana’ llora profusamente y cambia para siempre sus hábitos de coqueta para consagrarse a la religión probablemente buscando expiar sus culpas.
El ciudadano modelo y patriota muere como un traidor sin enterarse nunca del cambio de opinión de Clemencia y su rechazo a Flores (es posible que la novela busque enaltecer el nacionalismo y las buenas prácticas morales, como no juzgar con base en las apariencias).
Si lo comparamos con el ‘corpus’ literario de Altamirano esta es una historia atípica, ‘Clemencia’ manifiesta una ‘anomalía’: el romance entre los mestizos es truncado, y el villano, de rasgos Europeos vence en casi todos los frentes, con la pérdida del amor de Clemencia como único ‘castigo’ por su traición.
Ninguno de los investigadores mencionados pretende explicar el trágico final de Clemencia, que pasa por ‘des-fundacional’.
Teorías sobre la violencia
Alejandro Cortázar también interpreta la muerte de Fernando como suicidio.
Su interpretación niega la lectura de José Gomáriz del protagonista como héroe que se ofrece para salvar a Clemencia y resalta el desarrollo de la subjetividad del individuo romántico. “¿Es irónico el desenlace de Clemencia? ¿La tragedia romántica solo sirve para enseñar a las mujeres a no ser caprichosas o al mexicano a dudar de las apariencias?”.
“¿O solo para crear el sujeto trágico-romántico por excelencia? Si aceptamos que las novelas de Altamirano tienen una función pedagógica, ¿Cuál es la lección de la muerte del mejor ciudadano, del hijo fabricado por la nación?”.
Amanda Petersen cree que no es un final irónico. ni una lección frívola, ni una representación contradictoria del nacionalismo.
Para ella la muerte de Fernando no es un sacrificio inútil cuando se examina a través de las teorías de René Girard sobre la violencia y el sacrificio.
Girard fue un filósofo francés famoso por su teoría de la ‘mímesis’ que trata de describir el motivo de los deseos/motivos humanos. En pocas palabras, Girard pensaba que nuestros deseos se definen gracias a los deseos de los demás. Debido a esto surgen conflictos que eventualmente se desvían del motivo original y se convierten en confrontación, a veces violenta.
Con el tiempo propuso que esto pasaba desde los albores de la civilización. Cuando el conflicto se convertía en crisis se hacía necesaria la muerte (social o literal) de un individuo o grupo de individuos como ‘chivo expiatorio’.
La sociedad entonces recordaría tanto la violencia como el fin de esta y frecuentemente la ‘desdibujaría’ con ritos, mitos y prohibiciones (léase leyes). En teoría este tipo de expulsiones se repitió a lo largo de la historia llegando a nuestros días mudando de presentación a cada iteración.
Girard percibe dos tipos de violencia: una beneficiosa (ritual, generativa) y otra dañina (recíproca, descontrolada). La violencia no puede ser disminuida, solo subvertida. Por eso, cuando la violencia negativa emerge, se presenta una crisis sacrificial y hay que tener una válvula de escape: el sacrificio ritual. El orden (la violencia ritual, controlada) de la sociedad es restaurado a través del mecanismo del sacrificio.
Wikipedia
El marco histórico de Clemencia es una época de crisis, de violencia recíproca y descontrolada. Petersen propone que Fernando es la víctima del sacrificio ritual para la sociedad nacional, con lo que su muerte sería el fundamento para la nación ideal de Altamirano.
Valle es presentado como una ‘víctima sacrificable’ en palabras del doctor/narrador, pues según Girard, la víctima sacrificable tiene que ser alguien diferenciado de la sociedad, un marginado.
El aislamiento de Fernando es más evidente con la presencia de Flores, presentado como su opuesto: rubio, robusto y sociable.
El siguiente aspecto a considerar en una crisis sacrifical es el ‘doble monstruoso’, concepto acuñado por Girard para definir una relación de imitador-imitado que se intercambia constantemente, situación que eventualmente desemboca en violencia.
Fernando y Enrique se intercambian repetidas veces: primero en sus objetos de conquista, Fernando amaba a Isabel pero al ver que no era favorecido se hace a un lado para que Enrique la corteje, y en cambio accede de mala gana a ir por Clemencia, aunque sabe que ella no está realmente interesada en él.
Luego Fernando es un traidor ante sus superiores del ejército cuando en realidad lo era Enrique. Cuando se defiende y el segundo es enviado a prisión vuelve a tomar su lugar como el traidor y finalmente, el amado de Clemencia.
Que se ‘desdibuje’ la línea entre héroe y traidor en la persona de Valle demuestra la crisis a la que se enfrentaba la nación durante la invasión francesa.
La nación representada es una que no puede distinguir entre sus aliados y sus enemigos: sus propios ciudadanos apoyan la invasión francesa y sus soldados liberales son tan ambiciosos que incluso el que parece ser el mejor de sus militares, Enrique, traiciona a la patria.
Amanda Petersen
Incluso la estructura de la historia, con capítulos enfrentados colabora para alcanzar este fin. Todos los personajes están inclinados a la violencia. Incluso Clemencia piensa en el suicidio.
“Surge una reacción en cadena que, desde la perspectiva de Girard, solo puede ser detenida con el sacrificio ritual de un individuo que es calificado como la causa de la contaminación de la comunidad, Fernando, en este caso.”
Petersen
El tratamiento que recibe Fernando a partir de que se sabe que se sacrifica para que su amada Clemencia/La Patria sea feliz, es el de un hombre “hermosamente heróico”. Sus rasgos que lo hacían antipático desaparecen y arrostra la muerte con estoicismo y resignación. Su cadáver es tratado como el de un santo mártir, y Clemencia guarda su cabello como reliquia.
La intención de Altamirano (según Petersen) era que todos los que escucharan esta historia verían sus ánimos patrióticos restaurados y convertirían en leyenda los actos del mejor patriota que había dado la nación, encarnado en Valle.
Dentro de la ficción el doctor desprecia a los colaboracionistas y a los invasores, y por lo visto todos los soldados de su regimiento compartieron ese sentimiento (e.g. los fusileros que ejecutaron a Valle lo hicieron con lágrimas en los ojos).
Y Clemencia, la mujer de las grandes pasiones, hermosa, coqueta, la gran seductora, se convierte en una monja, una muerte simbólica, señal de renuncia a la pasión carnal que emanaba al conocer a Flores y a Valle.
Es un símbolo que registra una leyenda oral para la memoria colectiva y que encarna el discurso de la novela fundacional, la construcción de la nación que cumple con el proyecto literario altamiranesco.
Petersen
Conclusión
En resumen, hay diversas formas de ‘leer’ a ‘Clemencia’ de Ignacio Manuel Altamirano.
Para Petersen, la muerte de Valle es un sacrificio ritual que daría nueva vida al moribundo nacionalismo luego de las repetidas derrotas ante los invasores.
Adriana Sandoval coincide con Alejandro Cortázar en que Valle se suicida como un romántico, sin emitir juicios sobre las intenciones del autor, aunque si es una forma de venganza en contra de la superficial doncella, sería una venganza ‘sumamente refinada’.
José Gomaríz piensa que la novela “recrea una época de crisis y renovación de la vida nacional mexicana mediante un discurso antihegemónico de afirmación cultural y nacional codificado en un romance amoroso. En este romance, la dinámica libidinal está en consonancia con el destino socio-histórico y político basado en el proyecto republicano, social y democrático que Altamirano concebía para México”.
Aunque a veces las opiniones pueden divergir, en estos tres ensayos se coincide en las intenciones políticas/ideológicas de Altamirano al publicar la novela, es decir, proponer lo que pensaba que debería pasar en la nación al lidiar con influencias extranjeras, tal vez incluso en prevenir contra la superficialidad al juzgar a los demás.
También en todo caso, Altamirano aspiraba a la creación de una literatura nacional con base en historias que expresaran la identidad mestiza de la nación.
Así que sin importar la interpretación que le des a ‘Clemencia’, es una novela que busca ser ‘mexicana’. Haciendo que su lectura sea ‘obligatoria’ para todo el que se interese por comprender la literatura de ese país. Desde los aspectos geopoliticos hasta las tendencias literarias de la época, sin duda una pieza fundacional en las letras nacionales.
Nota del curador de la entrada
Pueeeees, la entrada está probando ser bastante más extensa de lo que había estimado y por eso la tendré que publicar en partes.
Planeo completarla antes del dieciséis de septiembre (lol), así que dáte una vuelta aprox por esas fechas XD.
Actualización del veinte de septiembre: La entrada está muy grande, y mi cuota de tiempo disponible para el blog se ha reducido un poco, así que igual y toma aún más tiempo terminarla. Ya no quiero dar fecha estimada porque no soy muy bueno cumpliendo plazos (T.T). Aún así la iré actualizando conforme me sea posible, soooo pásala bien XD.
Actualización del cinco de diciembre: Bruhhhhh, por fin la entrada está completa, pienso que está muy interesante todo lo que sale de la narración que pudiera parecer un romance simple y llano, pero justo como los críticos teorizan, en una novela hay mucho más que una historia, es casi como un destello del universo interno del autor, que ineludiblemente es afectado por su entorno, por lo que se puede discernir un pedacito del mundo que vivieron, eso está tremendo. En fin, aquí termina la cuarta temporada oficialmente, estaremos de regreso el año que viene :3.
Fuentes
Sandoval, A. (2007). Fernando Valle: un suicida romántico, en Clemencia de Altamirano. Literatura Mexicana, 18(2).
Petersen, A. (2014). ¿Sacrificar al héroe para fundar nacionalismo? Clemencia, de Ignacio Manuel Altamirano. Literatura Mexicana, 25(1).
Gomáriz, J. (2001). Nación, sexualidad y poder en Clemencia de Ignacio Manuel Altamirano. Literatura Mexicana, 12(2).
Resumen y micro ensayo/comentario sobre el poema ‘Nocturno’ de Manuel Acuña, también conocido como ‘Nocturno a Rosario’.
Sobre Manuel Acuña
Manuel Acuña fue un poeta Coahuilense nacido en 1849 y fallecido en 1873 (tenía 24 años). Su carrera literaria fue breve pero intensa y prolífica. Escribió una obra de teatro que tuvo éxito y su obra poética ha sido reconocida por autores de la talla de José Martí y Alí Chumacero.
En tiempos de Acuña México era una nación joven y convulsa, sumamente inestable y complicada (algunas cosas nunca cambian :c). A mediados del siglo XIX la guerra con los U.S. había dejado al país en la ruina (véanse las reflexiones sobre la geopolítica del periodo en la reseña de ‘El fistol del diablo’). Y después vinieron las guerras de reforma, la guerra con los franceses, el Segundo Imperio Mexicano, etc.
Bruh, el siglo XIX fue difícil en los Méxicos.
En resumen los tiempos en los que Acuña vivió fueron peligrosos.
Payno, Altamirano, Ramírez y sus contemporáneos. habían dejado un legado que el joven poeta supo aprovechar junto a otros camaradas que llegaron a ser nombres insignes del por algunos llamado ‘Parnaso Mexicano’.
Manuel Gutiérrez Nájera, Justo Sierra, Juan de Dios Peza, etc. Supongo que en esos tiempos todos los escritores se conocían porque no había muchos y porque en casi todos los casos era un ‘side-job’ siendo la política su ocupación principal XD.
A excepción de ‘my boy’ Acuña que estudiaba medicina mientras se dedicaba a la literatura.
Manuel Acuña
Hora del cotilleo
Y ahora viene lo que nos interesa, ¿por qué es tan importante Manuel Acuña?. No estoy cualificado para ofrecer crítica a su obra, que la mayoría de autores reconocen demostraba un potencial enorme pero a la vez adolece de fallos y vicios comunes en los escritores noveles, algo comprensible considerando su edad y profesión.
Lo que sí puedo escribir es que aunque según algunos pudo convertirse en el mejor poeta Mexicano de su época, nunca llegó a serlo. Muchos se lamentaron de la prematura muerte de esta joven promesa y no estoy seguro de si debido a ello su fama llegó más lejos (a la Cobain por falta de un mejor ejemplo). Acuña se convirtió en un ‘poeta maldito’, un Rimbaud Mexicano (yo le puse así jaja, porque fueron jóvenes superdotados y la pasaron mal).
De cualquier modo aquí va la historia:
Cuenta la leyenda que entre los círculos literarios que Acuña frecuentaba estaban las tertulias (no soy fan de esa palabra) ofrecidas por Don Juan de la Peña. Donde la ‘creme de la creme’ intelectual Mexicana se juntaba y leía sus cosas y la pasaban bien.
Probablemente uno de los motivos por los que dicho círculo fue tan famoso era que su anfitriona. La hija de Don Juan, Rosario que era absurdamente atractiva e instruida.
No hay poeta joven (o no tan joven lol) del periodo que no se hubiera enamorado de ella, incluidos el cubano José Martí, ‘El nigromante’ Ramírez y nuestro empobrecido y bohemio poeta Manuel Acuña.
Fue rechazado, no se sabe si por su estilo de vida o por sus reducidos medios económicos o porque simplemente no le gustaba a la doncella.
Y Peña no lo soportó.
El joven bardo se suicidó con cianuro (a la Quiroga) el seis de diciembre de 1873 culpando a Rosario por su muerte.
O eso dicen algunos.
La misma Rosario desmintió que su muerte fuese propiciada por su causa.
Y honestamente culpar de tu suicidio a una persona me parece de mal gusto. Por más que la quieras, ¿te imaginas la carga que eso representa?, estoy casi seguro de que el bueno de Acuña nunca quiso causarle problemas a la amada.
Además de eso, es sabido que Acuña tenía tendencias depresivas agravadas por su pobreza y la manutención de un hijo que tuvo con otra poetisa llamada Laura Méndez.
Rosario de la Peña
Sobre Nocturno
Es importante anotar que el poema más famoso de Acuña se llama ‘Nocturno’ y no ‘Nocturno a Rosario’. Aunque en varias ediciones ‘A ROSARIO’ aparece como la primera línea del poema. Y desde su creación ha sido recitado incontables veces por el montón de corazones rotos nacionales, ja ja, siempre ha habido ‘hora sad’.
Lo que nos lleva a la lectura completa que transcribo porque es la única forma correcta de citar a los tañedores de la lira.
NOCTURNO
A ROSARIO
¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto, y al grito que te imploro te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días estoy enfermo y pálido de tanto no dormir; que ya se han muerto todas las esperanzas mías, que están mis noches negras, tan negras y sombrías, que ya no sé ni dónde se alzaba en porvenir.
De noche cuando pongo mis sienes en la almohada, y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver, camino mucho, mucho y al fin de la jornada las formas de mi madre se pierden en la nada, y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos; comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás; y te amo, y en mis locos y ardientes desvaríos bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos te quiero mucho más.
A veces pienso en darte mi eterna despedida, borrarte en mis recuerdos y huir de esta pasión; mas si es en vano todo y mi alma no te olvida, ¿qué quieres tú que yo haga pedazo de mi vida? ¿qué quieres tú que yo haga con este corazón?
Y luego que ya estaba concluido el santuario, la lámpara encendida tu velo en el altar, el sol de la mañana detrás del campanario, chispeando las antorchas, humeando el incensario, y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar…
¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo. los dos unidos siempre y amándonos los dos; tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho, los dos, un alma sola, los dos, un solo pecho, y en medio de nosotros mi madre como un Díos!
¡Figúrate qué hermosas las horas de la vida! ¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así! Y yo soñaba en eso, mi santa prometida, y al delirar en eso con alma estremecida, pensaba yo en ser bueno por ti, no más por ti.
Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño, mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; ¡bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño, sino en amarte mucho en el hogar risueño que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
Esa era mi esperanza… mas ya que a sus fulgores se opone el hondo abismo que existe entre los dos, ¡adiós por la última vez,amor de mis amores; la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores, mi lira de poeta, mi juventud, adiós!
Reflexiones sobre ‘Nocturno’
Aunque la obra de Acuña es breve y quizá demasiado cursi para el gusto moderno, es indudable que tenía un talento y sensibilidad notables. El poeta busca transmitir estados de ánimo, percepciones alteradas, una simple queja, un aspecto de la realidad.
Esa es la belleza de la poesía, que el mismo Poe calificó como la forma más sublime de literatura. La capacidad de usar al lenguaje bajo una serie más o menos rígida de reglas para expresarse, denunciar, o simplemente crear belleza.
Lo que se lleva muy bien con el Parnasianismo que discutimos brevemente en Azul. Dato random, varios de los autores que iban a tomar el té con Rosario fueron parnasianos o incluso tuvieron relación con el Modernismo.
Hablando del tema y ‘musicalidad’ de ‘Nocturno’ es innegable la sinceridad del lamento de Acuña y el sonido desgarrador y directo de cada línea.
Y por eso por lo menos tres generaciones han citado este poema cuando tienen ganas de expresar su tristeza porque les rompieron el corazón.
Lo que me lleva a preguntarme ¿por qué ya no citamos a ‘Nocturno’?. No soy particularmente joven (eso sí es triste lol) y aún así hace relativamente poco tiempo que me enteré de todo el drama Rosario-Acuña .
Ese asunto siempre había sido muy famoso pero en algún punto simplemente dejó de ser parte de la cultura popular y se convirtió en una referencia para los iniciados cuando menos. Tal vez se cumplieron los temores de Darío de que la cultura anglosajona terminaría por desterrar al viejo romance hispánico. Eso y que la brecha generacional cada vez está más marcada. Lo que incluye naturalmente las referencias culturales.
Hoy día pocas personas nacidas después del año 2000 habrán escuchado de Acuña, pero seguro que hay algún equivalente moderno. Siempre va a haber corazones rotos por lo que dudo que ‘Nocturno’ deje de ser relevante. Aún para los pocos ñoños que pudieran conocerlo o peor aún recitarlo al crush que los desdeña.
Fuentes
Lainé, R. (Ed.). (2012). Obras de Manuel Acuña : comprendiendo el drama El Pasado. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Enlace.
‘Azul’ es un volumen de relatos cortos y poemas escrito por Rubén Darío y publicado en 1888. Es considerado el detonante del ‘Modernismo’ latinoamericano y uno de los hitos en la literatura en Español. En esta entrada discutiremos el contenido del libro, su contexto y su legado.
Sobre Rubén Darío
Aunque fascinante, su vida no es el objeto de esta entrada. Además de prodigio de las letras, le gustaba irse de fiesta y pasarla bien con los amigos. Muchos de ellos poetas y diplomáticos. Nació en 1867 en Nicaragua.
Criticaba a la burguesía pero al mismo tiempo dependía de ella y tenía opiniones encontradas respecto a los movimientos socialistas de principios del siglo XX.
Mucho de su trabajo se cristalizó en lo que hoy se llama ‘Modernismo’ (va a haber entrada, de momento revisa la ‘historia de la literatura hispanoamericana‘ XD), aunque no fue el único inventor del movimiento pues muchos de sus contemporáneos colaboraron en el refinamiento de esta estética.
Lo que es cierto, es que fue el más influyente y famoso de los modernistas. Su influjo es perceptible en todos los países de habla hispana.
Tan es así que se le apodó ‘El príncipe de las letras castellanas’. Pocos autores pueden gloriarse de ser tan influyentes como él en toda la historia de la literatura en Español.
Monumento a Rubén Darío
Contexto literario (y no tan literario) de ‘Azul’ de Rubén Darío
En 1888 Jack el destripador se paseaba por Londres. La era Meiji de Japón estaba en su apogeo y la ‘Pax Porfiriana’ tenía bien sujeta a México.
En el mundo literario el gran Antón Chéjov publicaba ‘La estepa’. El maestro del relato breve Guy de Maupassant también hacía de las suyas y Benito P. Galdós llevaba ya varios años ejerciendo como escritor.
El romanticismo estaba pasando de moda al menos en Europa. Y había un poco de neoclasicismo derivado del (y este es el último ‘ismo’ del párrafo XD) parnasianismo francés.
Por algún motivo todo lo que hacen los franceses gusta (¿gustaba?) en Latinoamérica, así que hubo versiones del parnasianismo en toda la región. Autores como Salvador Díaz Mirón, Manuel Gutiérrez Nájera y Amado Nervo (entre otros) son considerados parnasianos y al mismo tiempo precursores del modernismo.
La estética de este movimiento tenía a la belleza como fin más importante. Le daba un gran cuidado a la forma clásica, así que no había mucho espacio para la innovación estilística. Abordaba temas de cariz artístico lo más lejos posible del ‘vulgar’ realismo que también estaba en boga como respuesta al romanticismo.
Los parnasianos como su nombre sugiere (del monte Parnaso, hogar de las Musas) preferían referenciar a la antigua Grecia y los clásicos. Aunque también manifestaban interés en el lejano oriente (son los weebs/otakus de principios de siglo lol).
En fin, que esta forma de hacer literatura estaba de moda cuando Darío publicó Azul y es de opinión generalizada que el parnasianismo tuvo mucha relación con el modernismo.
El modernismo coincidía en su admiración a los clásicos griegos. En el cuidado de la presentación formal del texto y en su rechazo al ‘sentimentalismo’ del romanticismo. Se separaba del realismo al preferir temas y contextos exóticos/fantásticos, pero no se limitaba a las formas clásicas. En el modernismo hay verso en prosa, verso libre, se recuperó el verso alejandrino entre otras ‘innovaciones’.
Se considera a ‘Azul’ el primer volumen plenamente modernista.
‘El parnaso’, fresco de Rafael en el Vaticano
Contenido de ‘Azul’ de Rubén Darío (y un micro resumen de cada cuento)
La primera edición se dividía en cuatro secciones: ‘Cuentos en prosa’, ‘En Chile’, ‘El año lírico’ y dos ’poemas sueltos’. Ediciones posteriores agregaron varios relatos, poemas y notas aclaratorias, vamos a resumir únicamente los componentes de la primera edición.
Cuentos en prosa [spoilers]
El Rey burgués: Relato de un poeta en un reino gobernado por un rey burgués, por contradictorio que pueda sonar, [spoiler] precisamente por ser un rey de pacotilla tiene mal gusto y por lo tanto no le encuentra utilidad al poeta, así que lo pone a darle vueltas a la manivela de una máquina que produce música y así podrá comer, llega el invierno y el rey se olvida del poeta dejándolo solo en la intemperie moviendo su manivela para siempre.
La Ninfa: En una reunión, seis amigos, todos artistas ‘unos más, unos menos’, discuten de variados temas. La anfitriona, la excéntrica actriz Lesbia, expresó su inclinación amorosa hacia los sátiros y los centauros, luego de una digresión del sabio del grupo recordando antiguas referencias a los citados. El narrador dijo que él amaría a una ninfa si existiese, Lesbia le aseguró que vería a una.
El fardo: Relato muy emparentado con el naturalismo en el que un viejo trabajador de puerto le cuenta a un poeta sobre la muerte de su hijo, que al final de su vida fue tratado como (adivinaste) nada más que un fardo en el tráfago portuario…
El velo de la reina Mab: Una reina de las hadas, la reina de Mab estaba escuchando a cuatro hombres lamentarse de los regalos que les habían hecho; ‘una cantera, el iris, el ritmo, el cielo azul’, todos tenían alma de artista y habían logrado grandes obras, pero les esperaba un futuro sombrío de pobreza, tristeza e ignominia. La reina terminó de oírlos y con su velo les insufló esperanza, desde entonces los artistas piensan ‘en el porvenir como en la aurora’.
La canción del oro: ‘Un harapiento, con trazas de mendigo, quizá un poeta’, se paseaba por la calle de los palacios, en eso llegó un carruaje con una pareja muy adinerada. El hombre los vio entrar a un edificio magnífico y después de morder un mendrugo de pan petrificado que sacó de su bolsa comenzó a cantarle al oro, con ironía y desprecio. ‘El eco se llevó aquel himno, mezcla de gemido, ditirambo y carcajada’.
El rubí: Una asamblea de gnomos discutía sobre el último invento del hombre, un rubí artificial, los mineros mostraban su admiración por la gema creada por la ciencia, excepto un viejo patriarca que les contó el origen de los rubies genuinos. Luego de ello los antes admirados gnomos repudiaron la falsa gema y le agradecieron a la madre tierra, de ‘seno inextinguible’ por sus dádivas y regalos.
El palacio del sol: Cuento notablemente sugerente que relata la historia de una niña enfermiza que es curada por un hada que la lleva al palacio de un rey sol, donde baila y disfruta de la pasión juvenil. Al final el narrador les recomienda a las madres de niñas con problemas de salud que las manden al palacio del sol y verán cómo regresan llenas de vigor y color en las mejillas (bruh, esto está fuerte XD)
El pájaro azul: Una pandilla de poetas y demás artistas se reunían con frecuencia en un café, allí acudía también Garcín, ‘el pájaro azúl’. Se había ganado ese apodo porque siempre decía que en su cabeza había un pájaro azul que lo encaminaba a los versos, y escribía unos muy buenos, algunos dedicados a Niní, su amable vecina. Un día su padre le quitó la pensión y le prometió volver a dársela si dejaba todo eso de la poesía. Garcín se volvió más alegre desde entonces y vivía para su arte. Luego de eso Niní murió y algunos días después Garcín dejó volar al pájaro azul que vivía en su cabeza.
Palomas blancas y garzas morenas: Un poeta cuenta de su infancia con su bella prima Inés, cuando crecieron él le confesó su amor (norteño time jaja, creo que a principios de siglo era más o menos común que los primos se casaran). Ella le respondió con risas, el muchacho despechado sufrió su primer dolor de hombre. Luego nos relata su primer beso de verdad con la inolvidable Elena, a la que siempre estaría agradecido por enseñarle las delicias del amor.
En chile
Álbum porteño: Textos en prosa que narran el viaje de un poeta por diversas locaciones, sus observaciones y pensamientos.
Álbum santiagués: Otra colección de breves textos que tratan temas diversos, entre ellos el amor y la belleza.
El año lírico
Cuatro poemas inspirados en cada estación, desde la amorosa primavera hasta el triste invierno.
Primaveral
Estival
Otoñal (Autumnal en algunas ediciones)
Invernal
Poemas sueltos
Poemas que como su nombre indica no entran en las secciones anteriores.
Pensamiento de otoño
Anagke
Comentario sobre ‘Azul’ de Rubén Darío
Se ha escrito mucho sobre ‘Azul’, y necesitaríamos de varias entradas para analizar cada uno de sus cuentos y poemas (bruh, siguen saliendo entradas de todos lados T.T). Por esta vez nos limitaremos a tratar al libro como un todo.
‘Azul’ y el modernismo
Si consideramos lo que los contemporáneos publicaban cerca de la línea temporal de ‘Azul’ es comprensible el revuelo que causó, aunque vale la pena mencionar que dicha atención fue tardía y según a quién le preguntes debido a la crítica favorable de algunos autores como Juan Valera.
Sea como fuere, multitud de críticos han demostrado esas opiniones como merecidas. Entre ellos el mismo Octavio Paz en ‘Los hijos del Limo’ y ‘El caracol y la sirena’, el primero un libro/ensayo enfocado en la transición del modernismo a las vanguardias y el segundo un prólogo a una atología de Darío.
En ellos el Nobel Mexicano demuestra la importancia del modernismo en el desarrollo de la literatura en Español en todo el mundo y su papel como etapa de transición entre las tendencias artísticas del siglo XIX y la modernidad, con ese término Paz hablaba de una modernidad como la que vemos en el siglo XX, con las vanguardias y el postmodernismo.
Es decir, que mucho de lo que aún hoy se escribe está muy cercano a lo que Darío y los modernistas propusieron.
Tal vez ya no en la forma y técnica empleados. En pleno 2021 las formas clásicas del verso no se usan mucho por ejemplo. Dato random, Darío fue un precursor en el resurgimiento del verso libre y del verso en prosa, junto a Martí, Nervo y otros.
‘El beso’ de Gustav Klimt, pintura modernista (aunque no se debe confundir el modernismo literario del modernismo en la pintura o la arquitectura)
Legado de ‘Azul’ de Rubén Darío
Los temas del modernismo que se vislumbran en ‘Azul’ profetizaban los asuntos que tratarán los poetas hasta la fecha.
En ‘El palacio del sol’ por ejemplo la ironía disfraza un erotismo muy pocas veces visto hasta entonces y que reconocemos en multitud de autores posteriores (véanse a las poetisas de la primera vanguardia).
‘El rey burgués’ también incluye mucha ironía, un rey por definición no puede ser un burgués, una monarquía no da cabida a toda la maquinaria capitalista necesaria para que exista una burguesía.
Un rey burgués es un pseudo rey, un monarca de pacotilla con mal gusto y pobre sensibilidad artística. Me parece interesante que para Darío un rey de verdad, un auténtico ‘rey sol’, es el monarca que consiente a los poetas y a los artistas (pero sobre todo a los primeros XD). Es como decirle al rey ‘si no me aprecias eres un necio y no deberías gobernar’ nada perdido ¿ha?.
Otra tendencia que ciertamente cayó en desuso es la referencia a mitos clásicos y en general al folklore Europeo.
En ‘Azul’ encontramos gnomos violadores, ninfas etéreas, hadas bienhechoras y un poco de todo, bien a tono con la tendencia subversiva del modernismo.
Conclusión
El modernismo (va a tener entrada) es en serio muy importante, separa no de tajo pero sí muy evidentemente a la literatura previa de la siguiente, y es igual de evidente su influencia en la literatura moderna (jaja, ¿lo notas? lo lleva en el nombre). ‘Azul’ de Rubén Darío es considerado el primer libro modernista por muchos.
Así que vale la pena leerlo. Su crítica a la burguesía, al desprecio por el desprecio del arte, y al pragmatismo capitalista, su tratamiento de lo erótico y lo existencial, del amor y de la experiencia humana en hispanoamerica (aunque sobre todo de Chile y Argentina) lo hacen un volumen obligatorio en cualquier biblioteca :D.
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Fuentes
Aguinaga, C. (1980). La ideología de la clase dominante en la obra Rubén Darío. Nueva Revista De Filología Hispánica, 29(2), 520-555. Retrieved June 3, 2021, from http://www.jstor.org/stable/40298389
Alberto Acereda (2002) La modernidad existencial en la poesía de Rubén Darío, Bulletin of Spanish Studies, 79:2-3, 149-169, DOI: 10.1080/147538202317344961
Mercado, J. (1918). Rubén Darío. Hispania, 1(1), 38-42. DOI:10.2307/331680
Rafael Soto Vergés: «Rubén Darío y el neoclasicismo (La estética de Abrojos)», en Cuadernos Hispanoamericanos, nº 212-213 (agosto-septiembre de 1967).
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