La lluvia de fuego

imagen destacada de la lluvia de fuego

La lluvia de fuego es un cuento escrito por Leopoldo Lugones. Forma parte del volumen ‘Las fuerzas extrañas’, publicado en 1906.

El relato aborda el conocido pasaje bíblico de la destrucción de Sodoma y Gomorra desde la perspectiva de un adinerado noble Sodomita. En esta entrada encontrarás un resumen y un breve análisis de ‘La lluvia de fuego’, además de algunos datos sobre el gran Leopoldo Lugones.

Brevísima introducción a Lugones y su contexto

En la Guía para leer a Horacio Quiroga mencionamos brevemente que don Leopoldo Lugones, amigo y mentor de Quiroga, es considerado el fundador de la literatura moderna en Argentina.

Lugones adoptó al modernismo al grado de convertirse en su principal representante en Argentina, que en ese momento fué grandemente influido por Edgar Poe.

Como mencionamos en la Guía para leer a Horacio Quiroga

La afinidad de Poe con Lugones sirve como puente entre los modernistas hispanoamericanos y la tradición literaria de Poe y su línea romántica/naturalista. Al mismo tiempo presagiaba los contenidos de la ficción Argentina y Uruguaya del siglo XX.

La Biblioteca de Belzoond

Posiblemente una de sus obras  más ‘poescas’ es su recopilación de cuentos ‘Las fuerzas extrañas’. De los cuales ‘La lluvia de fuego’ es uno de los mejores.

fotografía de leopoldo lugones
Fotografía de Leopoldo Lugones

Resumen de La lluvia de fuego [spoilers]

La calma antes de la tormenta

El relato comienza con el noble recordando el comienzo del día. Hermoso y lleno de algarabía. La ‘ciudad libertina’ se alzaba al lado un ‘lago’, y se mostraba llena de actividad.

El hombre ajeno a este ajetreo, se había cansado de los placeres de la carne hacía diez años. Desde entonces se había recluido en su palacio inmerso en sus libros, peces y banquetes.

Notó que las primeras ‘gotas’ habían caído al medio día, gránulos de cobre fundido que se disimulaban por su relativa escasez y por el brillo del sol. Un dejo de preocupación ocupó sus pensamientos.

Eso no le impidió bajar de su terraza a almorzar, allí, un criado leía narraciones geográficas mientras él comía, estaba ya empezando a dormir su siesta cuando una gota cayó en la espalda de un esclavo que no pudo reprimir su dolor.

Todos comenzaron a preocuparse un poco más. La lluvia aunque dispersa caía constante sobre la ciudad.

El hombre consideró escapar, a pesar de su reticencia a abandonar sus libros, sus peces y su jardín. Decidió que nada se perdía con armar el carro.

Entonces escuchó el repicar de las campanas que anunciaban que la lluvia había cesado.

Toda la ciudad comenzó a celebrar, el hombre relata lo que vió y pensó al respecto; ‘un equívoco mancebo’, un lenon, un ‘negro amabilisimo’, anuncios de ayuntamientos bestiales (if you know what I mean), en fin, una exhibición del libertinaje que le dió fama a la gran ciudad.

En la tarde, la fiesta seguía en las calles y dos amigos lo visitaron. Comieron, se emborracharon y se fueron, luego el hombre fue a dormir.

Representación artística de una ciudad antigua
Representación artística de una ciudad antigua

La lluvia en plenitud

Despertó bañado en sudor, la ciudad estaba sumida en un silencio absoluto, sólo interrumpido por el rumor de la lluvia.

Se asomó al jardín y vió como todos los árboles y vegetación estaban carbonizados, un olor entre ‘fosfatado y urinoso’ inundaba el aire.

Llamó a los criados sin respuesta. Luego, con una pesada bañera como protección, fue a los establos y no encontró a ningún caballo.

Fiel a su naturaleza, el hombre aceptó que “estaba perdido”.

Bajó a su bodega donde había mucho alimento, vino y un vial de veneno, «su muerte le pertenecía». Aceptando su destino y fortalecido por el alimento, pensó en ver un rato más el inusual espectáculo, subió a su terraza y aunque no pudo ver nada, escuchó cómo la lluvia había arreciado y todo se quemaba.

Su pájaros habían comenzado a morir de sed, así que bajó a su cisterna por un poco de agua, ésta había tomado un sabor «entre natrón y orina, con tendencia a salarse», cerró las trampillas que comunicaban a la cisterna con los canales exteriores para evitar que se colase más cobre en el agua.

El resto de la tarde y toda la noche aún, se escucharon los clamores de muerte de todos los pobladores.

y la población agonizó bárbaramente, con ayes y clamores de una amplitud, de un horror, de una variedad estupendos. Nada hay tan sublime como la voz humana.

El noble

El aire se llenó de la fetidez de los cuerpos chamuscados, la grasa y el pelo de las bestias y el humo de los incendios.

Los gritos no se detenían. El hombre bajó a su cisterna otra vez y ahora, envuelto en su fresca oscuridad, comenzó a llorar profusamente, lleno de un temor que creía imposible de sentir.

Pasó la noche dormitando, intercalando el sueño de sus pesadillas con momentos de vigilia aterradora.

La cisterna comenzó a llenarse de humo y el hombre prefirió morir afuera que asfixiado como una alimaña en su madriguera.

El fin de un mundo antiguo

La lluvia se había detenido por segunda vez, era de mañana y el cielo azul brillaba certificando “indiferencias eternas”.

Lleno de curiosidad, salió a la calle y encontró a la ciudad muerta para siempre, sin rastro de vida ni objetos combustibles.

Entonces vió a un hombre que se acercaba, era un piloto que después de apuñalar al dueño, se había refugiado en una cisterna de manera análoga al noble.

El marino relató cómo todas las naves se habían quemado y el lago se había vuelto amargo.

Hablaban en voz baja, el noble le ofreció refugio y comida al piloto. Suspendieron su conversación cuando vieron en el horizonte una nube de polvo que se acercaba. Tal vez una partida de auxilio enviada por “Adama o Seboim”. Eran más bien la fieras del desierto que chamuscadas y sedientas, se abrían paso hacia el lago llenas de furia.

El hombre vió como los ignoraban y rugían mirando al cielo, como llorando por el cataclismo, como preguntando “¿por qué?” a la “extraña divinidad” causante de toda esa destrucción.

Entonces la lluvia volvió a caer más gruesa y tupida que nunca. Los hombres se refugiaron rápidamente y mientras el marino abusaba de su alacena, el hombre usó las aguas de su cisterna para bañarse, un sentimiento de calma lo inundó y mientras estaba allí en el agua vió como las llamas se comenzaban a colar, “Llev[ó] el pomo a [sus] labios, y…”

Comentario de ‘La lluvia de fuego’

La prosa de Lugones ha pasado notablemente desapercibida a la crítica, probablemente encandilada por su poesía.

Aún así se considera a ‘Las fuerzas extrañas’, como un hito en la literatura Argentina y latinoamericana. Esto tanto por los temas tratados, como por la técnica empleada en su construcción.

De todos los relatos que componen el libro, ‘La lluvia de fuego’ me pareció el más notable por su efecto y ejecución.

Según Robert Scari, el cuento contiene una gran cantidad de matices entrelazados con gran habilidad.

Se abre con una cita de la sentencia contra Sodoma y Gomorra del Génesis. Si extrapolamos ese hecho con el título, ya sabemos de qué tratará.

Aspectos principales

El estilo de maese Lugones, que tiene un velado tono de ironía, le imprime originalidad. Y la estructura de los episodios que da cohesión al relato a la vez que un ritmo notablemente dinámico (sin descontar el desenlace), hacen a ‘la lluvia de fuego’ el cuento «más logrado de la compilación» en palabras de Scari.

Don Leopoldo nos ‘confunde’ con anacronismos intencionales como los petardos, las campanas, el tráfico y los carteles que salpican varias escenas.

Con el claro objetivo de llevarnos lo más lejos de Sodoma que se pueda, manifestando su deseo de que consideremos al cuento como un retrato de la naturaleza humana, más que el de un ‘sodomita’ retirado (lol).

Lugones toma algo que podría parecer una anécdota y lo convierte en algo mucho más profundo, algo que conmueve el ánimo del lector. Constituyendo a ‘La lluvia de fuego’ en un auténtico relato de horror psicológico (de ahí la línea ‘poesca’ de Don Leopoldo).

Uno de los factores principales para que sea de este modo, es la perspectiva que tenemos de la psicología del sodomita, que en primera persona, nos relata lo que ve, lo que siente, lo que escucha, huele y piensa.

La necedad de un hombre que al enfrentar la muerte, solo se ocupa de su jardín, libros y animales. Que incluso en sus últimos momentos de vida busca un jabón para darse un último baño, es muestra de esto.

R. Scari escribió que el relato apela a la soledad de la humanidad frente a fuerzas que no comprende o controla. La cuestión ineludible de la muerte y de nuestra soledad al enfrentarla es cristalizada en este individuo. Lugones lo retrata con cuidado y atención, resaltando rasgos comunes a todos nosotros, lo que permite sentir con mayor potencia el dramático final de toda la humanidad.

Spoiler: Al final todos ustedes se mueren (meme)

Conclusión

Grata fue mi sorpresa al enterarme que una de las obras  más importantes de maese Lugones, era un volumen de cuentos intitulado ‘Las fuerzas extrañas’.

Y considerando sus momentos ‘poescos’, sus imponentes credenciales y el aura de respeto que inspiraba aún rodeado del brillante «chisperío intelectual» del río de la plata, no costó mucho trabajo convencerme de que tenía que leerlo.

De toda la compilación, ‘La lluvia de fuego’ me pareció el relato más memorable. Sin saber explicar por qué. Su efecto fue notable, y gracias al análisis de Scari puedo comprender un poco mejor el motivo de esa fuerza.

Contribuyeron a esto el tono cientificista de algunas de sus descripciones (e.g. los ‘olores fosfatados’ de la ciudad en llamas), la ‘explicación’ del origen del mar muerto (“el lago se volvió amargo” y la salazón de la cisterna), la sugerencia de que la civilización sodomita había alcanzado un gran nivel de sofisticación social y tecnológica (el carro, monumentos, los petardos, el tráfico), y la exteriorización de la soledad del hombre ante la muerte (los pensamientos del noble).

En resumen, estamos tratando a uno de los mejores cuentos del período, creo que no exagero si lo considero de lectura OBLIGATORIA (lol), sin duda al nivel de los que componen la compilación de Seymour Menton.

Fotografía del Mar Muerto
Fotografía del Mar Muerto

Fuentes